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Economía

China ha multiplicado por seis sus inversiones en España en el último año

El capital de origen chino se dispara un 522% y crecen las importaciones, pero el volumen es inferior al de 2017

China ha multiplicado por seis sus inversiones en España en el último año

Pedro Sánchez y Xi Jinping en una imagen de archivo. | EP

La inversión de origen chino en España experimentó un espectacular crecimiento durante el primer semestre de 2025, según los datos oficiales de la Secretaría de Estado de Comercio del Ministerio de Economía del Gobierno de España. En ese periodo, China invirtió 467,3 millones de euros, dentro de un total de 8.476 millones de euros de inversión extranjera recibida en ese semestre. Ello implica que la inversión china representó alrededor del 5,5% del total captado por España en dicho periodo.

Este ascenso es aún más notable si se compara con el mismo periodo del año anterior: la inversión china se disparó un 522%, lo cual indica que se multiplicó por más de seis veces respecto al primer semestre de 2024. Sin embargo, pese a esta progresión, la cifra aún dista del momento de auge: en 2017, la inversión procedente del gigante asiático alcanzó los 3.081 millones de euros.

El contexto revela una dinámica peculiar. En los primeros seis meses de 2025, las inversiones extranjeras en España cayeron de forma drástica respecto al mismo periodo del año anterior, hasta esos 8.476 millones de euros, lo que da mayor relieve al crecimiento relativo del capital chino. Según la Secretaría de Estado de Comercio, el sector de servicios de información, seguido por actividades inmobiliarias, industria de alimentación y suministro de energía, acapararon las mayores entradas. No obstante, dentro de ese escenario general de retroceso, China rompe la tendencia.

Entre las operaciones destacadas recientemente, el grupo chino Chery Automobile ha firmado con la española Ebro-EV Motors la reactivación de la antigua planta de Nissan Motor Ibérica en la Zona Franca de Barcelona para producir hasta 150.000 vehículos al año a partir de 2029, con una inversión prevista de unos 400 millones de euros. Este tipo de apuesta industrial muestra cómo las empresas chinas consideran a España un país estratégico dentro de Europa.

Las relaciones comerciales entre España y China también han experimentado un fuerte impulso. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha mantenido encuentros de alto nivel con el presidente chino, Xi Jinping, en los que se ha destacado que España ve a China como socio de la UE, en el marco de una Unión Europea que, en algunos frentes, mantiene una postura más distante hacia Pekín. Esa afinidad ha sido interpretada por algunos círculos diplomáticos como una estrategia de China de fortalecer su presencia en un Estado miembro de la UE que proyecta un perfil de aliado en ese proceso, lo cual no pasa inadvertido para los intereses de Estados Unidos. De hecho, en la última revisión de la estrategia de comercio exterior del Gobierno de España, se nombra el doble de veces al gigante asiático con respecto a la edición anterior, y, por primera vez, con mayor frecuencia que a Estados Unidos.

Desde el lado del comercio, las importaciones españolas de productos chinos han crecido de forma decisiva hasta duplicarse respecto a hace cinco años. En el primer semestre de 2025, las compras a China aumentaron un 16% y las exportaciones españolas hacia China, por su parte, se incrementaron un 14%.

El hecho de que España haya logrado un crecimiento tan notable de la inversión china, mientras otras procedencias se han reducido, revela varias cuestiones: por un lado, la estrategia de China de diversificar sus destinos de inversión internacional y de asegurar una base industrial en Europa; por otro, la percepción por parte del tejido empresarial chino de España como puerta de entrada amistosa al mercado europeo dentro de una UE que para ciertos proyectos presenta barreras crecientes. Esa vía privilegiada suscita recelos en Washington, que observa el aumento de la influencia económica china en Europa.

Conviene subrayar que la cifra global de 467 millones de euros sigue siendo modesta si se compara con los 3.081 millones de euros invertidos por China en España en 2017. En otras palabras, aunque se ha multiplicado en un año, el nivel absoluto todavía no devuelve a España a los volúmenes del boom chino que se vivieron en esa década pasada. En definitiva, España se sitúa ahora en una fase de reapertura del interés chino, pero desde un punto de partida más bajo.

A medio plazo, todo dependerá de si estas nuevas inversiones logran concretarse en proyectos industriales de envergadura —automóviles, energías renovables, infraestructuras tecnológicas— y si la relación bilateral evoluciona bajo un marco de reciprocidad y seguridad jurídica que refuerce la confianza mutua. Mientras tanto, España aparece como receptor de un capital chino que multiplica su presencia, pero al que aún le queda camino para alcanzar la magnitud de años anteriores.

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