Los equipos de Manchester torpedean el tope de gasto con el miedo al Bernabéu
Las reglas financieras de la Premier League han desatado una guerra civil entre los clubes con ambiciones europeas y quienes quieren mantener cierta igualdad

Kylian Mbappé disputa un balón con John Stones. | Reuters
En lo que va de siglo, la Premier League se ha consolidado como la liga más poderosa del mundo gracias a un músculo financiero imbatible. Fichan a los mejores jugadores y los demás se tienen que conformar con migajas. En España, por supuesto, resisten el Madrid, el Barça y (últimamente) el Atlético, pero el resto ni se acerca. Según Transfermarkt, el Nottingham Forest ha sido el sexto equipo inglés en gasto de fichajes de esta temporada, con solo 236 millones de euros; el equivalente, en LaLiga, el Girona, se quedó en 27 millones…
Pero algo puede estar cambiando. La empresa que aglutina a los clubes de la Premier League, asustada por el desenfreno contable, ha decidido, si no frenar, al menos desacelerar. Sus reglas financieras, de 2013, necesitaban una renovación. En su web explican su propuesta con todo lujo de detalles técnicos. Básicamente, consiste en un límite salarial, una ley de sostenibilidad y un límite de gasto.
Los clubes han aceptado lo primero, por lo que no podrán gastar más del 85% de sus ingresos en salarios (y, matiz importante, comisiones a agentes). Dice la Premier League que, con ello, el sistema acerca las normas financieras de sus clubes «a las de la UEFA, garantizando la coherencia para los clubes que compiten tanto en competiciones nacionales como europeas». O sea, que ya era un canteo importante para el resto de clubes europeos.
También lo segundo, que han bautizado con el pomposo nombre de «Sostenibilidad y Resiliencia Sistémica» e implica tres pruebas en el transcurso de la temporada para, dicen, «apoyar la sostenibilidad financiera a corto, mediano y largo plazo de todos los clubes». Se aplican al «capital circulante» (recursos de caja a corto plazo), la liquidez (resiliencia a medio plazo) y el capital positivo (salud financiera a largo plazo).
Con el límite de gasto no ha habido manera. Los clubes se han negado. Hubieran tenido que limitarse a gastar solo cinco veces lo que ingresara el colista en concepto de derechos televisivos y premios. Tampoco era para tanto: la BBC proyectaba que esta temporada el equipo que termine en el puesto 20 debería ganar unos 120 millones de libras esterlinas, lo que crearía un límite máximo de referencia de 600 millones de libras, unos 682 millones de euros. El equipo que más ha gastado este año, con 482 millones, ha sido el Liverpool… que votó a favor de la medida.
Los reds acaban de ganar la liga y se ve que están contentos con su estructura actual. Curiosamente, también votó a favor el Arsenal, líder destacado esta temporada y en gran forma. En contra se manifestaron los dos de Manchester: el City anda deprimido, con el modelo Guardiola ya bastante exangüe; el United no termina de carburar desde la marcha de sir Alex Ferguson. Necesitan unos replanteamientos existenciales que, en el fútbol actual, requieren muchos millones.
En realidad, lo que está sucediendo en la Premier League se parece bastante a una guerra civil. El prestigioso The Telegraph titulaba el viernes pasado con un significativo: «La división entre los clubes de la Premier League queda expuesta». Explicaban cómo el grupo rebelde liderado por los clubes de Manchester había recibido el apoyo del sindicato de jugadores, lógicamente en contra de que se limite el dinero que se puede gastar quien sea en pagarles lo que sea. Según el rotativo londinense, incluso «han amenazado con emprender acciones legales» tras reunirse la semana pasada con los capitanes de los 20 clubes de la Premier.
Más interesante, a nuestros efectos, es el argumento de los clubes de Manchester: creen que daría ventaja a los rivales europeos con mayor gasto. Y el coco que lo ilustra es el inevitable, por supuesto: «Se afirma que el Real Madrid podría superar en 100 millones de libras a sus rivales ingleses gracias a las inyecciones de ingresos de su nuevo estadio». El reciente bombazo que supuso el partido de la NFL en el Bernabéu no habrá tranquilizado a los mancunianos. Tampoco el baño que le dieron los blancos al City el pasado febrero, con hat trick del muy caro Mbappé, en el mismo estadio… que volverán a visitar el próximo 10 de diciembre.
La patronal argumentaba que el objetivo de las nuevas reglas es «mantener el valor de la Premier League, el equilibrio competitivo». Uno de los grandes atractivos de la competición inglesa es la cantidad de equipos que tienen posibilidades reales de ganar el título, algo de lo que carecen la Ligue 1 del Paris Saint-Germain, la Bundesliga del Bayern o… LaLiga de Madrid y Barça. También es cierto que en los últimos dos años no ha habido un finalista inglés en la Champions, y que España sigue ganando a Inglaterra en el palmarés de la máxima competición europea por 20 a 15.
Parece evidente que la Premier League está cada vez más dividida entre quienes miran hacia adentro y quienes tienen más ambiciones hacia fuera. Con matices según las circunstancias puntuales de cada cual. Aunque aún hay margen para el entendimiento. Sí que ha habido quorum, por ejemplo, en acabar con ciertas artimañas contables que empezaban a oler más a podrido que la Dinamarca de Hamlet. «Los clubes de la Premier League ya no podrán vender hoteles ni sus equipos femeninos para evadir los controles de gasto», titulaba The Guardian en otro artículo. El Everton vendió el verano pasado su equipo femenino a la empresa de su dueño, alterando artificialmente los libros contables del club, y el Chelsea hizo algo parecido traspasando dos hoteles en Stamford Bridge a una empresa filial. Algo es algo.
