The Objective
El podcast de El Liberal

Isidoro Alanís: «No puedes tener empresas competitivas si las ahogas con impuestos»

El presidente de Global Exchange repasa la actualidad económica y critica proyectos como el del euro digital

En el barrio de Madrid donde vivo había una papelería cuyo dueño tenía, para su uso personal y en un sitio bien visible, una máquina fotocopiadora. Y digo bien para su uso personal, porque en la puerta había pegado un cartel que decía: «No se hacen fotocopias». Se conoce que no dejaba de entrar gente pidiéndoselo, pero el hombre, en lugar de ver en aquella necesidad insatisfecha una oportunidad de negocio, la consideraba un incordio.

En España mucha gente razona así. ¿Para qué vas a meterte en camisas de once varas, con lo a gusto que estás vendiendo tus lapiceros, tus cuadernos de espiral, tus escuadras y tus cartabones?

Por fortuna, de cuando en cuando y en el lugar más inopinado, surgen visionarios como Juan Antonio Alanís y María del Rosario Marcos, los padres de nuestro invitado. En 1996 este matrimonio regentaba un centro comercial de 1.500 metros cuadrados en Fuentes de Oñoro, un pueblo salmantino de apenas 1.000 habitantes, pero con un trasiego considerable, porque está en la frontera con Portugal. Cada día pasaban por allí cientos de turistas que necesitaban cambiar sus pesetas en escudos o viceversa y que se daban de bruces con el infranqueable horario comercial de los bancos, que no abren ni por la tarde ni en festivo así los aspen.

Juan Antonio y María del Rosario podrían haber hecho como el dueño de la papelería y haber pegado a la entrada del centro comercial un cartel que dijera: «No se cambia moneda», pero en lugar de eso le propusieron a su hijo: «¿Por qué no abres una oficina de divisas?».

Isidoro J. Alanís (Fuentes de Oñoro, Salamanca, 1973) se acababa de licenciar en Gestión y Administración de Empresas por la Universidad Antonio de Nebrija y quizás se veía trabajando en Wall Street, en la City o por lo menos en Madrid. Un pueblo salmantino de 1.000 habitantes tenía que hacérsele poca cosa, pero reconoció como sus padres la oportunidad y a partir de ella ha levantado Global Exchange, una multinacional que cuenta con 495 oficinas en 31 países, da empleo a 2.900 personas y facturó 266 millones de euros en 2023.

Sería injusto, sin embargo, dejar en esta pincelada la travesía empresarial de Alanís. Parecería que todo su mérito ha consistido en coger al vuelo la ocasión y dejarse llevar, cuando en realidad ha debido sortear tremendos obstáculos.

Porque como seguramente no les habrá pasado inadvertido, muy poco después de 1996 España y Portugal se incorporaron al euro y, con la desaparición de la peseta y el escudo, el 90% de sus clientes se volatilizó.

¿Qué hicieron los Alanís? Salir a buscar otros fuera, pero con tan mala fortuna que el primer sitio donde miraron, Argentina, sufrió en 2001 una profunda depresión.

Por fortuna, las crisis en Argentina vienen y van con relativa rapidez y, una vez superado el corralito, el país resurgió tan verticalmente como había caído y proporcionó a Global Exchange recursos para irse expandiendo por Uruguay, Costa Rica, Marruecos, Jamaica, Australia, Hong Kong y así, ya digo, hasta 31 países.

¿Fin de la historia? ¡En absoluto! Todavía quedaba el confinamiento mundial que provocó la covid y que obligó a los Alanís a acometer un ajuste brutal, que afectó al 90% de la plantilla. Si siguen tan ternes es por dos motivos. El primero, los préstamos ICO, que ya han devuelto. Y el segundo, su fe en las vacunas, que los llevó a pujar por los contratos de varios aeropuertos mientras sus competidores esperaban a ver si la inmunización terminaba o no de funcionar.

