Madrid vs Cataluña: historia de un 'sorpasso'
«No es consecuencia de la suerte ni de la casualidad, sino de una política constante de liberalización de la economía»

Evolución del PIB en Madrid y Cataluña.
No, no es por la capitalidad. De ser así, Madrid llevaría casi 500 años por encima de Cataluña y, como vemos, esta situación se da de forma sostenida sólo desde 2018. Y no, no es consecuencia tampoco ni de la suerte ni de la casualidad, sino más bien de una política constante de liberalización de la economía que tiene sus frutos y logra el respaldo mayoritario de los madrileños. El árbol es la reducción constante de los impuestos, el bosque es una menor intervención pública en la economía, algo que se practica en Madrid desde los tiempos de Esperanza Aguirre y que la actual presidenta Díaz Ayuso lleva por bandera.
Las bajadas de impuestos desde 2004 han supuesto que casi 75.000 millones de euros permanezcan allí donde mejor están, en el bolsillo de los ciudadanos. Desde que gobierna Ayuso son unos 35.000 millones, apoyados en 32 bajadas, que en el caso del IRPF se dan en todos los tramos de renta, sin excepción. Todos los ciudadanos de la Comunidad de Madrid pagan sistemáticamente menos impuestos que los vecinos de Cataluña, algo que era verdad en 2018 y que lo sigue siendo en 2024. En el caso de una madre con dos hijos, son entre 250 y 4.000 euros menos. La izquierda habla del dumping fiscal madrileño. Los liberales preferimos hablar del expolio fiscal catalán.
Y esto no ocurre a costa de degradar los servicios públicos. De acuerdo con los datos oficiales del Sistema de Información de Listas de Espera (SISLE) del Ministerio de Sanidad, a finales de 2024 un paciente debía esperar, en Madrid, una media de 48 días hasta la operación, casi 100 días menos que en Cataluña (145). Para una consulta externa, el madrileño espera unos 60 días, que no son pocos, pero menos que los 98 que espera el catalán.
Esta situación, junto con una mayor seguridad jurídica, se traduce en mayores niveles de actividad económica, y, por tanto, en mayores oportunidades y en un mayor dinamismo social. Desde 2018, el incremento de población en Madrid supera en casi medio punto porcentual al de Cataluña; el aumento de afiliados a la Seguridad Social ha sido de 565.000 en Madrid por 275.000 en Cataluña; las personas en paro cayeron en ambas comunidades en alrededor de 55.000, pero con una mayor intensidad en Madrid; la tasa de actividad (la proporción de la población en edad de trabajar que participa en el mercado de trabajo, un indicador clave en la capacidad de una economía de atraer talento) planea en torno al 58,7% en Cataluña desde 2018 mientras que en Madrid se ha incrementado desde el 61,2% hasta el 62,5%.
Madrid recibe, en promedio en ese periodo, dos de cada tres euros de inversión extranjera, mientras que Cataluña menos de uno de cada cinco. De la menor intervención habla la deuda pública de cada región, con Madrid reduciéndola del 14,3% al 12% sobre el PIB regional y Cataluña del 34,1% al 29,7%. Y, por añadir un último dato, la renta per cápita en el periodo ha crecido en Cataluña un 22%, desde los 30.800 euros a los 37.500 euros, mientras que en Madrid ha pasado de los 35.000 a los 44.800, un alza del 28%.
Madrid es la única Comunidad Autónoma que reconoce, sin más, cualquier licencia o autorización de actividad emitida por cualquier otra comunidad, gracias a la ley de mercado abierto de 2022. Ha aligerado o, directamente, eliminado 540 normas desde 2021, y va a aprobar una ley integral contra la hiperregulación, que fijará caducidad a las normas, cambiará el sentido desestimatorio del silencio administrativo, establecerá un sandbox regulatorio para agilizar la adopción de nuevas tecnologías y una estrategia de derogación de regulación equivalente por cada nueva norma aprobada.
Menos regulación, más competencia, más gente llegando, más gente trabajando, menos deuda pública, menos intervención pública, más riqueza. No es complicado, y la consecuencia se ve en el gráfico. Pero requiere voluntad y, sobre todo, abandonar el socialismo.