Los jóvenes de la élite 'tech' de Silicon Valley ya trabajan 92 horas a la semana
La nueva generación de emprendedores renuncia al alcohol y a la fiesta para dedicar más tiempo a sus proyectos

Un equipo de trabajo joven. | Freepik
A la nueva generación de jóvenes emprendedores de Silicon Valley (San Francisco, California) ya no le interesa emborracharse. Lo que se lleva ahora es inspirarse en referentes del sector como Elon Musk y Mark Zuckerberg, que dedican la mayor parte del tiempo a sus empresas y proyectos personales. Y los datos acompañan esta tendencia: el consumo de alcohol entre los jóvenes disminuye desde 2011, un fenómeno especialmente visible en las incubadoras y espacios de coworking del ecosistema tecnológico.
Un reciente reportaje de The Wall Street Journal retrata la llamada «fórmula ganadora» que rige entre muchos jóvenes tech: sin alcohol, sin dormir y sin diversión. «¿Por qué ir a un bar si puedo estar creando una compañía?», resume Emily Yuan, una joven fundadora de Silicon Valley. El desplazamiento del alcohol en las interacciones sociales ha transformado la vida cotidiana de esta nueva élite tecnológica: el trabajo se convierte en el eje de todo.
Marty Kausas, fundador de la startup Pylon, relató en una publicación de LinkedIn que llegó a encadenar varias semanas consecutivas de 92 horas de trabajo, y que incluso canceló sus vacaciones porque el estrés laboral le impedía disfrutar de un descanso real. Sin embargo, negó que en su compañía los trabajadores practican el modelo ‘9-9-6’, caracterizado por horarios de nueve de la mañana a nueve de la noche, seis días a la semana, y convertido en una tendencia en China.
El principal cambio de paradigma que encarna este grupo de jóvenes emprendedores está en la redefinición de la idea de diversión. Para ellos, la satisfacción ya no proviene del ocio social ni del consumo, sino del propio proceso creativo. Tanto Kausas como Yuan coinciden en que lo que antes era considerado «divertido» –salir con amigos, tomar unas cervezas– ha sido reemplazado por una concepción más introspectiva y productiva del placer. «Nuestra motivación para iniciar una empresa fue la diversión y la aventura. Pero lo que es divertido para nosotros es bastante diferente de lo que es divertido para los demás», explican.
El cambio se refleja también en los nuevos espacios de socialización. Los eventos y encuentros de esta generación prescinden del alcohol y se orientan hacia contextos alternativos en los que la conversación gira en torno a la innovación, la financiación o las rutinas de bienestar. Las tradicionales salidas nocturnas han sido sustituidas por sesiones de entrenamiento, charlas motivacionales o jornadas de networking centradas en la salud mental y la productividad.
En una entrevista con el digital de finanzas Business Insider, Miranda Nover, cofundadora de Fort –una startup dedicada al fitness–, sintetizó el mensaje subyacente en este cambio de estilo de vida entre los jóvenes emprendedores: «Estás tratando de transmitir algo así como: trabajamos seis días a la semana en la oficina, hasta las nueve de la noche; no bebemos, no salimos de fiesta, no hacemos nada de eso». La nueva generación de empresarios son healthy, a diferencia de lo que sucedía en anteriores épocas.
Este abandono del ocio no responde únicamente a una búsqueda de eficiencia laboral. Forma parte de una filosofía de vida que promueve la salud, la disciplina y la maximización del rendimiento físico y mental, valores profundamente arraigados en la cultura productivista de Silicon Valley. Modelos como el del empresario Bryan Johnson –conocido por sus estrictas rutinas para optimizar el cuerpo y la mente– encarnan esta tendencia como aspiración de éxito.
El consumo del alcohol en EEUU cae hasta el 54%, cifra récord
El cambio de hábitos en Silicon Valley quizá no resulte tan extraño. En todo Estados Unidos, el consumo de alcohol atraviesa su punto más bajo en casi 90 años. Según una encuesta de Gallup publicada a finales del verano, solo el 54% de los adultos afirma beber alcohol, una caída notable frente al 62% registrado en 2023 y al 58% de 2024. Es la cifra más baja desde 1939.
La reducción ha sido más pronunciada entre las mujeres –11 puntos menos– que entre los hombres, cuya caída fue de cinco puntos, y también más visible entre los adultos blancos que en otros grupos raciales. Los investigadores descartan que esta tendencia se relacione con un mayor consumo de otras drogas, como la marihuana, cuyo uso se ha mantenido estable durante los últimos cuatro años. En cambio, apuntan a una creciente conciencia sobre los efectos negativos del alcohol y a un cambio cultural más amplio hacia estilos de vida saludables.
La sobriedad, que en San Francisco se ha convertido en una forma de optimizar la productividad, parece reflejar una evolución social más profunda. En este nuevo ecosistema, la dedicación absoluta al trabajo y el culto a la salud se han convertido en marcadores de estatus dentro de la élite tecnológica, y han desplazado por completo al alcohol como símbolo de ocio y conexión social.