Pensarán: «Pues sí que es agitada la saga de los Alanís», pero no se muevan del asiento, porque en la nueva temporada deberán hacer frente al fin del efectivo que muchos Gobiernos están considerando para combatir el fraude, y por ahí empieza nuestra conversación que pueden contemplar íntegra en la web de THE OBJECTIVE y de la que sigue una versión extractada y editada.

PREGUNTA- Como presidente de Global Exchange, tienes motivos obvios para oponerte al euro digital, porque acabaría con los billetes físicos que son la base de vuestro negocio. Pero otros expertos que carecen de vuestros intereses, como Daniel Lacalle, también han alertado de que el euro digital supone una inquietante herramienta de control, pues el Banco Central Europeo concentraría toda la información sobre nosotros.

RESPUESTA- Quienes nos consideramos liberales no podemos admitir que el Estado fiscalice nuestras vidas y nuestra forma de gastar dinero. Si se llegara al extremo de que el euro digital fuese el único medio de pago, supondría el fin de Europa como continente de la libertad. No creo, por fortuna, que ese escenario vaya a materializarse, pero así y todo estoy totalmente de acuerdo con quienes alzan la voz para alertar de su peligro.

«Si la reducción de jornada es tan buena, ¿por qué no la bajan a 10 horas en lugar de a 37?»

P.- Una divisa electrónica agilizará las transacciones y acabará con las comisiones. Ya no tendremos que pagar al banco ni a la entidad emisora de tarjetas. Suena atractivo, ¿no?

R.- Lo más atractivo es el dinero físico, porque ahí sí que no hay comisiones ni controles ni límites de gasto. Las tarjetas tienen el inconveniente añadido del endeudamiento progresivo. Te pones muy contento cuando te dan el crédito a 30 días, pero ¿qué pasa cuando la bola empieza a crecer? A la gente hay que decirle la verdad de todos los medios de pago. No se puede demonizar el efectivo porque lo usen los narcos. Si lo has ganado legítimamente y has aportado lo que te corresponde a Hacienda, ¿por qué no vas a poder pagar con él? No entiendo que se le pongan trabas y es, desde luego, inadmisible difundir la imagen de que es propio de delincuentes.

En España se da, además, la circunstancia de que somos poco de predicar con el ejemplo. Hemos puesto un límite de 1.000 euros al pago en efectivo, cuando en Europa la media es de 6.000, pero ¿quién lo cumple? Tenemos una de las tasas más altas de economía sumergida. Las restricciones no solucionan nada, nadie las respeta. [Poco después de que esta entrevista se grabara, apareció el informe de la UCO sobre los sobres de «txistorras», «soles» y «lechugas» que entregaban en el PSOE a José Luis Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán y que, según aclaró Patxi López a los periodistas con su chulería habitual, es «exactamente lo mismo» que hacen miles de empresas en el país].

«Durante el confinamiento el absentismo era del 7% y ahora ha subido al 7,2%. Había menos bajas laborales con la covid que ahora. Es para hacérnoslo mirar»

P.- Habéis abierto en Salamanca un centro tecnológico que acoge a 200 expertos en la nube, big data e inteligencia artificial (IA). ¿Por qué importa tanto la tecnología en un negocio que básicamente consiste en cambiar billetes de un país por los de otro?

R.- La tecnología es básica para cualquier empresa que aspire a liderar el mercado. Yo siempre digo en broma que somos una fintech que además gana dinero, porque toda nuestra operativa está basada en la innovación. Hemos desarrollado nuestros propios sistemas de control, gestión y atención al cliente.

P.- Os ayudan a calcular cuánto efectivo hay que tener en cada momento…

R.- Ese es un ejemplo. Tenemos un equipo dedicado a mantener los datos actualizados y realizar análisis históricos y previsiones futuras. También empleamos IA para programar y, sobre todo, para traducir. Antes necesitabas a una persona a tiempo completo.

