Llegaron los Sanfermines
«Los Sanfermines van siempre en plural como otras cosas buenas –las Navidades, las vacaciones, los amores…– para que así parezca que duran más»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El verano gusta anunciarse con claros clarines, como el cortejo de Rubén Darío. El primer baño en la Concha, cuando el agua aún está fresquita (ahora ya está más caliente que fuera), las primeras pochas y el bonito de temporada, el primer tanga playero que merece realmente la pena contemplar, el primer negroni casero que siempre sabe a piazza romana… y los Sanfermines que por fin llegaron. Los Sanfermines, que van siempre en plural como otras cosas buenas –las Navidades, las vacaciones, los amores…– para que así parezca que duran más, lo que demuestra que los españoles en el fondo somos optimistas (aunque ahora que lo pienso, también decimos los impuestos).
Los Sanfermines, que lo tienen todo: las fieras aciagas y hermosas que pueden matar y que luego van a morir, la carrera en que se mezclan jóvenes de todas las edades, los rituales supersticiosos que protegen incluso a quienes no creen en ellos, los cantos y bailes siempre iguales, las comilonas disimuladas con diminutivos (almuercicos), el vino a raudales, bendito sea, la desharrapada lujuria que nunca practica uno bastante… Según las circunstancias y la edad, cada cual participa en los Sanfermines como puede. Para mí son ahora el despertador a las ocho menos cuarto, la bata bostezante, las chancletas puestas en el pie equivocado, los cantos al minúsculo santo en su hornacina desde la que protege con su capotico a propios y extraños, el cohete que marca el comienzo del miedo, el cencerro litúrgico de los cabestros… Cuando estábamos en Sant Elm, yo me sentaba en aquel sofá tapizado en cuero blanco que tanto me gustaba y ella se ponía a horcajadas a mi lado en el reposabrazos, y exclamaba ¡Jo! cuando un mozo se caía y el morlaco le pasaba por encima. ¡Jo! Ella, que ya no está.
Los Sanfermines son la fiesta más popular que conozco. No una fiesta sólo española ni mucho menos, porque vienen de todas partes los que quieren sentirse pueblo con nosotros, por las calles de Pamplona. Y naturalmente el pueblo multinacional y multirracial ha chocado varias veces con el populismo dogmático que se le opone. Lo contrario de lo popular es la ideología. Gracias a los socialistas tenemos un alcalde de Bildu en Pamplona (¡Asirón, Asirón, el euskera campeón!) que ha lanzado un vídeo de promoción de las fiestas sin mencionar a los toros, los encierros ni siquiera a San Fermín. Es como promocionar a San Sebastián sin mencionar ni una sola vez a la Concha. Pero además en el chupinazo inaugural de los Sanfermines, lanzado desde el balcón del ayuntamiento, además de los vivas habituales al santo, se lanzaron otros a favor de Palestina, aprovechando el gentío que tenían reunido en la plaza con un motivo bien distinto.
Desde luego, hay muchos dramas en el mundo y personas injustamente oprimidas (algunas se expresan en español) pero no es el chupinazo el momento oportuno para reivindicar nada más que la alegría de la fiesta. Por su parte, el alcalde (¡Asirón, Asirón, el euskera campeón!) hizo público su interés porque se discuta si debe haber o no toros en los Sanfermines. Lo dijo con la boca pequeña, con lo grandota que la tiene, porque de sobra sabe lo que quieren la inmensa mayoría de los pamplonicas: no tiene más que asomarse al balcón de su despacho para verlo. Eso sí, queriendo quedar bien con todo el mundo, tiró de chistera y se presentó en el coso taurino para presidir la primera corrida de la feria, llevándose una monumental pitada del respetable.
«Lo que faltaba, EITB hablando de asesinatos de animales después de haber callado durante décadas los de personas»
Menos mal, Dios aprieta, pero no ahoga… aunque en casos especiales debería llegar hasta el ahogo puro y duro. Pero lo mejor de todo fue que la televisión pública vasca sacó unas imágenes de los toros en el corral diciendo que serían esa misma tarde «asesinados» en el ruedo. Vamos, lo que faltaba, EITB hablando de asesinatos de animales después de haber callado durante décadas los de personas y negarse a poner los documentales de Iñaki Arteta en los que se identifica a las víctimas y a los criminales sin trucos zoológicos embusteros.
Pero nada de esto va a deslucir los inigualables Sanfermines. Al contrario, gracias al arte de Morante y al sectarismo de Urtasun los toros están más de actualidad que nunca, sobre todo entre la gente joven… de todas las edades. ¡Viva San Fermín!