BBVA retoma su ofensiva por el Sabadell y desvela que quiere negociar una fusión
El primero asegura que ya ha nombrado asesores para explorar esta opción y el segundo que ha recibido una propuesta
BBVA ha retomado su ofensiva por Banco Sabadell y ha desevelado este martes ha enviado un mensaje al presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu, mostrando el interés del grupo en iniciar negociaciones para negociar de nuevo una posible fusión entre ambas entidades. El grupo catalán, posteriormente, ha reconocido que a las 13:43 horas había recibido una propuesta para una integración, añadiendo que «el consejo de administración analizará adecuadamente todos los aspectos de la propuesta».
«En relación con las noticias aparecidas en prensa hoy, BBVA confirma que ha trasladado al presidente del Consejo de Administración de Banco de Sabadell, el interés del Consejo de Administración de BBVA en iniciar negociaciones para explorar una posible fusión entre ambas entidades. BBVA confirma que ha nombrado asesores a tal efecto», ha informado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Tras publicarse este comunicado sobre esta posible operación, las acciones del Sabadell repuntaban un 6,7%, mientras que las de BBVA se anotaban una caída del 5,78%. Horas antes Sky News había publicado el reinicio del proyecto de integración.
BBVA y el Sabadell pusieron en marcha conversaciones para integrarse en 2020, en plena pandemia. Entonces el bajo precio ofertado rompió el proceso y el grupo vasco decidió apostar por aumentar su presencia en Turquía. Algo que sucedió en 2021, cuando aumentó su participación en Garanti al 86%. La cuota de poder en el grupo de Oliu también torpedeó las negociaciones.
Por el momento se desconocen las condiciones de la eventual operación, pero en la actualidad el Sabadell vale mucho más que hace tres años y medio, aunque por muy por debajo de sus máximos históricos. En 2020 BBVA estaba dispuesto a ofrecer en torno a 2.500 millones de euros como mucho por el banco de origen catalán. Ahora cotiza con un valor de casi 10.000 millones de euros, tras el rally de las últimas semanas.
La diferencia principal con aquel momento radica en que en las anteriores negociaciones BBVA disponía de un arsenal de dinero, que consiguió con la venta de su franquicia de Estados Unidos, por la que cosechó unas plusvalías de unos 8.000 millones de euros. En la actualidad todo este exceso ha bajado considerablemente, hasta los 2.500 millones, porque buena parte de este dinero lo ha destinado a recomprar acciones propias para mejorar los dividendos.
Otra cuestión clave y distinta es la necesidad del Sabadell por querer perder su independencia después de que se haya saneado y sus perspectivas son positivas. En 2020 estaba entre la espada y la pared. Tuvo que cambiar casi po completo su equipo directivo y poner en marcha dos ERE para ajustar costes. Además, inició un plan para digitalizarse en el medio y largo plazo para elevar la rentabilidad.
Los directivos del Sabadell, tras años centrados en su proyecto para mantenerse en solitario, han cambiado su discurso e, incluso, han insinuado en algún momento reciente que estarían en disposición de explorar cualquier operación de integración. Eso sí, siempre como compradores. Tan es así que el año pasado el presidente del Sabadell llegó a presentar sus credenciales a Unicaja, cuando ésta aún no había cerrado su crisis interna. Pero Oliu siempre ha dicho públicamente que de esta transacción «nada de nada».
En 2020, el reparto de poder fue un punto esencial para que se abortara la integraciñon entre BBVA y el Sabadell. En un primer momento, se barajó la posibilidad de que Oliu fuera copresidente, mismo cargo que Carlos Torres, aunque con menores atribuciones. Posteriormente, el máximo responsable del Sabadell cedió ante las peticiones de BBVA y se mostró dispuesto a jubilarse y no ostentar ningún puesto en el nuevo grupo, a cambio eso sí, de que la compra se hiciera en metálico y no a través de canje de acciones. La última propuesta de BBVA fue nombrarle vicepresidente, pero el BCE lo rechazó y quería que Oliu tuviera más peso debido al riesgo del ‘caso Villarejo’ que tenía entonces Torres.