JP Morgan cuestiona el avance de las energías verdes tras nueve billones invertidos en 10 años
Los bancos están abandonando la alianza climática global que limita sus inversiones en industrias contaminantes

Fachada de JP Morgan. | EuropaPress
El presidente de Estrategia de Mercado e Inversión de JP Morgan, Michael Cembalest, cuestiona en el último informe energético que publica el banco norteamericano el avance de las energías verdes tras nueve billones invertidos en todo el mundo en la última década. Según el banquero, la velocidad de la transición energética no despega, o al menos no lo hace como se lo esperaban algunos en el sector. El informe pone el foco en las redes eléctricas, la energía solar, eólica, los vehículos eléctricos y el almacenamiento.
«La transición hacia las energías renovables está en el ojo del espectador. Algunos ven una transición acelerada, mientras que otros se retractan de las optimistas previsiones anteriores. Como de costumbre, nuestro análisis anual de la energía se ciñe a los hechos sobre el terreno: la descarbonización se describe mejor como una transición industrial y, hasta ahora, la velocidad de esta transición es lineal. Incluso en Europa, líder mundial de la transición, el porcentaje de energías renovables en el consumo final de energía aumenta solo un 0,6% al año», asegura el informe.
El informe llega tras la victoria de Donald Trump y su lema drill, baby, drill (un claro guiño al petróleo y al gas) y en un momento en el que las entidades financieras están anunciando su salida de la alianza climática global. De momento han anunciado su marcha Citigroup, Bank of America, Goldman Sachs, Wells Fargo y, recientemente, Morgan Stanley. La coalición consiste en limitar las inversiones y los prestamos a aquellas industrias que contribuyan a las emisiones y ayudar a financiar la transición ecológica.
«Un largo camino»
Según el mismo informe, desde 2010 se ha necesitado un gasto mundial de nueve billones de dólares para impulsar la transición hacia las energías renovables al ritmo lineal (el gráfico más abajo aparece por países). «La prosperidad humana, en la mayoría de los lugares donde funciona, seguirá dependiendo del gas natural durante muchos años», apunta el documento. Además, compara esta transición energética con la tecnológica: «Hay una gran diferencia entre las transiciones de alta tecnología y las curvas en ‘S’ de adopción acelerada, y la transición energética de esta generación, que ha sido mucho más lineal, al menos hasta ahora».

«Europa se sitúa a la cabeza, con un crecimiento de su cuota de renovables del 0,6% anual desde 2010, seguida de China, con un 0,4%, y Estados Unidos, con un 0,3%. A ese ritmo, Europa necesitará unos 20 años para alcanzar una cuota del 30% de renovables. Los responsables políticos deben estar preparados para un largo camino, a menos de que se produzca un cambio radical en la producción, transmisión y consumo de energía», señala el documento.
«La mayoría de las tecnologías renovables no conllevan mejoras masivas de coste o eficiencia energética. Pueden reducir drásticamente la huella de carbono, pero eso no crea incentivos económicos sustanciales en un mundo sin un gran precio universal del carbono (…) Aunque las curvas de aprendizaje pueden ser pronunciadas (energía eólica, energía solar, baterías de iones de litio), suelen reflejar una disminución de los costes por unidad de producción más que una mejora radical de la eficiencia tecnológica», añade el texto.
«Aunque las curvas de aprendizaje pueden ser pronunciadas (energía eólica, energía solar, baterías de iones de litio), suelen reflejar una disminución de los costes por unidad de producción más que una mejora radical de la eficiencia tecnológica. Esto es importante cuando se piensa en el potencial de mejora de la eficiencia de los electrolizadores (la pieza clave para producir hidrógeno), las pilas de combustible, los factores de capacidad solar y eólica, la captura directa de carbono en el aire, la transmisión de energía y otros motores de la transición», apunta Michael Cembalest.
Otras encrucijadas
El informe no solo cuestiona el avance de las energías renovables, sino que estudia otro tipo de frentes: «Exploramos el elevado precio de la descarbonización en Europa, el renacimiento del interés por la energía nuclear en Occidente, la configuración y el coste de las redes estadounidenses profundamente descarbonizadas, los incendios de Los Ángeles (California), las políticas de energía renovable de Trump 2.0, la difícil termodinámica de los combustibles renovables para la aviación, un cuento con moraleja sobre la superconductividad, los hallazgos de los nuevos esfuerzos de seguimiento del metano y la actual desaparición de las visiones de la economía del hidrógeno».