P.- Mi mujer es intérprete…

R.- Pues esa tarea se la está quedando la IA, lo siento por ella. Es verdad que si deseas una fidelidad del 100%, necesitas a un humano que certifique la traducción, pero en el 90% de los casos te vale con un programa informático. Funcionan, además, con cualquier idioma: puedes traducir del español al chino o del japonés al árabe… Todo esto nos permite ser más eficientes y mejora nuestra capacidad de respuesta. Es un negocio en el que la diferencia la marcan la rapidez, porque competir por precio es difícil. El principal coste es lo que te cobran los aeropuertos y yo siempre digo que se han convertido en centros comerciales, solo que con los alquileres más altos del mundo.

«El medio de pago más atractivo es el dinero físico: no hay comisiones ni controles»

P.- Madrid y Barcelona son gigantescas aspiradoras que absorben la actividad de las regiones adyacentes. Vosotros mismos habéis confesado que tenéis problemas para retener el talento en Salamanca.

R.- Son modas. Ahora mismo los jóvenes solo se fijan en las grandes ciudades. Yo entiendo que no se queden en Fuentes de Oñoro, pero Salamanca tiene de todo: una calidad de vida muy agradable a un coste muy inferior al de Madrid, con dos universidades y casi 40.000 estudiantes. Lo único que le faltan son oportunidades de trabajo y por eso muchos licenciados que no encuentran hueco en su especialidad emigran. Pero nosotros sacamos vacantes para ingenieros, economistas, informáticos…

P.- ¿Os cuesta cubrirlas?

R.- Sobre todo en tecnología. También tenemos problemas con perfiles sénior. No encontramos directivos que quieran instalarse en Salamanca.

P.- ¿Pagáis lo mismo que en Madrid y Barcelona?

R.- Pagamos más.

P.- Quizás no encuentran los mismos servicios en educación y sanidad…

R.- En el terreno de la formación, las universidades salmantinas no tienen nada que envidiar a las madrileñas o las catalanas y, en el sanitario, ocurre exactamente lo mismo, porque tenemos la fortuna de vivir en un país cuyas prestaciones sociales son excelentes en cualquier provincia.

Las causas del rechazo hay que buscarlas más bien en lo personal y lo cultural. Por un lado, si tienes 45 años y un núcleo familiar asentado, con hijos en edad escolar, te da pereza mudarte. Y luego está la reputación. Muchas personas creen que irse a una ciudad pequeña menoscaba tu prestigio, pero es al revés: en Salamanca no vas a pasar desapercibido, a diferencia de Madrid o Barcelona… Esto es algo que tenemos que trabajar como país. En Estados Unidos es normal mudarse cinco o seis veces a lo largo de una carrera. En España nadie se mueve de su ciudad.

«Aquí somos poco de predicar con el ejemplo. Hemos puesto un límite de 1.000 euros al pago en efectivo, cuando en Europa la media es de 6.000, pero ¿quién lo cumple?»

P.- He leído, y no sé si es una exageración, que recibís más de mil ciberataques diarios. ¿Qué pretenden los piratas y de dónde salen? ¿Son todos ucranianos y rusos, como dicen?

R.- Ni siquiera son personas. De esos mil ciberataques diarios, o más, el 95% son bots que ponen a prueba las debilidades de nuestras defensas. Una vez identificadas, entran en juego los humanos. Es un bombardeo continuo desde todas las partes del mundo.

P.- ¿Incluso desde España? ¿Estamos a buen nivel en piratería?

R.- No sabría decirte, pero, al final, no es difícil programar un bot. Por eso a mí la ciberseguridad me parece uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Da miedo y, para frustrar cualquier ataque, en Global Exchange hemos montado un gran equipo.

«En 1975 había en España 700.000 funcionarios que lo hacían todo a mano. Hoy tenemos un millón que dispone de ordenadores y ¿han mejorado las cosas? No»

P.- Se me ha olvidado mencionar en la presentación que has sido alcalde de Fuentes de Oñoro [por el Partido Popular]. ¿Cómo simultaneaste el cargo con la dirección de una multinacional.

R.- Ser alcalde de tu pueblo es lo mejor que te puede pasar. Eso lo primero. Estuve 16 años y, durante ese tiempo, ni yo ni nadie de mi equipo cobramos retribución alguna. Lo hicimos de forma altruista. Yo ni siquiera pasé los gastos de algún viaje que tuve que hacer.

