Lilly negociará con Sanidad la financiación de su medicamento para el alzheimer en 2026
Julio Gay-Ger, presidente del laboratorio en España, Portugal y Grecia, explica los planes estratégicos de la compañía

Julio Gay-Ger, presidente y general manager de Lilly España. | Cedida.
La farmacéutica Eli Lilly comenzará a negociar con el Ministerio de Sanidad la financiación de su medicamento para la enfermedad del alzheimer, Kisunla (donanemab) en 2026. Así lo ha indicado Julio Gay-Ger, presidente y general manager de Lilly en España, Portugal y Grecia, en un encuentro con la prensa. «Las negociaciones empezarán lo más pronto posible. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya lo tiene aprobado (abril 2025) y el proceso de registro ya ha comenzado en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps)», explica el directivo, que asumió el cargo el pasado mes de noviembre.
De esta forma, el laboratorio estadounidense prepara el terreno para iniciar el próximo año las conversaciones con Sanidad y conseguir «lo más pronto posible» la autorización de financiación para este fármaco utilizado para el tratamiento de adultos con deterioro cognitivo leve (problemas de memoria y de pensamiento) y demencia leve debida a la enfermedad de alzheimer en fase temprana. «Es un tema relevante para el Ministerio, para nosotros y para nuestro competidor, y las conversaciones con los financiadores comenzarán lo antes posible», hace hincapié Gay-Ger.
Lilly se sitúa hoy como la compañía más valiosa de la industria farmacéutica y figura entre las 12 empresas más valoradas a nivel global. En España, su filial ocupa el primer puesto entre las compañías de más de 1.000 empleados y mantiene una intensa actividad inversora. En junio anunció una inversión de 175 millones de euros en su planta de Alcobendas (Madrid) y la creación de 75 puestos de trabajo. A ello se suma su centro de I+D, donde en 2023 se comunicó una inversión de 167 millones de euros hasta 2028, «casi completamente ejecutada ya», para el impulso de la investigación preclínica. Lilly también remodeló recientemente su edificio administrativo «para mejorar la eficiencia energética». En total, unas 150 personas trabajan en Lilly España en fase preclínica. «Estamos aportando innovación de base y sirviendo a los pacientes dentro del país», subraya el directivo.
Lilly España factura 640 millones en 2025
La previsión de facturación de la compañía en España para 2025 alcanza los 640 millones de euros, apoyada en cuatro grandes áreas terapéuticas (salud cardiometabólica, neurología, oncología y gastroenterología). En salud cardiometabólica, Mounjaro se ha convertido en el producto estrella de la compañía y en el número uno de la industria farmacéutica en muchos países. Los estudios clínicos refuerzan su perfil: SUMOUNT-5, en obesidad, mostró la preferencia de los pacientes frente a otros tratamientos, mientras que SURPASS-CVOT demostró su protección cardiovascular en un ensayo de referencia. «Que nadie dude de que estos medicamentos son coste-efectivos», afirma Gay-Ger en referencia a la reciente negativa de Sanidad de financiar este fármaco.
El presidente de Lilly en España señala que el principal escollo para su financiación en España ha sido «el impacto presupuestario» y recuerda que «de los ocho grandes países mundiales, los únicos que no han financiado este fármaco son España y Francia. Por ello, asegura que están trabajando con las autoridades de ambos países para que «el impacto presupuestario sea razonable». «Deberíamos lograrlo y no me gustaría que España fuese el último país en conseguirlo».
2026, el año de la pastilla contra la obesidad
En esta misma área, Lilly desarrolla orforglipron, una molécula oral para diabetes tipo 2 y obesidad. Se trata de una píldora de administración diaria, sin restricciones, con facilidad de absorción y gran capacidad de escalado industrial. «Tiene el potencial de servir a millones de pacientes en todo el mundo y convertirse en uno de los tratamientos más demandados por médicos y pacientes», asegura el directivo. El programa de estudios ACHIEVE y MAINTAIN ya se ha presentado ante las agencias reguladoras de Estados Unidos, Europa y Japón, y su lanzamiento podría producirse tras los procesos de revisión previstos para el próximo año, siempre supeditado a la decisión de las autoridades.
En oncología, destaca Verzenios, un tratamiento para cáncer de mama desarrollado en buena parte en España. «Es un verdadero made in Spain: 150 científicos en nuestro país han sido clave para un producto que hoy se comercializa en todo el mundo», apunta Gay-Ger. También en hematología, Jaypirca amplía su alcance: tras su lanzamiento en linfoma de células del manto, cuenta con una nueva indicación en leucemia linfocítica crónica, cuya financiación se debatirá en España «a corto plazo». En gastroenterología, Omvoh ofrece una nueva opción para pacientes con colitis ulcerosa, con capacidad para reducir de forma significativa la urgencia intestinal tras cuatro años de tratamiento.
Estrategia de innovación
La estrategia de innovación de Lilly se apoya en cifras contundentes. En 2014, la compañía se comprometió a lanzar 20 nuevos medicamentos en una década y, en 2025, ha alcanzado los 21. Cuenta con 1.200 científicos, de los que el 23% trabaja en estudios clínicos, y reinvierte el 25% de sus ventas en I+D. Mantiene más de 30 alianzas estratégicas y, solo en fase preclínica, participan más de 900 centros con más de 90 estudios clínicos en marcha y una inversión de 63,2 millones de euros. Desde 2020, la inversión global de Lilly se ha más que duplicado, superando los 50.000 millones de euros, con el objetivo de ampliar su capacidad de producción, especialmente en medicamentos orales. Actualmente, la cartera de desarrollo incluye 84 productos entre fases I y III. «Nuestro compromiso es lanzar los medicamentos y que todos los pacientes puedan acceder a ellos», recalca Gay-Ger.
Para reducir la brecha de Europa frente a Estados Unidos y China en innovación y producción farmacéutica, Gay-Ger señala tres pilares: estimular la innovación mediante protección de datos y patentes, acelerar la aprobación regulatoria para que los tratamientos lleguen antes a los pacientes y, finalmente, mostrar voluntad de financiación para productos competitivos. «Solo así podremos garantizar que la innovación se traduzca en beneficios reales para los sistemas sanitarios y para los pacientes».
