Malestar en Economía por la guerra de Sánchez contra Trump: «Nos arruinará»
Las exportaciones a EEUU se hundieron un 30% en agosto y la inversión extranjera ha caído a la mitad desde enero

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero; y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo | ILUSTRACIÓN: Alejandra Svriz
12 de julio de 2024.- En un hecho poco habitual en diplomacia internacional, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, apoyó públicamente la candidatura de Joe Biden a la Casa Blanca. Y lo hizo en medio de las dudas del Partido Demócrata ante una campaña en la que Donald Trump se mostraba cada vez más agresivo. Pocos días después de la cumbre de la OTAN en la que se vio al todavía primer mandatario de EEUU errático y desconectado, el español dijo que prefería al demócrata antes que al republicano. «Su compromiso con la OTAN yo creo que es total, es rotundo, y eso se ha demostrado en la celebración de este 75 aniversario», señaló antes de reconocer que no escondía sus preferencias «con todos los respetos a lo que vaya a elegir el pueblo estadounidense».
Lo que no calibró Sánchez —además del lógico enfado de Trump— es que menos de una semana después Biden renunciaría a la nominación demócrata por las presiones de su partido, y que a primeros de agosto se designaría a Kamala Harris como su sustituta. Y para no quedar totalmente descolgado, el español destacó la «valiente» decisión. «Un gran gesto de un gran presidente», indicó haciendo un homenaje a quien probablemente es la figura de la que ha estado más cerca de EEUU. Con sus matices y considerando que el expresidente nunca estuvo realmente interesado en España, el líder del PSOE aprovechó durante su mandato cualquier cumbre internacional para forzar fotos y encuentros furtivos. Así, su momento de mayor protagonismo se produjo en mayo de 2023 cuando visitó la Casa Blanca por primera vez —y única— desde que Rajoy lo hiciera en 2017.
A Sánchez siempre le sedujo la cercanía de sus agendas: cambio climático, descarbonización, igualdad y cooperación atlántica fueron banderas de la Administración Biden. Pero tocaba respaldar a su sucesora. En Moncloa confiaban en que ganaría las elecciones y se volcaron en apoyarla. Sin intervenciones directas del presidente, el foco de la campaña se centró en el partido del Gobierno. «Desde el PSOE queremos enviar nuestro firme apoyo a Kamala Harris para las elecciones de noviembre en Estados Unidos», dijeron a finales de agosto tras la nueva nominación. Lo mismo hizo el portavoz parlamentario, Patxi López, que se mostró pletórico el 11 de septiembre (al día siguiente del debate de la vicepresidenta contra Trump) indicando que el triunfo de la demócrata era «lo mejor que podía pasar». Incluso exigió al Partido Popular (PP) que se posicionara a favor de uno de los dos candidatos.
Sánchez vs Trump
6 de noviembre de 2024.- Donald Trump gana las elecciones y Sánchez le felicita a regañadientes y sin desearle suerte, como sí hizo con Biden cuatro años antes. Ese mismo día el PSOE habló de «jornada oscura». «Felicidades a Donald Trump por su victoria y su elección como 47º Presidente de los Estados Unidos. Trabajaremos en nuestras relaciones bilaterales estratégicas y en una fuerte asociación transatlántica», dijo en un mensaje en sus redes sociales. Una semana después le felicitaba por teléfono durante «un cuarto de hora», según Moncloa; reiteró que España y EEUU son «socios, amigos y aliados estratégicos». A comienzos de enero, le enviaba un mensaje casi calcado, aunque con menos fuerza. Por entonces, el presidente español había emprendido una cruzada para que Europa se rebelara contra lo que llamó «tecnocasta», los gigantes tecnológicos que —a su juicio— controlaban el debate público. Gigantes tecnológicos que no solo le financiaron a Trump, sino que también fueron invitados de honor a la investidura del estadounidense.
Sánchez llevaba varios meses agitando el fantasma de la ultraderecha, los ultrarricos y los gigantes de Silicon Valley para defender su plan de regeneración democrática. Y en sus discursos no dudaba en llamar «trumpistas» a sus adversarios, tanto al PP como a Vox. Una retórica que se acentuó al llegar al mes de enero, coincidiendo además con la llegada de Trump a la Casa Blanca. En esos meses, el presidente del Gobierno intentó constituirse en un contrapoder al nuevo inquilino de Washington y —al menos dentro de nuestras fronteras— no dejó de relacionarle con la derecha más reaccionaria. No ocultaba públicamente sus diferencias con la agenda de su homólogo estadounidense y —al contrario— se vanagloriaba de estar en las antípodas.
25 de junio de 2025.- Trump se refiere por primera vez a España de manera directa criticando que Sánchez solo haya comprometido un gasto en defensa del 2% del PIB, tres puntos por debajo de lo que él había pedido y de lo que la OTAN había acordado con todos sus miembros. España se defiende diciendo que ha llegado a un acuerdo con el secretario general, Mark Rutte, sobre sus capacidades reales de gasto, aunque esta versión no contenta a EEUU. «España es terrible, lo que han hecho, son el único país que no pagará al completo, voy a negociar con ellos, van a pagar sí o sí», dijo el presidente estadounidense. Posteriormente amenazará con duplicar los aranceles a España —algo que no se puede hacer fuera de la Unión Europea— y ya entrado el mes de octubre vuelve a criticar a nuestro país hasta en cinco ocasiones en diez días para forzar a que el Gobierno eleve el gasto en Defensa.