Lo segundo es que lleva tiempo. Un día me puse a contar cuántas horas le había dedicado y, si mal no recuerdo, me salieron cerca de 5.000 horas, pero era una pasión y yo la viví encantado y feliz. Lo que pasa es que los fines de semana tenía que recuperar lo que había dejado de trabajar en la empresa. Pero incluso así es una cuestión de organización y, cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que tampoco lo hice tan mal. En 2007, cuando salí elegido por primera vez, Global Exchange estaba en cinco o seis países y en 2023, cuando dejé el bastón, iba ya por 24 o 25. Y mis conciudadanos tampoco debieron de quedar insatisfechos cuando me votaron cuatro legislaturas seguidas.

Los empresarios deberíamos involucrarnos más en la vida pública. Se supone que lo prudente es mantenerse al margen, no comentar ni hablar de política. Pero es absurdo, porque si de algo sabemos los empresarios es de gestión, y en este país falta capacidad de gestión.

«En Auckland [Nueva Zelanda] se nos adjudicó el contrato de un aeropuerto y, a los tres meses, estábamos atendiendo a 1.000 clientes diarios. En España eso sería inimaginable»

P.- Pues ya que has sacado el tema, vamos a meternos en harina. ¿Te cae bien Donald Trump? ¿Qué te parecen sus decisiones? El dólar está muy débil.

R.- La devaluación respecto del euro ha sido del 20% [desde el máximo de septiembre de 2022] y claro que eso lo hemos notado en nuestra cuenta de resultados, pero se trata de fluctuaciones inevitables. Ni los años que nos perjudican hacen de nosotros una empresa peor, ni los años que nos favorecen nos hacen una mejor.

En cuanto a Donald Trump, ni me cae bien ni me cae mal, porque no tengo el gusto de conocerlo. Lo que sí me inspira es una envidia sana. Envidia de los americanos por tener un presidente tan votado. Esto se nos olvida a los europeos. Empezamos en seguida a ponerle peros, olvidando que lo ha elegido una aplastante mayoría, cuyos intereses se dispone a defender.

Porque también se nos olvida que con sus decisiones solo busca beneficiar a su economía. Piensa en la OTAN. Su exigencia de que los socios paguemos aliviará la carga financiera que soportan sus contribuyentes. Los europeos somos increíbles. Estamos todo el día quejándonos de lo mal que lo organizan todo los americanos, pero luego les pedimos que lo paguen todo.

«El Estado podría reducir su gasto público en un 14% y ahorrar 60.000 millones solo con que elevase su eficiencia a los niveles de la media de la OCDE»

P.- Cuando Trump nos obliga a los europeos a gastar más en defensa beneficia a sus conciudadanos, pero los aranceles van a subir el precio de sus bienes y servicios.

R.- Su objetivo es equilibrar una balanza comercial muy deficitaria. Si le sale bien, los americanos estarán felices y, si no, pagarán las consecuencias. En eso consiste la democracia. Al final, todos tenemos los gobernantes que nos merecemos.

Volviendo a lo estrictamente profesional, la evolución de Estados Unidos no me preocupa. Global Exchange no tiene negocio allí, pero como espectador no deja de parecerme un país admirable. Es la primera potencia en todo. Llevamos años diciendo que China lo va a superar y no lo consigue. Si analizas las 10 compañías más innovadoras, seis son americanas. ¡Ojalá importáramos esa mentalidad que reconoce el esfuerzo y el trabajo, que admira el éxito y que no castiga en exceso el fracaso!

«España crece, pero gracias a los fondos europeos. La pregunta es qué pasará cuando el Gobierno no disponga de esa capacidad de gasto»

P.- ¿Y no te parece mal que presione a la Reserva Federal y acabe con la autonomía del banco central, que ha sido un avance en la lucha contra la inflación?

