The Objective
Ricardo Dudda

No está todo inventado

«Cuando escucho que ya no hay nada nuevo, lo que escucho es a alguien que ha perdido la curiosidad, e incluso a alguien que quizá no la llegó a tener nunca»

Al mismo tiempo
No está todo inventado

El guitarrista Mat Ball. | Stacy Lee

Vivimos en una cultura de la segmentación. Parecía que internet nos haría estar descubriendo cosas nuevas todos los días; al final acabamos buscando lo de siempre, y el algoritmo nos ofrece lo de siempre. Basta con observar las películas más taquilleras de la década: hay muchos remakes, reboots, reiteraciones de las mismas franquicias. La oferta eterna de internet ha acabado reducida a la oferta que nos dan tres o cuatro monopolios del entretenimiento, que funcionan un poco como tu abuela: si un día te ven comiendo una manzana, te compran 15 kilos.

Hay gente que dice que está todo inventado, que por eso nos repetimos. Ese comentario viene normalmente de gente que perdió el interés y la curiosidad artística hace años, el tipo de persona que vive en una rotación constante de sus películas/series favoritas y no se sale de la playlist de Spotify que hizo con 19 años (o de la lista Global Hits de la misma plataforma). El otro día leía en X a un tipo anónimo (al final uno acaba siempre peleado con gente anónima con ideas horribles) que decía lo siguiente: “No hay música de guitarra nueva y buena porque todo lo que se puede hacer con la guitarra ya se ha descubierto. Hemos resuelto la guitarra. Toda la música de guitarra no es más que una combinación de otras músicas de guitarra del pasado. Algunas de estas combinaciones son agradables, pero no son nada nuevo”.

“El arte consiste en eso, en robar ideas a los demás y hacerlas propias”

Es una opinión horrible. Sobre todo porque ve el arte como algo finalista, es decir, que tiene un destino final. ¿Cuál es el “estadio final” de la guitarra? Yo hace poco vi al guitarrista Mat Ball en directo. Se planta él solo en el escenario con una guitarra y un amplificador. Y alcanza texturas y loops y muros de sonido increíbles. Pero por usar algo más convencional: ¿no es el sonido de la guitarra de Mk.gee, un artista pop/rock que está empezando a alcanzar estatus de culto y también popularidad, algo originalismo? Sí, recuerda a veces a Prince, precisamente porque el arte consiste en eso, en robar ideas a los demás y hacerlas propias. ¿No se ve en el estupendo disco de rock clásico Diamond Jubilee, de Cindy Lee, una personalidad clarísima? No inventa nada, pero su sonido es propio y auténtico.

Es cierto que hay géneros artísticos que acaban muriendo o agonizando durante décadas, pero es precisamente por culpa de guardianes de las esencias que impiden que nada nuevo entre en ellos. Algo mismo pasa con el cine. ¿El western murió? Pues quizá en su concepción inicial sí. Pero, ¿no es un western, por ejemplo, la brillante No es país para viejos, de los hermanos Coen, o First cow, de Kelly Reichardt?

Y con la literatura más de lo mismo. Hace unos años hubo un boom de la autoficción. Todo el mundo llamaba autoficción a cualquier libro que incluyera una mezcla de ficción con alto componente autobiográfico y, sobre todo, un espíritu de work in progress: uno iba viendo cómo el autor iba contando su historia, se le veían las costuras a la narración (el mejor ejemplo de ello es Emmanuel Carrère). ¿Significa eso que el género está muerto? No. Lo que ha pasado es que se han escrito obras muy malas de autoficción, pero también se siguen escribiendo obras realistas horribles y eso no significa que el género esté agotado.

Cuando escucho que ya está todo inventado, que ya no hay nada nuevo, lo que escucho es a alguien que ha perdido la curiosidad, e incluso a alguien que quizá no la llegó a tener nunca.

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