Diez blanquitos
«Cuando la ofensa se convierte en el argumento central para avalar el revisionismo o advertir sobre una obra (ya sea artística o científica) siempre encontraremos afectados y motivos razonables para realizarlo»
El bisnieto de Agatha Christie ha decidido cambiar el título de Diez negritos por Eran Diez y se han eliminado las 74 veces que aparece la palabra “negro” de la versión original de la obra. El bisnieto asegura que a la escritora aprobaría este cambio porque nunca le gustó ofender. Y seguramente así sea. Y si no lo es, no hay duda de que como estrategia de marketing funciona: ha vuelto a poner el célebre libro de Christie en las portadas de todos los periódicos.
Algo parecido pasó con Lo que el viento se llevó, que pasó de suprimirse de la plataforma HBO a contextualizarse. La primera vez que vi una contextualización fue en los libros de Biología de la escuela pública en Estados Unidos. En la portada aparecía una etiqueta que recordaba a los estudiantes que la Teoría de la Evolución era solo una teoría.
El motivo de esta contextualización era “proteger” a los alumnos para que no vieran ofendidas sus creencias porque un tal Darwin osara vincularlos con los primates. Y, en este caso, quienes presionaban con esta iniciativa eran blanquitos norteamericanos. De derechas y cristianos.
Cuando la ofensa se convierte en el argumento central para avalar el revisionismo o advertir sobre una obra (ya sea artística o científica) siempre encontraremos afectados y motivos razonables para realizarlo. Pero para acabar con el racismo o machismo es más útil recordar nuestras vergüenzas colectivas que hacer borrón y cuenta nueva.
La mejor manera de mostrar mayor sensibilidad y pluralismo es creando nuevas historias con protagonistas diversos y que apelen a distintas problemáticas. No suprimiendo, censurando o contextualizando los grandes clásicos.