R.- No lo veo ni bien ni mal, porque no soy americano, es asunto suyo. A mí lo que me preocupa es lo que pasa en España y lo que me pregunto es cómo podemos rasgarnos las vestiduras por las injerencias de Trump cuando aquí tenemos a un presidente que apoya a un fiscal general del Estado imputado o que ha colocado al frente del Banco de España a un señor [José Luis Escrivá] mientras aún era ministro [de Transformación Digital y de Función Pública. El traspaso de la cartera a Óscar López se produjo horas después de que prometiera el cargo de gobernador].

La división de poderes es esencial, no tengo la menor duda al respecto. Pero, por favor, ¡un poco de coherencia! En España no estamos en disposición de dar lecciones de independencia a nadie.

«¿Cómo podemos criticar las injerencias de Trump en la Fed cuando aquí Sánchez ha colocado a un ministro al frente del Banco de España?»

P.- Una de las cosas que denuncia Mario Draghi es que nos metemos mucho con Trump, pero en Europa tenemos barreras internas equivalentes a un arancel del 64% en algunos bienes industriales.

R.- La Unión Europea solo lo es de nombre, es una unidad ficticia. Las ventajas de un gran mercado continental son enormes, pero su construcción es muy complicada porque somos muchos países, cada uno con su historia, su tradición y su idioma. Yo siempre pongo el ejemplo de mi pueblo. Fuentes de Oñoro se encuentra a menos de 100 metros de la frontera con Portugal. Das unos pasos y estás en Vilar Formoso, pero allí hablan portugués, comen a las 12 del mediodía y beben un café mucho más fuerte. No nos separa solo el idioma, sino toda una forma de entender la vida. Por eso, esto de la Unión Europea yo siempre lo pongo entre comillas.

P.- ¿Qué opinas del pacto comercial con Estados Unidos? Ha sido casi humillante. ¿No deberíamos haber replicado gravando sus servicios?

R.- El poder de negociación estaba muy descompensado. Cuando hemos aceptado unos aranceles del 15% es porque era la menos mala de las opciones.

Isidoro J. Alanís, fundador de la multinacional Global Exchanmge, visita ‘El podcast de El Liberal’. | Víctor Ubiña

P.- Aparte de haber sido alcalde de Fuentes de Oñoro, eres presidente de la asociación Empresa Familiar de Castilla y León, y uno de tus objetivos es reducir la burocracia. Dices que Europa y España no hacen más que regular. ¿Por qué es malo? Se supone que es para defender a los consumidores.

R.- Eso es lo que se dice, pero la verdad es que va en contra de los ciudadanos y de las empresas.

P.- Ponme un ejemplo.

R.- Solo tienes que ver la cantidad de trámites que hay que hacer para abrir una empresa. ¿Qué sentido tiene tanta traba? Vas a generar empleo y riqueza, estás arriesgando tu propio capital y, por si eso no fuera ya complicado, debes afrontar hasta cinco niveles regulatorios: el europeo, el estatal, el regional, el provincial y, en algunos sitios, las mancomunidades o los municipios. ¡Es imposible que Europa prospere con semejante maraña! Cualquier trámite te lleva meses. Una fintech [empresa que aplica las nuevas tecnologías a las finanzas] que aspira a convertirse en entidad de medios de pago necesita una licencia del Banco de España cuya concesión rara vez baja de los cuatro meses.

«Los europeos somos increíbles. Estamos todo el día quejándonos de lo mal que lo organizan todo los americanos, pero luego les pedimos que lo paguen todo»

P.- ¿Es más rápido en otros países?

R.- En algunos puedes estar operando en un mes. También es verdad que los hay más complicados, como Brasil, donde pueden tardar tres años.

P.- Vosotros acabáis de abrir una oficina en Nueva Zelanda, donde aparentemente es todo mucho más fácil.

