El terrorismo yihadista se cobró al menos 4.826 vidas en todo el mundo en el primer semestre de 2020, período en el que se produjeron 1.013 ataques de esta motivación (un 34% más que en el mismo período del año anterior) en 30 países. Esta es una de las principales conclusiones del informe sobre yihadismo, correspondiente a los primeros seis meses del año, que elabora el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), organismo impulsado por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).
Lo más importante: el estudio, dirigido por el investigador Carlos Igualada, revela que un 16% de todos los países han sido escenario de al menos un atentado yihadista, si bien Afganistán ha sido el más golpeado con más de 400 ataques, que también han tenido especial incidencia en Burkina Faso, Nigeria, Camerún y Mali. De hecho, el 72% de este tipo de acciones tuvieron lugar en estos países que, junto a Níger, Chad, Mozambique o la República Democrática del Congo, también concentran la mayor parte de las víctimas mortales.
En este contexto, Afganistán se ha ido consolidando como el «epicentro» de la actividad yihadista en todo el mundo «una vez que el Daesh ha ido perdiendo posiciones en Irak y Siria«, según este estudio.
El informe revela que la actividad terrorista también se ha visto afectada por la pandemia del coronavirus[contexto id=»460724″] que, no obstante, en algunos casos ha favorecido al movimiento yihadista global porque los gobiernos se han centrado en combatir la pandemia y también por la puntual retirada de soldados destinados en misiones internacionales con el fin del prevenir contagios.
Asimismo, la investigación advierte de que continúa la «descentralización» del yihadismo con más franquicias terroristas en distintas partes del mundo.
«Si bien se ha producido un importante aumento del número de atentados de carácter yihadista -prosigue el texto-, esto no se ha visto reflejado en un crecimiento del total de víctimas mortales debido al retroceso de la actividad del Daesh en Siria e Irak, donde han fallecido cerca de mil personas menos».
El documento destaca en este punto la «muy llamativa» diferencia entre Afganistán (1.823 fallecidos) y el resto de países en cuanto al número de víctimas, dado que triplica el dato de Nigeria (611), segundo país con más muertos, mientras que en tercer lugar se encuentra Burkina Faso (531), que en el mismo periodo de 2019 registró la mitad de víctimas mortales.
A excepción de Nigeria, que ha experimentado una «leve mejora», el resto de países analizados han empeorado «de forma notable», destacando los del Sahel y los de África Occidental.
En estos lugares, los grupos armados «aprovechan la desconfianza de los ciudadanos con las autoridades locales y se postulan como alternativa a los gobiernos en zonas marginadas», aclara el informe que destaca la importancia de que las autoridades «se esfuercen en mantener y recuperar» la confianza de la población local «para evitar que sus ciudadanos caigan en manos de los grupos terroristas».
«Ocho de los diez ataques más letales durante la primera mitad de 2020 -continúa el informe- se han producido en países de la región del Sahel y las otras dos acciones terroristas que han provocado un gran número de víctimas corresponden a la República Democrática del Congo y a Mozambique, donde existe una amenaza yihadista creciente».
«Las tendencias -añade- muestran una línea descendiente en cuanto a la letalidad de las acciones yihadistas, puesto que estas organizaciones terroristas son cada vez más conscientes de que el elevado número de víctimas se puede traducir en una pérdida de apoyo por parte de la población local».
El estudio pone de manifiesto que los talibanes son «el grupo terrorista más letal» y el causante del mayor número de víctimas, «gracias a su fuerte presencia en gran parte del territorio afgano», con 1.423 asesinatos en 389 atentados, lo que supone el 30% del total de víctimas.
Por otra parte, Daesh es «un buen ejemplo para explicar el alto grado de mutabilidad que puede sufrir una organización terrorista», ya que «ha pasado de realizar sólo el 50% de su actividad fuera de Siria e Irak en 2019, a alcanzar un 73% en los últimos meses», debido al «incremento exponencial de la capacidad terrorista de franquicias regionales como ISWAP o el EIGS».
En cuanto al terrorismo yihadista en Europa, sólo en el primer semestre de 2020 se ha producido el mismo número de atentados yihadistas en suelo europeo que en todo 2019, por lo que «es muy probable que al finalizar el año nos encontremos con un importante aumento del total de acciones terroristas», lo que «rompería con la dinámica iniciada en 2017 que ha supuesto un retroceso de ataques año a año».
En total, se han producido tres atentados yihadistas en Francia y otros cuatro en Reino Unido, todos ellos con arma blanca que se han cobrado la vida de seis personas, sin incluir a los terroristas muertos en los atentados.