El rey de Marruecos, Mohamed VI, ha zanjado la crisis diplomática abierta con España deseando «inaugurar una etapa inédita» en las relaciones entre ambos países, que se debe basar en «la confianza, la transparencia, la consideración mutua y el respeto a los compromisos».
En contexto: Mohamed VI habla así por primera vez de la crisis que se abrió el pasado mes de abril a causa de la hospitalización en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, y la posterior entrada masiva de emigrantes en mayo a la ciudad autónoma española de Ceuta ante la pasividad marroquí.
«Con sincero optimismo, expresamos el deseo de seguir trabajando con el Gobierno español y su presidente, Pedro Sánchez, con el fin de inaugurar una etapa inédita en las relaciones entre nuestros dos países», ha afirmado el monarca en el discurso que anualmente pronuncia con ocasión de la Revolución del Rey y del Pueblo.
Los acontecimientos ocurridos en mayo desembocaron en el mayor distanciamiento vivido en las relaciones entre ambos países desde que Marruecos ocupó el islote de Perejil en 2002. Ha sido, según ha expresado en su discurso el propio rey marroquí, «una crisis sin precedentes que ha sacudido fuertemente la confianza mutua y ha planteado varias preguntas sobre su futuro».
Pero en las últimas semanas, y tras el cese de la exministra de Exteriores española Arancha González Laya, Marruecos ha dado signos de acercamiento, como aceptar la devolución de los centenares de menores que entraron en Ceuta en mayo.
Mohamed VI ha afirmado que desde su país se ha trabajado con «la mayor tranquilidad, total claridad y espíritu de responsabilidad» para llegar a un entendimiento con España, unas conversaciones de las que él mismo, ha dicho, ha formado parte. Marruecos está, asegura, «comprometido en la construcción de relaciones sólidas, constructivas y equilibradas, especialmente con los países vecinos» como España.
El monarca ha tenido también buenas palabras para referirse a las relaciones entre Marruecos y Francia, sustentadas por los fuertes vínculos «de amistad y estima mutua» que le unen con su presidente, Emmanuel Macron.
No se ha referido en cambio a sus relaciones con Alemania, país con el que Marruecos mantiene una crisis diplomática desde el pasado mes de mayo, cuando llamó a consultas a su embajadora en Berlín y reprochó a su país su «actitud negativa» sobre la cuestión del Sahara.
Ni tampoco, de forma expresa, a Argelia, su vecino del este y con el que también tiene unas relaciones difíciles, que han empeorado desde el acercamiento de Marruecos a Israel a cambio de que Estados Unidos reconociera la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.