R.- Se nos adjudicó el contrato del aeropuerto de Auckland y, a los tres meses, estábamos atendiendo a 1.000 clientes diarios. En España eso sería inimaginable. Y no es un problema español, sino continental. Lo denuncia Mario Draghi en su famoso informe. Si Europa quiere ser competitiva, debe reducir la burocracia, algo técnicamente posible, pero políticamente complicado, porque implica una reducción de la función pública. ¡A ver qué candidato se atreve a decir que, con las actuales herramientas tecnológicas, sobran el 20%, el 30% o el 40% de las plantillas ministeriales! Pero esa es la realidad. No tiene ningún sentido que en 1975 hubiera en España 700.000 funcionarios haciéndolo todo a mano y, en 2024, después de la revolución informática y de las telecomunicaciones, tengamos un millón más y, encima, no se hagan mejor las cosas.

«Cuando abres una empresa, arriesgas tu dinero para generar empleo y riqueza, pero te ponen delante una auténtica maraña burocrática. ¡Es imposible que Europa prospere así!»

P.- Otra de tus prioridades al frente de Empresa Familiar es rebajar los impuestos. Te pregunto: ¿no es un poco temerario cuando el déficit presupuestario ronda el 3% del PIB, la deuda pública supera el 100% y destinamos al pago de intereses 42.000 millones?

R.- No estoy nada de acuerdo. Desde luego, si uno se fija solo en los ingresos, la respuesta es la tuya: no es posible. Pero lo que hay que mirar es el lado de los gastos. Un estudio del Instituto de Estudios Económicos [el laboratorio de ideas de la patronal CEOE] estimaba en 2022 que el Estado podría reducir su gasto público en un 14% y seguir ofreciendo el mismo nivel de servicios públicos si lograra mejorar su eficiencia hasta alcanzar niveles similares a los de la media de la OCDE. Ello supondría un ahorro de 60.000 millones de euros. Igual el IEE exagera, pero me da igual, aunque fuera la mitad, ya tendrías margen para aliviar la presión fiscal.

Para cuadrar un presupuesto hay dos opciones: ingresar más o gastar menos, pero los gobernantes tienden a olvidarse de la segunda porque suscita menos protestas. A los ciudadanos nos suben un punto el IVA y no nos enteramos. Pero esa subida consistente y reiterada nos ha llevado a cotas de presión fiscal desconocidas. [Se encuentra en máximos históricos y ya supera la media de la UE]. Yo no soy quién para decirle a nadie cómo tiene que gobernar, pero si me piden mi opinión de empresario, les diré que no puedes tener compañías competitivas si las asfixias con impuestos.

«La inquina que le tiene este Gobierno, y la ministra Díaz en particular, a los empresarios es algo retrógrado, impropio del siglo XXI»

P.- Pues Pedro Sánchez dice que así y todo vamos como un cohete, y los datos indican que este año probablemente el aumento del PIB superará el 2,5%.

R.- Hay aquí dos factores fundamentales que no se ponen sobre la mesa cuando se habla de este crecimiento. El primero es la contribución de los fondos Next Generation. Estamos hablando de un total de 140.000 millones de euros. La inyección de semejante cantidad tiene que notarse necesariamente, aunque cabe preguntarse si se está invirtiendo sabiamente. Porque hasta donde yo sé, ninguno de los proyectos va a ayudarnos a ser más productivos. El dinero se está destinando a gasto administrativo.

El segundo factor es la contratación de la Administración, en todos sus niveles: estatal, regional, provincial y municipal. [Ha sumado 650.000 trabajadores adicionales desde que Sánchez llegó a la Moncloa en 2018, un incremento del 27%, muy superior al registrado por el sector privado en el mismo periodo].

Hechas estas puntualizaciones, la pregunta es qué va a pasar cuando el Gobierno carezca de esa capacidad de desembolso. Con tanta liquidez, España disfruta de un buen momento, pero tenemos que mirar un poco más allá.

P.- El profesor del IESE Javier Díaz-Jiménez sostiene que Sánchez ha comprometido el gasto de los próximos dos presidentes.

R.- Estoy de acuerdo, sus sucesores van a tener que recortar sí o sí. Lo que se nos viene encima, aunque no sabría precisar cuándo, es una crisis de deuda. En toda Europa. Los estados están al límite y habrá que ver cómo capeamos el temporal cuando estalle.

