Funcas da la razón a la Airef y también duda de la sostenibilidad de las pensiones
Sostiene que el ‘superciclo’ expansivo de la economía se está diluyendo y, por eso, defiende la necesidad de reformas

Pareja de jubilados. | EP
Los vientos de cola se están frenando. Pese a los datos de crecimiento económico que indica el INE y que replican el resto de instituciones del Instituto Nacional de Estadística, think tanks como Funcas abundan en una cuestión de extraordinaria relevancia: la población envejece y eso hacer aumentar el gasto en pensiones y, si no aumenta la recaudación, la fortaleza de la economía no va a estar a la altura de ese reto.
Es un diagnóstico que coincide con la evaluación hecha este martes por la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), quien señaló que el actual sistema de pensiones no podrá soportar a largo plazo el envejecimiento de la población, a no ser que España se ponga las pilas e incremente su productividad un 1,1% del PIB.
Funcas ha analizado la actual coyuntura en el último número de Cuadernos de Información Económica. Destaca que, si bien nuestro crecimiento ha permitido récords de recaudación así como reducir el déficit y la deuda pública, este «superciclo» se está agotando y se volverá más difícil a partir del año 2030. Entre otras razones, porque «el envejecimiento ya está restando ingresos al IRPF y esa presión irá a más. De modo que, si no se amplía la base fiscal, el aumento del gasto en pensiones hará peligrar la estabilidad».
La imperiosa necesidad de reformas
Esta visión guarda distancia de la intervención que hizo este miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al afirmar que, «tenemos unos Presupuestos vigentes que le sientan bien a nuestra economía». Asimismo, presumió de la aprobación de un techo de gasto aprobado en el último Consejo de Ministros, con un incremento del 8,5%, hasta llegar a los 210.000 millones de euros. Tanto para Funcas como para la Airef, está claro que el gasto en pensiones aumentará y el nuevo ciclo presupuestario exigirá reformas para sostener las finanzas públicas.
Antonio Fatas, profesor de Economía en la escuela de negocios francesa Insead, considera que el gasto asociado al envejecimiento aumentará más de cinco puntos del PIB de aquí a 2070, mientras que el crecimiento potencial seguirá limitado por la baja productividad y por el envejecimiento de la población activa.
Fatas recuerda que, más allá del déficit de cada año, «lo decisivo es el crecimiento potencial, el diferencial entre tipos de interés y PIB, y la solidez de las instituciones fiscales. Las economías que crecieron sobre bases sólidas —no sobre crédito fácil ni estímulos temporales— pudieron sostener niveles de deuda más altos a menor coste». Su análisis plantea que «la sostenibilidad es, sobre todo, un fenómeno político, porque reglas fiscales solo funcionan si proyectan expectativas creíbles a largo plazo».
El riesgo de complacencia
Santiago Lago, catedrático del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, considera más que evidente que se está viendo una mejora del déficit público en 2025 gracias al vigor de la recaudación y a la contención relativa del gasto, en una fase de inercia sin precedentes, ya que, por segundo año consecutivo, no se aprueban nuevos Presupuestos Generales del Estado. Pese a ello, la coyuntura económica favorable ha impulsado la recaudación tributaria (+10% interanual), permitiendo reducir el déficit y la deuda pública.
Pero el autor atisba fisuras en esta instantánea y ya advierte en este último cuaderno de Funcas del riesgo de complacencia, pues «buena parte del ajuste es coyuntural y depende de una recaudación excepcional, no de una consolidación estructural. Si el déficit total observado en 2025 va a caer entre cuatro y siete décimas respecto al ejercicio anterior, al menos tres cuartas partes se deberán a una coyuntura económica muy favorable que, muy improbablemente, podrá mantenerse hasta 2029». La prórroga presupuestaria —señala— se ha convertido en un freno menor al gasto, pero también en una renuncia a planificar el futuro fiscal del país. Y anticipa que «a partir de 2027, se requerirán ajustes estructurales de unas cuatro décimas del PIB anual para cumplir con las nuevas reglas fiscales europeas».
El análisis de Desiderio Romero-Jordán, catedrático de la Universidad Juan Carlos I, empieza señalando los récords consecutivos de recaudación —especialmente en IRPF, IVA y sociedades— impulsados por el empleo y los beneficios empresariales. Pero también se detiene en las sombras proyectadas por el cambio demográfico. Como el resto de sus compañeros, Romero-Jordán también sostiene que el envejecimiento ya ejerce una presión negativa sobre el IRPF y que esa presión «aumentará en los próximos años, y al mismo tiempo elevará el gasto en pensiones, comprometiendo la estabilidad si no se amplía la base fiscal».
Posible subida de los tipos de interés
Por su parte, el Área Financiera y de Digitalización de Funcas apunta que, tras ocho recortes consecutivos, el BCE se enfrenta al dilema de sostener el crecimiento sin debilitar su credibilidad antiinflacionista. La inflación converge al 2%, pero seguir bajando los tipos aportaría ya un estímulo marginal y, probablemente, contraproducente: reactivaría el endeudamiento público, distorsionaría las señales del mercado y erosionaría la credibilidad antiinflacionista.
De hecho, Funcas advierte de que el repunte de los precios de los servicios y de los salarios señala a que el próximo movimiento, a medio plazo, podría no ser un recorte, sino incluso una subida. El desafío ahora es ajustar los tipos a la vez que se reduce el balance y se retira liquidez de forma gradual, sin poner en riesgo la recuperación.
Perspectivas hasta 2027
Además de los análisis de Fatas, Lago y Romero-Jordán, el último número de Cuadernos de Información Económica de Funcas también da cabida al análisis realizado por los investigadores de este think tank, Raymond Torres, María Jesús Fernández y Fernando Gómez Díaz.
En Ciclo expansivo de la economía española: condicionantes y perspectivas hasta 2027, los autores dibujan un panorama optimista pero prudente. Admiten que la economía española continúa creciendo por encima de la media europea, sostenida por el empleo y la inversión, pero esta se enfrenta a un horizonte de desaceleración conforme se diluye el impulso de los fondos europeos y aumentan las tensiones geopolíticas.
En su análisis, los tres autores subrayan la importancia de mantener el dinamismo productivo en un contexto en el que los márgenes fiscales se estrechan y la política económica debe elegir entre sostener la demanda o reconstruir colchones presupuestarios.
