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Energía

El Gobierno vasco se gasta un millón en blindar la central nuclear que nunca funcionó por ETA

En 2019 la gestión de la central abandonada pasó a ser del Ejecutivo autonómico, que no tiene un plan para Lemóniz

El Gobierno vasco se gasta un millón en blindar la central nuclear que nunca funcionó por ETA

Central nuclear de Lemóniz. | Europa Press

El Gobierno vasco se ha gastado un millón de euros en la seguridad de la central nuclear de Lemóniz (Vizcaya), una instalación que nunca llegó a funcionar por la presión que ejerció la banda terrorista ETA y el asesinato del ingeniero jefe en 1981. Hasta 2019, todas las cargas del mantenimiento de la seguridad estaban bajo el paraguas de Iberdrola, la empresa promotora de un proyecto que hoy se encuentra completamente abandonado, pese a que están construidos hasta los reactores.

El Gobierno vasco sigue sin darle una solución a esta central nuclear. Ha presentado sin éxito propuestas -como, por ejemplo, la creación de una piscifactoría- para reconvertir ese proyecto que se encuentra en una zona privilegiada de la costa vasca. En ese escenario, THE OBJECTIVE ha calculado que, según la contratación del Estado, solo la seguridad de la central ha supuesto un millón de euros en dos contratos desde que se licitó por primera vez en 2021.

La primera licitación fue por un valor de 301.699 euros y el contrato fue adjudicado a la empresa Cesit Seguridad SL, que comenzó sus operaciones unos años antes (2017) y que se declaró insolvente en verano de 2024. El anuncio de la segunda licitación tuvo lugar en junio de 2023 y fue adjudicado el contrato a la compañía Alse Seguridad SA por un valor de 735.577 euros. Se incluyó también la seguridad de la presa de Urbieta, vinculada al proyecto.

Otros gastos

Hay otros gastos asociados a la instalación de Lemóniz, como «el proyecto de refuerzo del dique-muro» de la central, que tuvo lugar en 2023 con un presupuesto estimado de 2,18 millones de euros. También partidas como la retirada de deslizamiento de talud, que tuvo un coste de unos 40.000 euros aproximados, y la limpieza de las instalaciones de seguridad de la central, por unos 14.000 euros.

En el año 2019, a través del Boletín Oficial del Estado (BOE), se hizo oficial el traspaso definitivo de la central nuclear por parte de la energética Iberdrola al Gobierno vasco. Un proyecto que le ocasionó pérdidas millonarias a la compañía y cuyo coste de mantenimiento lo está ahora soportando el ejecutivo de País Vasco, una situación que ha generado críticas.

Hoy, muchos visitantes se acercan a los alrededores de la central nuclear para hacer fotografías, y existen vídeos en Internet de algunos que han logrado colarse dentro. En su interior se conservan casi intactos documentos, máquinas… y también los dos reactores. Los que han entrado han aprovechado para hacerlo de noche, cuando había dos guardias de seguridad y un perro.

El asesinato del ingeniero jefe

La central comenzó a construirse en 1972 e iba a contar con dos reactores que producirían 1.000 megavatios cada uno. En 1981, cuando las obras estaban prácticamente concluidas, la banda terrorista ETA secuestró y asesinó al ingeniero jefe, José María Ryan. El trabajador, según relata el colectivo de víctimas del terrorismo (Covite), fue secuestrado al salir del trabajo y nunca regresó a su casa. La banda le trasladó en un camión hasta una lonja en la calle Nagusia de Basauri, donde ETA había habilitado un zulo.

Al día siguiente, los etarras difundieron un comunicado en el que se condicionaba la liberación del secuestrado a la demolición, en un plazo máximo de siete días, de la central nuclear. Los técnicos de la compañía se comprometieron públicamente a no hacer funcionar la central hasta que se decidiera su futuro en un referéndum popular. Pero todo quedó en vano y ETA cumplió su amenaza ocho días después del secuestro. El ingeniero jefe apareció al borde de un camino forestal con las manos atadas y un tiro en la nuca.

El que fuera director de la central nuclear de Garoña (Burgos), Francisco Mier, explicó hace un año a este periódico: «La banda terrorista, con el señuelo de la independencia, buscaba que las Vascongadas no se industrializasen y que la energía nuclear no fuese una potencia en España porque eso daba mucho al país en el contexto internacional, no solo a la economía y a la tecnología, sino también, y hablando en plata, a la seguridad militar. Los países que tienen energía nuclear desarrollada tienen otra situación en el mundo que los que no la tienen».


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