Malestar de EEUU
A esas alturas la respuesta de Trump a las políticas de España no es casual. Como tampoco lo es que se hayan repetido las críticas de manera insistente en las últimas semanas. Madrid no es una de las mayores preocupaciones de la Casa Blanca, pero sí hay bastante enfado. Y no solo por seguir siendo díscolos con el gasto en Defensa. También molesta que Sánchez haya apoyado públicamente a los demócratas; hay inquietud por la extrema cercanía a China y al régimen de Pekín; no gusta el impuesto sobre los servicios digitales (la tasa Google) aplicado por España; se critica la menguante aportación militar y económica a Ucrania; y en general hay desacuerdo por los intentos de hacer demagogia con la mayoría de las políticas de su presidente. Una inquietud que paulatinamente empieza a afectar las relaciones económicas de los dos países. Estados Unidos es históricamente el principal inversor extranjero en España y el primer socio comercial fuera de la Unión Europea, pero durante este año las relaciones se han comenzado a deteriorar de manera preocupante.
En el caso de la inversión extranjera, la caída ha sido muy importante durante todo el curso. Entre enero y marzo cayó a la mitad, desde los 1.395 a los 651 millones; y al cerrar el semestre las cosas no han mejorado: 1.442 millones frente a los 3.097 del mismo periodo del año anterior. Esta cifra es sin duda una de las grandes responsables de que los datos globales de entrada de capital foráneo cayeran en más de un 60% hasta la fecha, el mayor desplome en 16 años. Es verdad que en los últimos años de la Administración Biden se había manifestado un paulatino deterioro desde los 9.347 millones de 2022 a los 6.405 en 2024, pero nunca con un desplome a este ritmo. Parece que de manera fulgurante las empresas de Estados Unidos han dejado de confiar en España y prefieren desviar sus inversiones hacia otras latitudes.
Algo similar ha pasado en el comercio exterior. Hay un importante desplome como consecuencia de la guerra comercial de Trump contra Europa, imponiendo aranceles específicos en diferentes productos como el acero o generales del 15% en vigor desde agosto de este año. La realidad es que desde enero las exportaciones de empresas españolas a Estados Unidos han caído un 8,7% hasta los 11.000 millones, mientras que las importaciones crecen un 8% hasta 20.000 millones. El gran problema es que en agosto se produjo un desplome del 30,5% en los envíos y del 15,2% en las compras. Y se espera que en los próximos meses haya un comportamiento similar. Pese a que insistentemente el Gobierno ha dicho que el impacto de los aranceles será limitado, lo cierto es que están en juego 19.500 millones y buena parte de los envíos internacionales de grandes industrias como el aceite de oliva, el vino o las manufacturas.
Inquietud en Economía
Una situación que ha hecho saltar las alarmas en el área económica del Gobierno. En el entorno del Ministerio de Economía, dirigido por Carlos Cuerpo, creen que una guerra contra Trump no nos beneficia y que los indicadores demuestran que estamos asistiendo a una desconexión paulatina de la primera economía del mundo. Incluso más de algún asesor ha dicho en privado que esta deriva liderada por Pedro Sánchez «nos arruinará» si no se frena a tiempo. Puede parecer una exageración, pero el análisis que se hace en el equipo económico es que las empresas estadounidenses están totalmente plegadas a su presidente, por lo que cualquier movimiento que desde la Casa Blanca quiera perjudicar la economía española será secundado por estas corporaciones internacionales. Indican además que, por mucho que se busque la diversificación en otros mercados como China o América Latina, no se puede prescindir del gigante mundial, ni mucho menos de nuestro mayor inversor. Ahora mismo tenemos bienestar y crecimiento económico, pero una mala relación comercial con EEUU puede pasar factura a medio y largo plazo.
Indican que no se trata de dar un giro político para apoyar a Trump, pero sí creen que puede existir un punto intermedio en el que se ceda en determinadas situaciones y haya firmeza en otras. En este sentido, una de las claves —creen— está en el gasto militar. Entienden que no sería un retroceso reconocer públicamente que se harán esfuerzos para subir el gasto en defensa más allá del 2%, con lo que se zanjaría el debate y ya no habría argumentos para criticar a España. Consideran además que nuestro Gobierno se ha quedado absolutamente solo después de que todos los países de la OTAN acordaran subir el gasto en defensa hasta el 5%, por lo que lo importante es salir del radar de la Casa Blanca y templar los ánimos para intentar recomponer las relaciones comerciales. Es una decisión difícil que solo puede tomar el presidente, aunque algunos ya están trasmitiendo estos mensajes a Moncloa.
Reuniones de Cuerpo
En esta línea, el ministro Cuerpo también ha empezado a mover ficha e intensificado las reuniones para recomponer las relaciones. En abril viajó a Washington para reunirse con el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, en plena polémica por los aranceles de Trump sobre la Unión Europea. El encuentro no fue bien. La que la Administración estadounidense recibió al ministro español con frialdad y le recordó la «necesidad de que España aumente el gasto en defensa en el contexto de la OTAN». En esta oportunidad también se intentó transmitir normalidad a los inversores locales y trasladarles que nuestro país es un socio comercial fiable.
No ha vuelto a haber reuniones oficiales, pero el titular de Economía regresó a EEUU en junio para reunirse con empresas españolas y transmitir un mensaje de confianza «ante la creciente incertidumbre y volatilidad internacional». Finalmente, en la cumbre del FMI y el Banco Mundial de mediados de octubre trató de trasladar nuevamente tranquilidad, calificó de positivos los acuerdos de la UE alcanzados con Washington y dijo que se cumplirían los pactos en Defensa (los del 2%). Esta semana viajó a Reino Unido para estrechar lazos empresariales y económicos, consciente de que la mejor vía para llegar a Estados Unidos —y a sus inversores— desde Europa es Londres. Pero nada será suficiente sin un movimiento real por parte del propio presidente, coinciden en el área económica del Gobierno. Y en esto están… aunque hay pocas esperanzas.