P.- Eres particularmente crítico con las políticas laborales de este Gobierno, singularmente con la reducción de la jornada. La ministra Yolanda Díaz y el líder de la UGT Pepe Álvarez dicen que va a mejorar la productividad.

R.- Fenomenal, pero si fuera así, ¿por qué no reducirla a 10 horas a la semana en lugar de 37? Eso lo dice quien no ha vivido de cerca lo que significa sacar adelante una empresa. A un comercio que abre todo el día lo obligas a aumentar la plantilla o a cerrar unas horas, y hay negocios que no se pueden cerrar. Nosotros tenemos que estar siempre abiertos y si ahora me reducen la semana, ¿cómo cuadro los turnos? O cierro la ventanilla unas horas, lo cual no me permiten los aeropuertos, o incorporo a más personas para cubrir la brecha.

«Los empresarios deberíamos involucrarnos más en la vida pública»

P.- Eso se traducirá en un aumento de costes…

R.- …que tendremos que trasladar al cliente y nos hará menos competitivos. La productividad se mejora siendo más eficiente, haciendo más cosas en el mismo tiempo, no reduciendo la duración de la jornada.

P.- Ya que estamos con Yolanda Díaz y el negociado laboral, ¿qué opinas de su reforma? Dice que han acabado con los contratos temporales.

R.- Sí, lo que pasa es que los contratos fijos de ahora duran como los temporales de antes… La reforma laboral ha sido muy perjudicial, pero ha habido medidas peores que solo se explican por la inquina que le tienen a los empresarios el Gobierno, en general, y la ministra Díaz, en particular. Es algo retrógrado, impropio del siglo XXI.

P.- ¿A qué medidas te refieres?

R.- Por ejemplo, ya no se puede despedir a una persona cuando está de baja sanitaria. ¿Y qué ha pasado? Que mucha gente ha visto que tomarse una baja carece de consecuencias y el absentismo, que era un auténtico drama, se ha disparado. [Más de 1,5 millones de personas faltan al trabajo cada día].

«Se supone que lo prudente es mantenerse al margen de la política, pero es absurdo, porque si de algo sabemos los empresarios es de gestión, y en este país falta gestión»

P.- Ha subido en toda Europa.

R.- Como Global Exchange es una multinacional, te puedo dar una visión panorámica y, sí, en Francia tenemos datos peores, pero en Inglaterra, en Suiza y en Dinamarca no. Para que te hagas una idea, la tasa de España duplica la media de los 31 países en los que operamos.

P.- ¿Y esto es imputable a la reforma laboral?

R.- Ha coincidido. Fíjate, antes de la covid el absentismo rondaba el 5%. Durante el confinamiento se disparó al 7% y ahora ha subido hasta el 7,2%. Es decir, había menos bajas laborales cuando nos azotaba una pandemia mundial. Es para hacérnoslo mirar.

P.- ¿Y qué dice el Gobierno cuando les enseñáis estos números?

R.- De momento, no dice nada. El otro día tuve la oportunidad de exponérselos a Alberto Núñez Feijóo [el secretario general del PP] durante el Congreso de la Empresa Familiar de Castilla y León. Tomó nota y se comprometió a hacer algo en cuanto llegue a la Moncloa.

P.- Aunque políticos como Ione Belarra siguen atacando a los empresarios [los ha llamado «usureros, codiciosos y avariciosos»], mi impresión es que la imagen del emprendedor ha mejorado.

R.- Hombre, la gente no es tonta. La gente pone en un platillo de la balanza a Ione Belarra, que no ha trabajado nunca en el sector privado, que desde los 27 años lleva encadenando un cargo público detrás de otro y que cobra de nuestros impuestos, y en el otro platillo pone a Juan Roig, que a partir de un negocio familiar ha levantado un gigante que emplea a más de 100.000 personas, que ha abaratado la cesta de la compra y que aporta todos los años cientos de millones de euros a las arcas públicas, y es que no hay color.

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