THE OBJECTIVE
Fernando R. Lafuente

Genealogía de la traición

«Rebecca West concluye que la traición es inherente a la condición humana porque las circunstancias en que se produce, a veces, trascienden los vértices de la Razón»

Lo bueno de la vida
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Genealogía de la traición

John Le Carré con Sidney Lumet y Max Schnell. | Zuma Press

Libro

El significado de la traición. Rebecca West. Epílogo de Juan Benet. Reino de Redonda. Traducción de Panteleimón Zarín.  Madrid, 2011. 526 páginas

Qué condenadamente jodido asunto es el de la traición. ¿Quién no hubiera traicionado a Hitler o a Stalin para evitar los asesinatos en masa que sus regímenes propiciaron? Claro que la más alta traición, y la más íntima, es la traición a uno mismo. Si es que alguien logra saber quién es. Pero por ahí se empieza. Es dudoso que alguien se sienta traidor cuando carece de unos principios, ya sean patrióticos, ideológicos, morales, religiosos, éticos, familiares y, si apuramos el asunto, empresariales, o culturales, o económicos. La traición está en todas partes. Recuerde el lector esa frase que ha pasado a los anales del imaginario (y no tan imaginario) colectivo de esa obra maestra cinematográfica que es El padrino (1971, Francis Ford Coppola): «El que te proponga la reunión es el traidor». En la mafia, como en otras organizaciones semejantes, la traición está al orden del día. 

La cuestión es cómo identificarla y bajo qué parámetros existenciales. El libro, imponente, de Rebecca West (1892-1983) recupera el debate y analiza, de manera tan pormenorizada como brillante, los casos de Willian Joyce y John Avery en cuanto a su colaboracionismo con el régimen nazi. La primera versión de este descomunal ensayo se publicó en 1949 cuando West asistió a los juicios de los dos ciudadanos británicos para el New Yorker. Tuvo sucesivas ediciones, 1965 y 1982. Lo recuperó, para el lector en español, Reino de Redonda en 2011, y ahora, ante las circunstancias en que atraviesa el mundo occidental (al menos) pareciera una lectura de reconfortante ilustración. El epílogo de Juan Benet que se incorporó no tiene una página de más. 

Porque se trata de la ontología de la traición. La traición siempre está en busca de un beneficio, sea éste, en función de un bien patriótico, sea por una buena y jugosa cantidad de dinero, sea por un convencimiento ideológico, sea por algo tan elemental como alcanzar el poder. Desde el «Tú, también, querido Bruto» de Julio César, en el extraordinario alegato de William Shakespeare, a los Cinco de Cambridge, que conmocionaron al Imperio Británico a mediados del siglo XX. La traición, West lo analiza, en el mejor estilo periodístico británico, desde diversas, distantes y distintas perspectivas, confluye en un punto: la traición es inherente a la condición humana, porque las circunstancias en que se produce, a veces, trascienden los vértices de la Razón. Otra vez, ese lado oscuro. Sin límites éticos, todo vale. 

La traición, llevada al máximo, es el juego, siniestro, de ganarse la confianza. Esa traición se presenta en los ámbitos más diversos de la vida. Ya sean militares, diplomáticos, periodísticos, científicos (Rebecca West amplía su primera edición al fenómeno de la traición científica durante la Guerra Fría), empresariales. La traición tiene su significado en la complejidad que se manifiesta en la pérdida de un compromiso ante la propia comunidad, o familia o vaya usted a saber qué. Pero existe. La cuestión es descifrar cuándo beneficia y cuándo perjudica. Cuándo hace que la vida sea mejor y cuándo hace que caigan víctimas inocentes. No es asunto banal.

Cine

El espía que surgió del frío. Dirección. Martin Ritt. Intérpretes. Richard Burton. Claire Bloom, Oskar Weiner. Reino Unido. 1965. 107 minutos

Varias son las versiones cinematográficas basadas en novelas de ese inmenso escritor que es John Le Carré. Ésta es una de las más duras, desprovista de cualquier signo de sentimentalidad o consuelo. Es dura desde las primeras imágenes, en un soberbio blanco y negro. Ni una concesión a la demagogia, al espectáculo o a la acción por la acción. No es que sea una película para adultos, es una película para gentes que entienden que esto de vivir, que esto de la política, que esto del espionaje, que aquello que fue la Guerra Fría era un asunto de espejos móviles que, la mayor de las veces, no reflejan la realidad sino los tenebrosos huecos que mueven la política internacional.

«Suele decirse, en el fascinante mundo del espionaje, que si quieres guardar un secreto ‘ni lo pienses’». 

Alec Leamas (qué formidable interpretación de Burton) es un agente del servicio de inteligencia británico que debe infiltrarse al otro lado de lo que Churchill (siempre brillante) denominó el Telón de Acero (Alemania Oriental, controlada por los soviéticos) para llevar a cabo una operación peligrosísima como es desenmascarar a un posible doble agente. Para ello, Leamas tiene que ser expulsado de la Inteligencia británica y pedir asilo en la Alemania Oriental. Suele decirse, en el fascinante mundo del espionaje, que si quieres guardar un secreto «ni lo pienses». 

Leamas accede a protagonizar la operación. Pero, como sabemos, la vida nunca está en orden, y está inundada de fatales paradojas. No contemos más. Recuperemos esta excelente película para descubrir, o, mejor, para recordar aquello que el sargento de policía de la estupenda serie de televisión de los años ochenta del siglo pasado, Canción triste de Hill Street advertía a sus agentes antes de comenzar la jornada: «Tengan cuidado ahí fuera». Después de ver la película de Martín Ritt: pues eso.

Taberna

El lugarcito. c/ Santa Isabel, 12. Madrid

Nada menos que frente a la Filmoteca Española, a un paso del muy popular Mercado de Antón Martín, con una barra que es un lugar de encuentro de parroquianos que tienen allí su momento de conversación, está El Lugarcito que es un lugarazo. Allí donde uno siempre, por muy solitario que se considere, encuentra que la vida, como el vino, es para compartirla con los demás. La tortilla, qué tortilla, qué patatas que se deshacen con un sabor memorable, el pollo al horno, la imprescindible ensaladilla, los platos de cuchara y un menú que ha sido reconocido como la perfecta fusión entre la calidad, la variedad diaria y el precio.

Libro, película, taberna es un triángulo imbatible, la cuestión está en el momento. Y, ante el desbarajuste de la vida nacional, resulta que cualquier momento es bueno, o mejor, para ir en busca de los tres.

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