Ejecutado en Arkansas un cuarto preso condenado a muerte
El estado de Arkansas ha suministrado en las últimas horas una inyección letal al último de los ocho presos que tenía intención de ejecutar en un lapso sin precedentes de 11 días, aunque al finalmente cuatro de ellos consiguieron eludir su ejecución mediante recursos judiciales.
El estado de Arkansas, en Estados Unidos, ha suministrado en las últimas horas una nueva inyección letal a un cuarto preso, el último de los ocho que tenía intención de ejecutar en un periodo de tiempo sin precedentes de 11 días, ya que finalmente cuatro de ellos han logrado evitar su ejecución gracias a recursos judiciales.
Kenneth Williams, afroamericano de 38 años, murió a las 23:05 hora local del jueves, en una camilla de la prisión de Cummins Unit tras recibir una dosis de midazolam, bromuro de vecuronio y cloruro de potasio, según notificó el Departamento Correccional de Arkansas. Aunque las autoridades estatales aseguraron que la ejecución, que apenas duró unos minutos, transcurrió “sin incidente”, muchos de los periodistas presentes alertaron de que Williams estuvo temblando unos minutos y arqueando la espalda después de recibir el sedante, el midazolam, que ya ha fallado en ejecuciones anteriores en Ohio, Arizona y Oklahoma.
Con la muerte de Williams, concluyen semanas de tensión en el estado sureño provocada por la decisión del gobernador, el republicano Asa Hutchinson, de fijar un frenético calendario de ejecuciones para aprovechar las existencias de midazolam antes de que caducaran finales de este mes.
«El largo camino de la justicia terminó esta noche. Arkansas ha demostrado en las últimas dos semanas que nuestro sistema legal funciona. Ejecutar la pena impuesta a Kenneth Williams era necesario«, dijo en un comunicado Hutchinson tras la muerte del último reo.
El 13 de diciembre de 1998 Williams asesinó a Dominique Hurd, una animadora de la Universidad de Arkansas en Pine Bluff. Ese mismo día mató a Jerrell Jenkins, un periodista del diario local Pine Bluff Commercial, aunque ese crimen no lo confesaría hasta 2005, tras haberse consagrado a la religión en el corredor de la muerte.
Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Hurd el 14 de septiembre de 1999, aunque el 3 de octubre de ese mismo año logró fugarse de la prisión escondido en un camión de basura. Durante la fuga, Williams asesinó en Varner al granjero Cecil Boren, de 57 años, al que robó su camioneta y armas. Dos días más tarde Williams fue detenido en Misuri tras estrellarse con el vehículo robado y provocar la muerte a Michael Greenwood. En el 2000 un jurado condenó a Williams a muerte por el asesinato de Boren.
El miércoles, en la víspera de su ejecución, Williams recibió la visita de su hija de 21 años, a la que hacía 17 que no veía, y conoció a su nieta de tres. Fue la familia del fallecido Michael Greenwood la que pagó el viaje en avión de la hija y de la nieta, que viven en el lejano estado de Washington, hasta la prisión de Arkansas.
Williams aprovecho sus últimas palabras para agradecer a los Greenwood el gesto de «misericordia» que tuvieron y pidió a los familiares de sus víctimas perdón por sus crímenes «sin sentido e inexcusables».
La muerte de Williams fue la décima ejecución del año en Estados Unidos y la número 1.452 desde que el Tribunal Supremo reinstauó la pena de muerte hace cuatro décadas. Arkansas ha ejecutado a 31 de estos presos.
Por la camilla de la cámara de ejecuciones de Cummins Unit ya habían pasado en los últimos días Ledell Lee, Jack Jones y Marcel Williams, tres reos condenados a muerte por salvajes feminicidios que junto a Kenneth Williams, fueron los primeros presos ejecutados en Arkansas desde hacía 12 años. La doble ejecución de Jones y Marcel Williams, el lunes, fue además la primera en EEUU desde el 2000.
Los cuatro a los que la justicia salvó de ser ejecutados fueron Bruce Ward, Don Davis, Stacey Johnson y Jason McGehee, que tendrán nuevas oportunidades para luchar por su vida en los tribunales. De momento seguirán por tiempo indefinido en el corredor de la muerte de Arkansas, en el que a día de hoy viven 29 presos: 14 afroamericanos, 14 blancos y un hispano.