El colapso de las infraestructuras da la puntilla a Moncloa y anula el relato económico triunfalista
El caos ferroviario y los problemas en el control de pasaportes de Barajas completan una semana ‘horribilis’ para Puente

El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente. | Isa Saiz / Europa Press
Las infraestructuras del transporte público han vuelto a colapsarse esta semana, y por partida doble. Al caos ferroviario generado por la caída del servicio de alta velocidad entre Madrid y Sevilla la noche del lunes se sumó el desconcierto producido en el aeropuerto de Madrid este miércoles, con miles de pasajeros atrapados en el control de pasaportes. Dos hechos que anulan completamente el relato triunfalista que Moncloa intentó poner en marcha y que -según las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE– entierran un plan para poner sobre la mesa las bondades económicas y así combatir la constante resonancia de los casos de corrupción.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se vanagloriaba la mañana del miércoles de los históricos datos de empleo al destacar los más de 21,8 millones de afiliados y el descenso “histórico” del paro en 48.920 personas, hasta los 2,4 millones de desempleados. Minutos después era el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el que publicaba en sus redes sociales que el paro volvía a caer para situarse “en la cifra más baja en 17 años”. Y agregaba que “en siete años de Gobierno progresista, España ha creado 2,85 millones de empleos”. “¡Seguimos!”.
La consigna en Moncloa parecía clara. Después del duro golpe de la entrada en prisión de Santos Cerdán este lunes, la Conferencia de Financiación para el Desarrollo de la ONU de Sevilla se mostró absolutamente intrascendente y sin ningún impacto para desviar la atención mediática, por lo que los datos del paro parecían el asunto propicio para presumir de gestión económica ante la serie de reveses judiciales que cercan al PSOE. Y ese era el plan. Los ministros estaban encargados de difundir el mensaje y los satélites en redes sociales de replicarlo, pero a eso del mediodía todo se torció.
Relato de Moncloa
Y es que a escasos kilómetros del Palacio de la Moncloa se producía el colapso en Barajas. La zona de control de pasaportes de la Terminal T4 Satélite se paralizó durante varias horas por un problema informático «puntual» y la acumulación de vuelos en un espacio de tiempo «muy breve». Pese a que en un primer momento se ha indicado que el caos había sido provocado como consecuencia de la falta de efectivos policiales que hacen esta tarea, desde esta entidad se confirmó que tenían todos los puestos de control habilitados y funcionando.
Una imagen que se producía en el principal aeropuerto del país y además en el segundo día de julio y cuando buena parte de los españoles empezaban la primera operación salida del verano. Este miércoles, además, se conocían las nuevas cifras de llegada de visitantes con 9,4 millones de turistas internacionales, un aumento del 1,5% interanual. En los cinco primeros meses del año, España ha recibido 35 millones, un 5,5% más, que han dejado 46.586 millones de euros, una subida del 8,1% respecto a 2024.
A media tarde de este miércoles todavía no se normalizaban los trayectos y nadie parecía hacerse cargo de todos los que perdieron sus vuelos. Desde AENA -dependiente orgánicamente de Óscar Puente, igual que ADIF- culparon a la Policía y a sus controles, y desde la Policía a la planificación de las aerolíneas con vuelos cada vez con menor tiempo entre conexiones. Puede ser un hecho puntual, pero comienza a repetirse con demasiada frecuencia. Esto confirma que el espectacular crecimiento de turismo en nuestro país ha sido superior a la velocidad con la que nuestras infraestructuras pueden digerirlo.
Colapso de las infraestructuras
Una situación similar al caos ferroviario que se produjo la noche del lunes en el trayecto entre la Comunidad de Madrid y Andalucía. Este diario ya ha explicado que las viejas infraestructuras no soportan las nuevas necesidades y las frecuencias que se han multiplicado con la entrada de nuevos operadores como Ouigo e Iryo. A esto se ha sumado que el Gobierno y el ministerio de Óscar Puente han decidido no interrumpir el servicio en lugares donde se están haciendo obras para evitar tener que asumir ese coste político.
Y por si fuera poco, las obras se están acelerando ante el temor de que se pierdan inversiones de fondos europeos. En ADIF (que ha recibido más de 4.000 millones para mejorar vías y hacer nuevas infraestructuras) existe el fundado temor de que muchos trabajos no se terminarán antes de agosto de 2026 y que tendrán que devolver el dinero. Por eso han apurado todo lo posible, con el consiguiente impacto en la red y un mayor riesgo de que se produzcan fallos.
Esta semana horribilis de las infraestructuras ha bloqueado cualquier intento de Moncloa de arrancar de una vez por todas el relato económico que pueda opacar los casos de corrupción. Los datos de empleo parecían propicios para dar el pistoletazo de salida. Sin embargo, el caos de Barajas sumado al ferroviario -con Montero agitando nuevamente el fantasma del sabotaje– ha frenado todos los planes y la utilización de datos económicos para mejorar la imagen pública del Gobierno. Habrá que esperar a la próxima semana… y cruzar los dedos para que ningún transporte vuelva a colapsarse.