The Objective
Ricardo Dudda

Una pequeña obra maestra sobre el desarraigo

«La protagonista de ‘Desaparecer’, la novela de Maria Stepánova, es incapaz de reconciliarse con Rusia. No poder volver a sus raíces le obliga a desaparecer»

Al mismo tiempo
Una pequeña obra maestra sobre el desarraigo

Ilustración de Alejandra Svriz.

En 2022, poco después de la invasión de Ucrania, el escritor ruso Máxim Osipov, médico de provincias y autor de relatos y novellas, abandonó su país. El año pasado lo entrevisté con motivo de su último libro publicado en español, Kilómetro 101 (mi favorito es Piedra, papel, tijera, ambos están publicados en la editorial Libros del Asteroide). Dijo que desde que se exilió, no había sido capaz de escribir. Siempre se había considerado un exiliado interno, y en su obra literaria la cuestión del desarraigo está muy presente. «La idea de que tarde o temprano tendría que marcharme sí que estuvo siempre ahí […] Mis preocupaciones hoy son exactamente las mismas que hace unos 35 años. Primero, no hundirme en el fango, no ensuciar mi conciencia; segundo, no acabar en la cárcel; y tercero, no desaprovechar el momento en que uno debe marcharse para siempre». Pero ahora que el exilio era físico, le costaba volver a trabajar: para escribir, dijo, necesitaba estar enraizado.

Algo parecido le pasa a la protagonista de Desaparecer, la novela de Maria Stepánova que acaba de publicar la editorial Acantilado. Una escritora exiliada de su país, que ha iniciado una guerra contra su vecino, viaja a un festival literario y acaba varada en una ciudad de Europa central. Aprovecha el problema logístico para intentar desaparecer: no carga el móvil, alquila una habitación en un hotel y se dedica a pasear sin rumbo.

«Es una novela breve y cerebral, llena de destellos y reflexiones a vuelapluma»

En uno de esos paseos, se topa con un hombre en el que se había fijado en el tren. Entablan conversación y él la invita a un escape room (es una situación extrañísima resuelta con brillantez). Al salir, el hombre le confiesa que la conoce y es fan de su literatura. Roto su anonimato, la escritora se indigna y se marcha: «Él lo sabía todo de ella y ella, de él, no sabía nada». En otro paseo, la protagonista acaba en un circo. Fast forward: charla con dos empleadas y acaba participando en el clásico truco del sarcófago, en el que se simula la partición en dos de su cuerpo. Lo hace tan bien que le prometen un empleo.

Es una novela breve y cerebral, llena de destellos y reflexiones a vuelapluma. Quizá las mejores son las que hace de la Bestia, alegoría de Rusia. La protagonista es incapaz de reconciliarse con su país natal. Su incapacidad para volver a sus raíces le obliga a desarraigarse y desaparecer. Está la cuestión del desarraigo, pero también la de la lengua: el ruso es una lengua inocente, pero se han cometido tantas atrocidades en su nombre que se siente paralizada. Desde que se exilió, no es capaz de escribir. La bestia le persigue hasta en el exilio. «M. nunca había tenido nada que ver con la bestia o, al menos, eso era lo que ella creía. Pero como la bestia, al parecer, nunca paraba de crecer, y ya contenía a todas las personas nacidas en el territorio del país del que M. provenía y donde, hasta hacía muy poco, se iba a la cama y se despertaba por las mañanas, y contenía desde luego, también, a todo aquel que hablaba o escribía en la lengua que ella consideraba suya, resultaba que también M. era la bestia».

Su mirada excéntrica y llena de curiosidad, su sensibilidad y melancolía, su facilidad para crear imágenes se combinan con un compromiso político firme y, a la vez, sutil y elegante. Desaparecer es una modesta obra maestra de la literatura del desarraigo y el exilio ruso.

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