Francia debate alargar las centrales nucleares a 60 años mientras España las cierra a los 45
Un informe del Tribunal de Cuentas cree que extender la vida de las instalaciones es una opción «ventajosa y competitiva»

Pedro Sánchez y Emmanuel Macron en una imagen de archivo.
El 10 de febrero de 2022, en Belfort (ciudad muy cercana a Suiza y Alemania), el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció un plan para construir al menos seis nuevos reactores nucleares, con posibilidad de poner en pie hasta ocho más en las décadas siguientes. El objetivo es que esta tecnología juegue un papel central en la neutralidad de carbono para 2050 y garantizar la soberanía energética del país.
Una política energética completamente opuesta a la de España, que tiene programado el cierre de todas sus centrales para 2035 en un momento en el que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pide diversificar las fuentes de energía. Desde el anuncio de Macron en 2022, en Francia se ha abierto un debate sobre si ampliar la vida de las centrales existentes o construir nuevos reactores, con la inversión que eso conlleva. En ese debate ha irrumpido recientemente el Tribunal de Cuentas francés (Cour des comptes) con informe que apuestan por extender la vida de las centrales hasta los 60 años. Es decir, 15 años más que la media de lo que durarán en España.
En el documento, el organismo señala que «continuar la explotación del parque nuclear durante 50 años, o incluso 60 años, es una opción ventajosa para el sistema eléctrico francés, ya que debería resultar rentable para EDF (la empresa pública que gestiona las centrales) y su coste parece competitivo en comparación con la construcción de nuevas capacidades de producción, siempre que se cumplan efectivamente las previsiones de producción y que no se degraden las condiciones y los precios de venta de electricidad».
El parque de centrales nucleares francesas, compuesto por 57 reactores operados por EDF, proporciona más de dos tercios de la electricidad del país. En el caso de España, los siete reactores representaron el 19% de la producción eléctrica en 2024. La primera central en cerrar será Almaraz (Almaraz I —1981 a 2027— y Almaraz II —1983 a 2028—), luego le seguirá Ascó (Ascó I —1984 a 2030— y Ascó II —1986 a 2031—), Cofrentes (1985-2030), Vandellós II (1988 a 2030) y, por último, Trillo (1988 a 2034). En total, una media de 45 años.
Otros detalles del informe
Por otro lado, el tribunal también asegura que «las actividades de mantenimiento realizadas en los 56 reactores históricos de la flota de EDF en funcionamiento (excluido el EPR de Flamanville) se han intensificado desde 2014. El coste anual supera los 6.000 millones de euros, debido al envejecimiento, al refuerzo de las exigencias de seguridad —en particular tras el accidente de Fukushima-Daichi— y a la preparación de las visitas decenales vinculadas al programa de prolongación de la vida útil de los reactores».
Además, el documento afirma que «la disponibilidad del parque nuclear ha caído a una media del 74% durante el periodo 2014-2024, frente al 80% durante el decenio anterior, debido al aumento de la duración de las paradas de las unidades durante las que se realizan trabajos de mantenimiento y se recarga el combustible, el tratamiento de anomalías relacionadas con la corrosión bajo tensión y las consecuencias de la crisis sanitaria».
Otro discurso en Europa
En Europa, el discurso pronuclear tiene gran aceptación. Prueba de ello fue el respaldo que recibió el pasado 9 de octubre por parte de la presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, y la vicepresidenta primera de la Comisión Europea, Teresa Ribera, en un acto para presentar la nueva estrategia del brazo inversor de la UE, entre cuyos ejes está la defensa de la energía nuclear. Algo que resulta llamativo, porque las dos exvicepresidentas del Gobierno de Pedro Sánchez fueron las promotoras del calendario de cierre nuclear en España para 2035.
«La prioridad clave para la transición energética no solo es una ampliación masiva de las tecnologías renovables consolidadas, como la energía eólica y solar, sino también fomentar aún más los sectores y tecnologías limpias nuevos o emergentes, las nuevas tecnologías nucleares (como los pequeños reactores modulares, los reactores modulares avanzados, o la energía de fusión), los gases de bajas emisiones de carbono (como el biogás o el hidrógeno), así como el calor y los combustibles renovables para el transporte», apunta el informe francés.
