Sello de calidad
«A24 ha producido películas estupendas, pero hoy me cuesta no identificarla con un proyecto para estudiantes post-adolescentes de escuela de cine»
¿Por qué todas las películas estadounidenses se parecen? Y no hablo solo de las franquicias de superhéroes o de las comedias románticas con la misma gama cromática. También me parecen iguales las llamadas películas indies, un concepto manoseado que ya no tiene que ver con el bajo presupuesto o el mumblecore sino que se ha convertido en sinónimo de algo que tiene una aspiración de profundidad y criterio estético. Es importante lo de «aspiración». O, quizá mejor, presunción.
El mejor representante de este cine es la productora A24, que tiene un estilo característico tanto en sus producciones originales como en los filmes que distribuye. Es conocida por las oscarizadas Todo a la vez en todas partes y Moonlight, por ser la distribuidora de las películas de Yorgos Lanthimos, por las recientes Civil War y La Zona de Interés, por el cine de terror de Ari Aster. En general, todas estas películas comparten poco. Pero su recepción/interpretación es parecida.
Como ha escrito la crítica de cine Simran Hans en la revista Art Review, «A24 se ha convertido en sinónimo de cine independiente con aspiraciones. En una época dominada por las franquicias cinematográficas, apoyar a una marca como A24 es apoyar la creatividad, la asunción de riesgos y a cineastas con un punto de vista distintivo». Es un cine que se considera a sí mismo solemne, provocador, elevado. Pero uno rasca y poco hay de eso en su interior.
Hay verdaderas joyas en su catálogo. Uncut Gems es un thriller apasionante. La Zona de Interés es quizá la película más sutil e inteligente que se ha hecho sobre Auschwitz. Spring Breakers es una locura. The Florida Project es una preciosidad. Pero con el tiempo, la productora se ha ido convirtiendo en una parodia de sí misma.
Produce filmes que parecen videoclips, con buenas premisas y malos desarrollos. Tener una buena premisa te ayuda mucho con el marketing. Si la sinopsis y el planteamiento del filme son buenos, el desarrollo, el desenlace, la profundidad psicológica dan igual. Si en medio del filme añades alguna escena a cámara lenta con neón, un plano grabado a través de un espejo y un par de frases citables para promocionar la viralidad, ya tienes un poco montado el proyecto.
El espectador que se emociona solo con ver el logo de A24 es como el lector que se emociona con un libro de Anagrama simplemente por ser de Anagrama. Creo, en el fondo, que no es un gran espectador/lector, simplemente identifica esa marca con el buen gusto, cierta elevación y calidad. No se me entienda mal. Anagrama sigue publicando libros buenísimos. Pero creo que el lector que sigue considerándola la editorial intelectual por referencia quizá se quedó en su adolescencia, cuando comenzó a leer su colección de compactos.
A24 también ha producido y seguirá produciendo películas estupendas, pero hoy me cuesta no identificarla con un proyecto para estudiantes post-adolescentes de escuela de cine que piensan que una película de los 90 es un «clásico» y que hablan de cine «europeo» (un cine que los estadounidenses consumen como una rareza) como si fuera una cosa única.