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Telecomunicaciones

Digi busca inversor y se convierte en candidato para una fusión con Telefónica

Los expertos creen que sería una operación con más sinergias y menos trabas regulatorias que comprar Vodafone

Digi busca inversor y se convierte en candidato para una fusión con Telefónica

El CEO de Digi, Marius Varzaru. | EP

Digi sigue buscando fórmulas para financiarse con la salida a bolsa como una de las opciones con más fuerza. Esto implica empezar un proceso para ajustar sus números, que en el mercado se interpreta también como la clara búsqueda de un inversor y que le sitúa como uno de los candidatos para una fusión a medio plazo con Telefónica en España. Analistas con los que ha hablado THE OBJECTIVE insisten en que esta opción generaría incluso más sinergias y tendría un camino regulatorio más fácil que una posible integración con Vodafone.

El presidente de Telefónica, Marc Murtra, indicó en la junta de accionistas de abril que querían ser protagonistas del nuevo ciclo de fusiones y que había que comenzar por los mercados locales. Y en España las únicas opciones para generar sinergias relevantes son Vodafone y Digi, aunque desde hace meses se ha puesto el foco casi exclusivamente en la operadora propiedad del fondo británico Zegona. Incluso se ha hablado de precios y de posibles movimientos junto a MasOrange para salvar las limitaciones de Competencia. Es, además, la opción preferida del Gobierno para construir un gran operador a escala europea.

En el caso de Digi, la propia dirección en Rumanía indicó en mayo que preferían seguir en solitario y que su hoja de ruta en España se mantenía inalterable. Sin embargo, a la vuelta del verano se filtró que estudiaban opciones para obtener liquidez, entre ellas una eventual salida a bolsa para la que –según Expansión– ya habría contratado asesores. Una opción que confirma lo que ya había adelantado este diario: la compañía necesita recursos para apuntalar su modelo de negocio y salvar las tensiones financieras que le aquejan.

Lógica industrial

La salida a bolsa implica la entrada de un inversor externo (o varios), lo que –a juicio de los analistas– cambia radicalmente lo que se dijo en mayo. Digi necesita recursos, eso está claro, lo que le convierte indudablemente en un potencial candidato para los intereses de Telefónica. Incluso los analistas sostienen que es mejor opción que Vodafone, ya que permitiría al grupo presidido por Marc Murtra recuperar el control del segmento más dinámico del mercado, el del bajo coste, y poner fin a la guerra de precios que lleva años erosionando los márgenes de todo el sector.

En el sector se cree que la operación tendría lógica industrial y estratégica. En primer lugar, Telefónica es su proveedor mayorista en redes móviles, lo que facilitaría la integración técnica. De hecho, hace pocos meses se firmó un nuevo acuerdo mediante el cual el despliegue de la nueva red de Digi (sobre la base de las frecuencias heredadas de la fusión de MasOrange) será hecha casi íntegramente por la ex operadora. Sería el paso lógico de sumar todos los clientes bajo una misma plataforma.

Del mismo modo, se podría mantener la marca Digi como enseña independiente, pero con una política de precios más racional y sostenible. La compañía mantiene un ingreso por cliente (Arpu) que no llega a los nueve euros, el más bajo de todo el mercado, por lo que un ajuste al alza podría mejorar su rentabilidad. Y en el caso de Telefónica, reforzaría su posición de liderazgo estructural en el mercado español, equilibrando su presencia en los tres segmentos: premium (Movistar), medio (O2) y low cost (Digi).

Estrategia de Digi

Y por encima de todo podría convertirse en el verdadero «market repair», el estabilizador que necesita el sector, profundamente desequilibrado desde la irrupción de MásMóvil y las dinámicas del low cost. No sería una compra para crecer en clientes, sino para garantizar estabilidad y control del mercado; l.a forma más directa de recuperar rentabilidad sin subir precios de manera unilateral, sino desde un nuevo equilibrio competitivo. Algo que no se conseguiría adquiriendo Vodafone, ya que una compra de estas características generaría duplicidades en la red fija y móvil y terminaría engordando aún más a la propia Digi con parte de las frecuencias y clientes móviles de los británicos.

La suma de Telefónica y Digi en España contaría con una cuota de mercado móvil superior al 36% y unos 13.600 millones de facturación. Quizá el único handicap sería el mercado de banda ancha fija. Telefónica tiene 31 millones de hogares pasados, con una cobertura casi del 100% en toda España y seis millones de clientes, mientras que Digi tiene unos diez millones –la mitad en manos de Onivia– y dos millones de usuarios. Un puzzle que podría generar cierta complejidad ante una eventual fusión.

En cualquier caso, la situación de Digi invita a buscar alternativas. Este diario ya explicó que Digi gana más en términos absolutos y sigue creciendo en clientes a ritmo de dos dígitos, pero la rentabilidad relativa se erosiona. En el primer semestre de este año elevó sus ingresos un 19%, pero su ebitda se quedó estancado en los 82 millones. Con más de 9.000 empleados en España, su crecimiento se ha basado en deuda bancaria, venta de infraestructuras a terceros (como el acuerdo con Onivia) y apoyo de su matriz.

Operación con Telefónica

Pero en los últimos meses, sus márgenes se estrechan, la caja se resiente, los costes financieros aumentan, las zonas por desplegar son cada vez menos rentables, el valor de reventa de la red es menor y el acceso a nueva financiación más caro. Cada euro rinde menos y es más difícil convertir el crecimiento comercial en rentabilidad y generación de efectivo. Y desde el punto de vista operativo, las soluciones pasan por subir precios, complicando su principal ventaja competitiva o replanteando su modelo de negocio.

Esta subida, aunque moderada, podría aliviar su rentabilidad a corto plazo, pero implicaría renunciar al «low cost total» que ha sido la base de su éxito. Mantener precios tan bajos como hasta ahora exigiría una inyección sostenida de capital para seguir financiando su despliegue y su estructura. Y esta necesidad es la que abre la puerta a movimientos corporativos: una venta parcial, una alianza industrial o incluso una adquisición por parte de un actor mayor como podría ser Telefónica.

En este contexto, la posible salida a bolsa permitiría captar recursos frescos en un momento en que la deuda y la presión de caja aprietan. No sería una expansión, sino una válvula de escape para sostener el despliegue y mantener el ritmo comercial sin frenar su estrategia. Pero no es oro todo lo que reluce, ya que si la operación no logra atraer el capital esperado (se habla de un tercio con un valor de empresa de 2.500 millones) o si los tipos de interés siguen presionando su deuda, el escenario podría cambiar rápidamente… para peor.

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