Trump y otras coartadas
«Hablando de Trump y de la decadencia de Occidente ya no hay que ocuparse de Santos Cerdán y el resto de golfos apandadores socialistas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Los asuntos de la actualidad política son siempre poliédricos y podemos abordarlos desde el punto de vista que más nos convenga. Por ejemplo, los escándalos de corrupción del PSOE, agravados últimamente por el encarcelamiento de quien hace poco más de 15 días aún era el mandamás organizativo del partido. A mí, supongo que por cuestiones gremiales, me llama la atención particularmente cómo se enfrentan a estas noticias los columnistas y tertulianos habituales, sobre todo los que siempre han procurado favorecer lo más posible al Gobierno izquierdista que padecemos, cada vez con menos resignación.
Son raros los que aprovechan la ocasión para hacernos reír, cosa muy de agradecer en estos tiempos de tribulación en que vivimos. Siguen el ejemplo de la vicepresidenta Montero, siempre tan torera, la única personalidad política imposible de caricaturizar porque se caricaturiza a sí misma todos los días: en este caso, comentando el entrenamiento (o sea, entrada en la trena) de Santos Cerdán como si el personaje no tuviese nada que ver con el partido socialista, donde fue todopoderoso hasta hace dos semanas. ¡Olé tus santos ovarios!
Pero para humor del bueno el de Javier Cercas, que ha publicado un artículo en El País, catafalco del régimen del que ya van retirando las flores a toda prisa, titulado poéticamente La mayor victoria de Pedro Sánchez. Aconseja al presidente dimitir ahora para que pueda ser sustituido por otro compinche de la banda, reivindicándose así personal y políticamente. Si no lo hace y se aferra a las ventajas de su puesto, cosa que el certero Cercas se niega a creer, “eso significaría que ha dejado por completo de pensar en su país y ya sólo piensa en sí mismo”. Juá, juá. ¡Qué fina ironía! Como en los mejores melodramas de Douglas Sirk, nos hace a la vez reír y llorar…
Pero este humor tan sofisticado no es frecuente. La mayoría de los columnistas y tertulianos que quieren seguir siendo considerados de izquierdas toman otro camino. De Ábalos, Koldo y Santos Cerdán, mejor no hablar: mencionarlos es hacer el juego a la extrema derecha. Hay que centrarse en denunciar los verdaderos problemas del mundo, todos de derechas, como es natural. El primero y principal, Donald Trump. ¡Qué sería de nosotros sin Trump, siempre tan apañado! Últimamente, se le ha ocurrido encerrar a los inmigrantes ilegales en su “Alcatraz de los caimanes”, que es una idea propia de uno de esos malvados de James Bond (bueno, aquí tenemos los trenes de Puente, que son lo mismo de disuasorios).
Además de todos sus restantes vicios, entre los que ahora se cuenta ya su furor belicista, el tirano de la Casa Blanca quiere amedrentar a España. ¡A España! Eso es no conocernos. El presidente Sánchez, digno heredero del Cid y del coronel Moscardó, se le ha enfrentado sin temblar y no piensa dedicar al presupuesto de defensa más de lo que cuesta un tirachinas, aunque para disimular haya firmado otra cosa. Por mi parte, debo agradecerle que, por una vez, me haya puesto de acuerdo con lo que opinan tanto Trump como Sánchez: con lo que opinan el uno del otro, claro. Pero hablando de Trump y de la decadencia de Occidente ya no hay que ocuparse de Santos Cerdán y el resto de golfos apandadores socialistas. Lo cual hay que reconocer que para los que cobrando o incluso gratis los encubrían en los medios hasta ayer mismo es un gran alivio.
“No es Trump la única coartada para callar sobre las vergüenzas de la izquierda. Ahí está la boda veneciana de Jeff Bezos”
Pero no es Trump la única coartada para callar sobre las vergüenzas de la izquierda. Ahí está la boda veneciana de Jeff Bezos y la señorita Sánchez (ese apellido empieza a parecer maldito), una apoteosis del mal gusto y la vulgaridad que da mucho pábulo para despotricar contra los multimillonarios, aunque hayan hecho su fortuna inventando y trabajando, no robando como los cerdanes que tenemos en casa.
Por cierto, otra coartada tan basada en el mal gusto y la vulgaridad como la fiesta matrimonial del dueño de Amazon es la apoteosis del Orgullo LGBTIQ+ (antes Gay), una exhibición de las libertades de las que gozamos y lo mal que suelen emplearse. Siempre es obligatorio ensalzar esa triste patochada (lo es aquí o en París, en Teherán no lo sería), pero este año al atrabiliario Orbán se le ha ocurrido prohibirla, con tanta ferocidad que han ido miles de personas incluido Urtasun. Pudiendo entretenernos con temas tan apasionantes, para qué hurgar en la putrefacción socialista (socialista y no sólo sanchista, seamos justos), que además puede volverse contra algunos conversos a golpe de hemeroteca.
En cambio, el único que de verdad ha dicho algo interesante es el abogado que le han buscado a Cerdán, tan cursi y risible como el resto de los separatistas catalanes, tan eficaz que han encarcelado a su cliente a la primera de cambio. Sostiene el rábula lemosín que a Cerdán le acosan “por ser el arquitecto de los pactos con Bildu, el PNV y Junts”. No es cierto, le investigan por ladrón, pero por esos otros trabajos arquitectónicos es por lo que deberían condenarle.