MyTO

No sólo sangre

«Es imposible que una extensión tan descomunal como América central y del sur haya durado tres siglos bajo la Corona de no ser porque alguna ventaja tuvo»

Notas de un espectador

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. | Zuma Press

  • Félix de Azúa (Barcelona, 1944) es escritor, doctor en Filosofía y catedrático de estética. En junio de 2015 fue elegido miembro de la Real Academia Española.

Muchos conocerán la célebre escena de La vida de Brian en la que se celebra una reunión de revolucionarios palestinos para conspirar contra el colonizador y exigir «la disolución del Imperio romano». No obstante, como los menores de cincuenta es muy posible que no hayan visto la película y los más jóvenes la deben de tener prohibida por incorrecta, tengo que describirla.

El Ejército de Liberación de Palestina ha reunido a simpatizantes y futuros guerrilleros en una plaza, para adoctrinarlos. El jefe pregunta sarcásticamente: «¿Y qué les debemos nosotros a los romanos?». Espera sonriente un grito unánime de «¡Nada, nada, nada!», pero ante su estupefacción, uno de los revolucionarios levanta la mano y tímidamente pregunta: «¿El alcantarillado?». Luego otro: «¿Las vías y avenidas de piedra?». Y otro: «¿Los grandes palacios?». El jefe estalla en un ataque de ira feroz y disuelve la asamblea.

Bueno, pues algo parecido podemos intentar nosotros, los españoles, cuando se nos enfrentan los partidarios de la leyenda negra, como el ignorante de López Obrador y otros demagogos que ponen al descubrimiento y la colonización del continente americano como un puro baño de sangre y un espectáculo de codicia, crueldad y degeneración.

De eso hubo, como en toda empresa humana, pero no sólo. Hubo mucho más. Era imposible que una extensión tan descomunal como toda la América central y del sur hubiera durado tres siglos bajo la corona de España, del siglo XVI al XVIII, de no ser porque alguna ventaja tendría. El problema es que es mucho más abundante la edición que engrosa la leyenda negra que aquella que demuestra su falsedad. Ahora, por fin, en la línea que abrió Roca Barea, se ha editado un tratado espléndido que cumple con las exigencias históricas reales de la construcción de los países americanos.

Porque no hubo sólo destrucción y latrocinio. Como en La vida de Brian, empiezan a salir palestinos que dicen: caminos, puentes, ciudades, acueductos, canales, minas, puertos, calzadas de piedra, hospitales, jardines, teatros, plazas de toros… La infraestructura del Imperio fue gigantesca y ordenó y conectó los más distantes puntos del continente. La dirigieron equipos de ingenieros notablemente dotados y recibieron una colosal ayuda de la Hacienda española, o lo que es igual, de la Corona. No lo hicieron ellos solos, era imposible, tuvieron la colaboración activa e importantísima de la población indígena por contrato, no como esclavos a la manera azteca. 

El último y excelente documento sobre esta cuestión es el extenso tratado de Felipe Fernández Armesto y Manuel Lucena, Un imperio de ingenieros (Taurus), que se acaba de editar. A pesar de su nombre, Fernández Armesto es un profesor inglés (de hecho, londinense), que ejerce en Oxford y goza de grande y respetable reconocimiento entre los profesionales. Y el profesor Lucena ha sido y es profesor en Stanford, en Harvard y es miembro del CSIC.

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He puesto las credenciales extranjeras de los autores del libro para que quede claro que no son nacionalistas, populistas, demagogos o bien quedas, sino que pertenecen a lo más respetado de la historiografía británica. Que dos profesores del área inglesa destruyan buena parte de la leyenda negra que inventaron sus antepasados ingleses y holandeses, tiene su gracia.

Aquellos que accedan al extenso tratado (casi 500 páginas) espléndidamente editado por Taurus con ilustraciones y mapas, comprenderán que no es un panfleto, ni una alabanza imperial, ni una extravagancia nostálgica, sino un estudio pormenorizado y detallista que convencerá a todo aquel que no lo haya despreciado de entrada con el saludo fascista por excelencia: «¡Facha!».

Además de los trabajos hercúleos, muchos de los cuales aún se encuentra intactos, como la imponente catedral de Méjico, el lector curioso también encontrará algunas historias de la tradición lírica y literaria. Por ejemplo, ¿qué puente es el que camina la Flor de la Canela, jazmines en el pelo y rosas en la cara, y quién lo construyó? O bien, ¿existió realmente el Puente de San Luis Rey, del que cuenta su tremenda historia Thornton Wilder? Un libro insuperable y magníficamente escrito.

17 comentarios
  1. Pinton

    » Hay todo un sistema de meritocracia que sustenta la obra pública española, y eso explica que dure y que haya continuidad». » A lo largo de todo nuestro imperio siempre ha habido ingenio, y siempre ha habido ciencia y técnica». «Cuando los estadounidenses consiguen la toma de Filipinas y se encuentran con que tienen que hacer las carreteras de ese país, durante 20 años se dedican a copiar el plan de los ingenieros españoles que se habian encontrado en un escritorio».
    Con estas palabras presentaron este libro sus autores…. Por si alguno necesitaba algun otro argumento para lanzarse a leer sobre lo que hicieron ingenieros de caminos nacidos y formados durante el imperio español.

  2. AlphonseZheimer

    El Sr. López Obrador no es un ignorante, es solo un caradura que sabe que habla para ignorantes que necesitan algo facilón para entretenerse y no pensar que el gran país que es Méjico, está más cerca de país fallido que de nación en desarrollo; ¡en fin, un político, burdo y sin soluciones para los problemas acuciantes de sus ciudadanos.
    AMLO no tiene un Franco que andar paseando; una memoria democrática como trampantojo ni está en guerra con Rusia ni anda lamiéndole el rastro de babas a un cretino senil y belicoso.
    Echa mano de de una historia retorcida por los ingleses para su propio beneficio y las entendederas de un pueblo demasiado grande para el presupuesto de Educación.
    Hubo españoles que sí cometieron atrocidades en la conquista y explotación de un pueblo sometido, como en todas las ocasiones en que un imperio encuentra una veta rica; pero no fue España.
    La controversia de Valladolid deja claro que no era una cuestión de Estado la vejación de millares de sometidos; que la corona era sensible a los abusos de sus lejanos delegados y el sufrimiento de los pueblos de la América hispana.
    Claro que aceptaban las riquezas de aquel mundo descubierto; pero también les retribuyó con obras, cultura y una lengua que por primera vez permitía a todos los americanos bajo su dominio, comunicarse y emprender tareas comunes y beneficiosas.
    Hay muchas facciones en América que son como aquel grupo de tarambanas de La vida de Brian; quieren oler votos, y para ello pretenden que sus hipotéticos votantes huelan sangre antigua.

  3. ToniPino

    El imperialismo siempre tiene como objetivo ampliar el territorio de la potencia conquistadora, fortalecer el poder político, económico y militar del conquistador y explotar los recursos humanos y materiales de las tierras conquistadas. No suele faltar el terror, la sangre, la violencia y la guerra. A la vez, la potencia conquistadora suelen aportar a los pueblos conquistados adelantos técnicos y científicos, pensamiento, centros culturales y educativos, infraestructuras.

    Yo me alegro de que la tierra en que vivo fuera conquistada por Roma, pues su legado perdura hasta hoy, pero también pienso en el dolor y el sufrimiento que padecieron aquellos pueblos prerromanos que habitaban la península ibérica.

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