Crece la brecha generacional: el patrimonio de los jóvenes españoles cae un 75% desde 2002
El encarecimiento de la vivienda y la pérdida de poder adquisitivo frenan la acumulación de riqueza

Ilustración fotográfica de una persona calculando el valor de una vivienda. | Freepik
El patrimonio de los jóvenes españoles se ha desplomado en las dos últimas décadas. La riqueza bruta de los hogares cuyo cabeza de familia tiene menos de 35 años se ha reducido un 75% desde 2002, mientras que el grupo de entre 35 y 44 años acumula un 15% menos que hace veinte años. Según el estudio Radiografía de la evolución del patrimonio de los hogares españoles: la dificultad del ahorro para las nuevas generaciones, elaborado por el Observatorio del Ahorro de la Fundación Mutualidad, los mayores de 65 años han mantenido niveles de patrimonio estables, pero los menores de 35 sufren caídas continuas desde la crisis de 2008, sin lograr recuperarse y profundizando su deterioro económico.
El principal motivo de este retroceso patrimonial reside en la vivienda. El informe confirma el desplome del acceso a la propiedad: mientras que en generaciones anteriores la compra de vivienda era «prácticamente generalizada», con tasas del 80% o 90%, en 2002 ya había descendido al 70%, y en 2022 –último año analizado– apenas supera el 30%. Este cambio impacta de lleno en la riqueza de los jóvenes. Quienes han conseguido comprar concentran la mayor parte de su patrimonio en la vivienda, mientras que los no propietarios dependen sobre todo de depósitos y activos financieros de escaso valor.
A la dificultad para acceder a la vivienda se suma la debilidad de los ingresos. El estudio señala que, en términos reales, los menores de 30 años ganan hoy unos 500 euros menos al año que en 2008. Entonces, un joven de entre 16 y 29 años percibía de media cerca de 14.000 euros anuales, frente a los 13.500 euros actuales. En cambio, los mayores de 65 años sí han experimentado incrementos sustanciales en sus ingresos durante el mismo periodo. El estudio concluye que desde 2008 los menores de 35 años mantienen una tendencia claramente negativa: «La riqueza bruta y neta medianas de este grupo disminuyen de forma sostenida mientras se estabilizan o repuntan para los segmentos de mayor edad».
El peso de la vivienda
La vivienda continúa siendo el pilar central del patrimonio de las familias españolas al representar cerca del 80% del total de su riqueza. En las dos últimas décadas, pese al fuerte retroceso sufrido durante la crisis de 2008 (cuando cayó un 20,5%) y su posterior recuperación, el valor de los inmuebles se ha revalorizado un 66%, impulsando el crecimiento global del capital de los hogares. Pero este mismo incremento ha levantado una barrera cada vez más alta para el ahorro y la estabilidad financiera de las generaciones jóvenes, según el informe Evolución de la Riqueza de las Familias en España (2002–2022) de Fedea.
El acceso a la vivienda, explican los autores, ha estado profundamente condicionado por la generación a la que se pertenece, generando una brecha patrimonial cada vez más visible. Los baby boomers y los primeros miembros de la Generación X pudieron comprar vivienda en un contexto de precios moderados, crédito accesible y empleos estables. En cambio, los millennials se enfrentan a precios desorbitados, menor capacidad de financiación y mayor precariedad laboral, lo que ha limitado su posibilidad de acumular patrimonio y encendido las alarmas sobre el futuro económico de la Generación Z. Y la consecuencia es visible en las cifras de propiedad: los hogares con cabeza de familia menor de 35 años han pasado de tener una tasa de propiedad de casi el 65% en 2008 a menos del 40% en 2022, mientras que entre los mayores de 65 años el porcentaje supera el 90%.
Esa brecha también se refleja en el endeudamiento. Los menores de 35 años registran la ratio deuda-activos más elevada del periodo analizado, que alcanzó su máximo en 2017 con un 49%, para reducirse al 30% en 2022 tras varios años de desapalancamiento. La mayor parte de esa deuda está asociada a hipotecas y créditos para la compra de vivienda, a diferencia de los grupos de mayor edad, con carteras más diversificadas y solvencia consolidada.
Según Fedea, esta evolución amenaza con reforzar una brecha patrimonial hereditaria, que perpetúe la desigualdad intergeneracional y limite la movilidad social de los más jóvenes. Mientras los mayores continúan ampliando su ventaja patrimonial con el paso del tiempo, los millennials y la Generación Z se ven atrapados en un modelo de acumulación cada vez más frágil y excluyente.