THE OBJECTIVE
Jaime G. Mora

La democracia zarandeada

«Sometidos los poderes legislativo y judicial y anulada una prensa sin influencia, el Gobierno ha terminado por colonizar instituciones como el CIS, para canalizar la opinión pública, o Transparencia, para evitarse titulares incómodos»

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La democracia zarandeada

Chema Moya | EFE

Uno de los primeros entrevistados en «La Hora de La 1», ese programa que han montado en el ente público para sustituir con su buena dosis de banalización a «Los desayunos», que mal que bien aguantaba el tipo, fue Juan Carlos Monedero. Ya saben, uno de los fundadores de Podemos que, pese a su temprana retirada de la primera línea política, nunca ha dejado de ser uno de los consejeros de cabecera de Pablo Iglesias. La entrevista –sus críticas a Guerra o ese tono de catedrático envanecido con el que habla– fue lo de menos; lo que me llamó la atención fue que al final de la entrevista felicitó a la presentadora, Mònica López, hasta hace nada meteoróloga de cabecera de TVE. Monedero salió encantado de poder hablar sin que nadie le importunara demasiado y animó a López a seguir así. ¿Dónde quedaron aquellos días en los que los portavoces de Podemos solo aceptaban ir a la casa pública con lazos naranjas y cara de pocos amigos? Ahora la televisión pública, nos dice Podemos, ya no manipula. Que Rosa María Mateo lleve dos años y medio como administradora única provisional no debe discutirse, como tampoco que a la mañana política de TVE se le haya sumado el sectarismo de Cintora. Quizá sea porque todos los gobiernos, empezando por el de Rajoy, nos han acostumbrado a ello, pero hemos aceptado sin demasiada resistencia que PSOE y Podemos se hayan hecho con las riendas de RTVE con esta naturalidad. (Seguramente también ayude que a la larga nómina de periodistas que acuden a sus tertulias no les apetezca hacer ruido).

Más inquietante aún es que en este año largo el Gobierno de coalición haya despreciado las principales instituciones del Estado con una desfachatez inadmisible, por no decir peligrosa. No es solo que Podemos ajusticie con su ejército de trolls a los jueces y periodistas que se atreven a ponerlos en cuestión, es también el presidente Sánchez quien gobierna a golpe de decreto ley –qué tiempos aquellos en que esto merecía portadas de reproche– o renuncia a comparecer en el Congreso pese a que llevamos meses en un Estado de alarma que restringe derechos fundamentales. Y es Sánchez, desde su alergia a las entrevistas o ruedas de prensa, quien ha dado el visto bueno a un enfrentamiento sin precedentes con el Poder Judicial. La elección de la exministra Dolores Delgado como fiscal general parece una anécdota si la comparamos con la chusca reforma que han diseñado las líderes parlamentarios de PSOE y Podemos para tratar de maniatar al Poder Judicial. Todo con la venia de tres ministros jueces que además fueron vocales del CPGJ y el desprecio generalizado al Consejo de Estado, el supremo órgano consultivo del Gobierno. Sometidos los poderes legislativo y judicial y anulada una prensa sin influencia, el Gobierno ha terminado por colonizar instituciones como el CIS, para canalizar la opinión pública, o Transparencia, para evitarse titulares incómodos. La democracia corre peligro cuando quienes deben garantizarla no hacen otra cosa que zarandearla. 

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