McKinsey, PwC, Jordi Sevilla... sube la presión para que Sánchez mantenga las nucleares
Hace unas semanas, el informe Draghi afirmó que no se deberían cerrar centrales en los países de la UE
La presión para mantener la energía nuclear aumenta en España. Consultoras como McKinsey y PwC, informes como el de Mario Draghi -la nueva hoja de ruta de la Unión Europea- y ahora el exministro socialista y expresidente de Red Eléctrica, Jordi Sevilla, apuestan por la nuclear como una tecnología clave en el mix energético, en el que ocupa el 20%. Ocurre en un momento en el que en Europa se estudia la construcción de nuevas centrales, mientras en nuestro país se programa su cierre definitivo en 2035.
Los lobbies también presionan. Creen que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es pragmático y confían en que dé su brazo a torcer al final y alargue la vida útil de las centrales. En medio de este debate, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, durante su examen para ser vicepresidenta de la Comisión Europea, rehuyó dar una respuesta firme sobre el futuro de la nuclear y defendió las peculiaridades del mix energético de cada país.
Hace unos días, el exministro Jordi Sevilla, junto a su equipo de la consultora LLYC, presentó un informe en el que esbozó la importancia de la nuclear en España. Entre sus múltiples propuestas, pidió invertir en los conocidos como ‘mini reactores nucleares’ (llamados oficialmente SMR). «La energía nuclear permite que, más allá del comportamiento puntual de las energías renovables, exista una seguridad en los precios y en la garantía de suministro. El futuro de las centrales nucleares debería ir asociado a cómo avance la penetración de renovables en el mix eléctrico español».
Por otro lado, el informe de Draghi, titulado «El futuro de la competitividad europea», apunta directamente a que la descarbonización estará marcada al menos en esta década por los combustibles fósiles, por lo que la transición debe hacerse aprovechando todas las energías limpias de las que disponemos, incluyendo la energía nuclear. «La descarbonización del sistema energético europeo implica el despliegue masivo de fuentes de energía limpia con bajos costes marginales de generación, como las renovables y la nuclear».
Defensa de PwC
PwC, en su informe de marzo de 2024, titulado El papel de la energía nuclear en el marco de la transición energética, apuntó a la importancia de seguir manteniendo esta tecnología debido a las dudas que existen con respecto al objetivo del Ejecutivo en su plan por desarrollar renovables y el almacenamiento.
Unos meses después, en septiembre, PwC, aseguró que ha habido «una subida acumulada de impuestos de 1.635 millones de euros en el periodo 2020 y 2024 con respecto a 2019». Una subida fiscal -que se ha ido incrementando con el paso de los años de forma paulatina- y que la consultora ha calculado «después de multiplicar ese incremento fiscal por la producción nuclear anual». Los datos de la consultora hacen referencia a los siguientes tributos: la tasa Enresa (que cubre las actividades de la compañía pública para el desmantelamiento y gestión de residuos), el impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica (IVPEE) y el impuesto sobre la producción combustible nuclear gastado, entre otros.
Defensa de McKinsey
La consultora McKinsey, en sus perspectivas globales de 2024, ha asegurado que «la energía nuclear podría ser un motor clave de la descarbonización: prácticamente no emite carbono y, con el mismo nivel de inversión, genera más energía que la mayoría de las demás fuentes bajas en carbono. Además, la energía nuclear es firme, y los proyectos de energía nuclear de próxima generación, como los pequeños reactores modulares y los reactores de sales fundidas, demuestran que la nuclear es un motor clave de la descarbonización».
La consultora norteamericana, por otro lado, cree que «a menos que se superen varios cuellos de botella políticos y cambie la opinión pública, la construcción nuclear llegará demasiado tarde para marcar una diferencia significativa en la transición energética. El crecimiento de la energía nuclear se prevé que sea casi nulo hasta 2050 debido a unos requisitos normativos más estrictos que los de otras fuentes de energía con bajas emisiones de carbono».