Vulnerables
«Con los medios audiovisuales que tenemos, dedicados a difundir la ignorancia y no a combatirla, cómo no vamos a tener jóvenes y no tan jóvenes vulnerables»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Nuestra sociedad actual, tan paternalista para ciertos asuntos y tan despreocupada en otros quizá más graves, reclama especiales miramientos para las personas vulnerables. Se trata de ciudadanos que por una u otra razón están en una situación social más desvalida que los demás ante los problemas de convivencia. La edad, el estado de salud, la carga familiar, la falta de recursos económicos, etc., son algunos de los motivos de esa peligrosa vulnerabilidad, que las autoridades hacen muy bien en tomar en cuenta al aplicar el peso —a veces realmente pesado— de la ley.
Pero hay otro motivo de vulnerabilidad, quizá el más frecuente, que suele mencionarse menos tal vez porque es una circunstancia de la que es responsable directo el propio afectado. Me refiero a la ignorancia culpable. En bastantes casos, este motivo de invalidez es realmente escandaloso y bloquea al ciudadano hasta el punto de imposibilitarle su funcionamiento como tal. Este patético bloqueo le pone por lo común en manos de manipuladores sectarios que se aprovechan de su vacío intelectual para suplirlo con sus propios mitos y supersticiones, no mejor informados pero con mayor malicia para rentabilizar su inopia.
El caso paradigmático es el trágico enfrentamiento de Israel con el terrorismo de Hamás, cuyos efectos colaterales hacen sufrir de manera inhumana a tantos civiles palestinos. En esta cuestión se muestran en situación de clara vulnerabilidad todos nuestros compatriotas convencidos de que es un conflicto donde el bien y el mal están claramente delimitados y toman partido por unos o por otros sin matices, es decir, desde la cerrada ignorancia. Lo cual les pone a disposición política de quienes no tienen escrúpulos en aprovechar ese pavoroso drama para barrer a favor de su convento.
Ese es el papel que se han puesto a jugar con entusiasmo la extrema izquierda y los separatistas, cuya indigencia mental es ya famosa en todas las latitudes por quienes no la comparten. Recordemos, si la repugnancia nos lo permite, los indecentes atentados contra la Vuelta a España que nuestro incalificable Gobierno aprovechó para corear. Capítulo segundo del disparate: España se retira del Festival de Eurovisión porque se autoriza la participación de un representante de Israel en el certamen. Nuestra dignidad nacional no nos permite codearnos ante los televidentes con un país al que compramos drones y otras armas, así como nos codeamos con artistas o deportistas israelíes en tantas otras competiciones.
Por supuesto, todos mis conocidos, así como yo mismo, dejamos de ver el Festival allá por la fecha en que se jubiló Domenico Modugno y no volveríamos a ver ese triste espectáculo ni aunque nos jurasen que participa Giorgia Meloni desnuda cantando Bella ciao. Abandonar ese festejo no es un sacrificio, sino un premio mayor que el de ganarlo pero, en cualquier caso… ¿por qué la vendida y sectaria RTVE debe arrogarse el capricho de frustrar a un puñado de abueletes/as que ansían ver esa cita para recordar el día en que se enamoraron de Gigliola Cinquetti? Y ello a pesar de que existe al menos nominalmente un alto el fuego que solo rompe constantemente Hamás, empeñado como cualquier mafia en ajustar las cuentas a sus competidores por el dominio de Gaza.
«Nuestros izquierdistas ya han decidido el relato que hay que respetar y a los vulnerables no les queda otro remedio que seguirles»
Pero da igual, nuestros izquierdistas con mando en plaza ya han decidido el relato que hay que respetar y a los vulnerables no les queda otro remedio que seguirles mansamente, sea en Eurovisión o en la Feria de Durango, donde entre libros, discos y artesanía en euskera se ha impuesto oficialmente la solidaridad con el pueblo palestino —léase Hamás— y la condena del genocidio israelí. Poco deben de saber de esa problemática en Durango, a cuya Azoka no le han faltado en los últimos años crímenes más próximos ante los que protestar, pero lo importante es que los bildutarras aprovechen la gran concentración de gente joven —es decir, vulnerable— para llevar agua turbia a su molino.
Y en Mallorca, como también hay cernícalos separatistas, más de lo mismo: hace unos cuantos días han cancelado una conferencia en la Obra Cultural de Manacor de la doctora Laura Miró Bonnin sobre la evolución del antisemitismo en la isla y su repercusión en la comunidad xueta. Los izquierdistas de Arran y compañía no son especialistas en el tema, como Laura Miró, pero se han especializado, en cambio, en suprimir lo que no les gusta: «¡Mallorca es antisionista!», berrean muy ufanos y los vulnerables locales se callan o aplauden.
Con los medios de comunicación audiovisuales que tenemos, dedicados a difundir la ignorancia y no a combatirla, cómo no vamos a tener jóvenes y no tan jóvenes vulnerables. A la academia de Operación Triunfo, que no es Harvard, ya lo sé, ha ido a adoctrinarles Inés Hernand para darles la buena nueva de que lo de ETA se ha tergiversado mucho, porque la izquierda abertzale era pacifista. Valiente burra. Eso no lo dice ni Otegi, pero para qué se va a arriesgar a decirlo si hay otros que lo vocean por él y quizá cobrando menos que Silvia Intxaurrondo.
Que nadie se extrañe de que haya más de un 50% de vulnerables que dicen que la Constitución está desfasada y que hay que cambiarla, aunque como no se la han podido leer, no saben por dónde empezar. Armengol, esa Hannah Arendt de la vulnerabilidad, sugiere que hay que aliñarla a las diferentes salsas regionales: romescu, alioli, pilpil, mayonesa, etc. Ya habrá quien se haya puesto a ello. Yo me despido citando a Santo Tomás: «Omnes stulti et deliberatione non utentes, omnia tentat». Resulta que está en latín y ante el latín todos somos vulnerables.