MyTO

Naciones

«Putin trata de mantener su dictadura imitando el imperio de terror estalinista. Donde hay nacionalismo radical, la guerra revolotea como un murciélago ciego»

Notas de un espectador

Erich Gordon

  • Félix de Azúa (Barcelona, 1944) es escritor, doctor en Filosofía y catedrático de estética. En junio de 2015 fue elegido miembro de la Real Academia Española.

Cuando se dice (y lo hemos oído muchas veces) que el nacionalismo equivale a la guerra podemos creer que se trata de una frase hecha y que no responde a ninguna verdad empírica, pero no: es perfectamente real.

Hubo un tiempo en el que todos descubrimos que había unas posibles naciones llamadas Montenegro, Eslovenia o Herzegovina. Fue durante las matanzas de los Balcanes. La guerra duró unos diez años, de 1990 a 2000, y concluyó con la aparición de nuevas naciones que siempre habían existido, como Croacia o Bosnia, y veinte años más tarde continúan en un estado de inquieta inestabilidad. No es de extrañar. Se calcula que la guerra costó la vida a unas 200.000 víctimas, con episodios sumamente criminales por parte de las milicias serbias.

Ahora les ha tocado el turno a las zonas más al este de Europa. Desde la invasión rusa de Ucrania andamos buscando viejas naciones o territorios sepultados y olvidados como Galitzia, Rutenia o Bukovina para tratar de entender qué ha pasado en ese hervidero de nacionalismos. Es muy recomendable acudir al magnífico Entre Este y Oeste de la gran periodista Anne Applebaum (Debate) en donde cuenta su viaje por aquella zona en los años noventa del siglo pasado. Es un modo muy provechoso de enterarse de lo que ha sucedido en una parte de Europa que, como los Balcanes, había desaparecido bajo el manto de hierro de la Unión Soviética y el de la Yugoslavia de Tito. Porque tanto el conflicto balcánico como el actual ucraniano son el resultado del hundimiento del imperio comunista.

Applebaum comienza por el inicio mismo, el que desató la barbarie rusa en Kaliningrado (Königsberg) hasta dejarla como la palma de la mano. Era esta una ciudad portuaria del Báltico que pasó por todas las dictaduras alemanas y soviéticas, después de haber sido el hogar de Emmanuel Kant. El arrasamiento era aún visible en los años del viaje de Applebaum. Y es que para entender por qué Rusia ha invadido Ucrania es preciso remontarse a las matanzas y guerras que tuvieron lugar entre Alemania, Rusia, Polonia y Lituania durante varios siglos y las carnicerías que causaron en naciones como Bielorrusia o la misma Ucrania. Los muertos, esta vez, no fueron cientos de miles: se cuentan por millones, especialmente en Ucrania, donde Stalin mató por hambre a su población.

«El final del imperio soviético ha traído decenas de guerras y matanzas entre las naciones sometidas»

En esta inmensa zona, el imperio soviético logró aplastar todos los focos de nacionalismo hasta que los mismos habitantes de aquellos lugares olvidaron por completo su pasado y su lengua. Sólo de ese modo se entiende que escritores ucranianos como Chejov, Gogol, Joseph Roth, Conrad o Vasili Grossman escribieran en ruso, en inglés o en alemán, y figuren hoy entre lo más admirado de la literatura rusa. El aplastamiento soviético no trajo ninguna riqueza o beneficio a la zona, todo lo contrario: las admirables páginas en las que Applebaum describe, cuarenta años más tarde, el estado de lugares que habían sido capitales barrocas o ciudades del imperio austro húngaro, como Minsk o Lviv (Leópolis, Lemberg, Lwów) y que cambiaron de manos tantas veces como para volar los sesos de la población, es desolador.

Del mismo modo que las invasiones napoleónicas produjeron la primera unificación de Europa, pero al precio de que, en cuanto se aflojó el puño de hierro, saltaran por los aires diez naciones en guerra que acabarían por producir un nuevo imperio, el del Tercer Reich, así también el final del imperio soviético ha traído decenas de guerras y matanzas entre las naciones sometidas.

La invasión rusa de Ucrania adquiere, a la luz del viaje de Applebaum, una lógica evidente dentro de su locura. Putin está tratando de mantener su dictadura mediante una imitación del imperio del terror estalinista, el viejo dictador a quien, por cierto, acaba de resucitar. Ya nos lo habían dicho, pero sólo una vez se conoce el recorrido histórico de Lituania, Polonia, Rusia, Bielorrusia y Ucrania se comprende, por un lado, la estrategia de Putin, y por otro, la reacción de Ucrania dispuesta a morir antes que volver a las garras de Rusia. Allí donde hay nacionalismo radical, la guerra está cerca revoloteando como un murciélago ciego.

11 comentarios
  1. PepeGarcia7

    Nacionalismo = Guerra, pues los nacionalistas son Zelinski, Jordi Puyol, PNV, Feijoo, lo llevamos claro

  2. RobertoY

    «Conrad was born on 3 December 1857 in Berdychiv (Polish: Berdyczów), Ukraine, then part of the Russian Empire; the region had once been part of the Crown of the Kingdom of Poland».

  3. andoniakis

    Los españoles han tenido fronteras aparentemente estables casi los ultimos 500 años con excepciones en Portugal , Menorca y Gibraltar y el Rosellon. Eso sin contar America claro.

    En Centroeuropa todo ha sido un autentico melting pot de etnias , religiones, culturas (concepto moderno) e incluso alfabetos.

    En esa zona se unen las influencias nordicas vikingas, con las eslavas rusas, las asiaticas mongolas, las mediterraneas, las turcas, …..Ha habido emigrantes alemanes hasta cerca de Moscí, los famosos alemanes del Volga (tambien en Transilvania o en la republica Checa) .

    El poso de la historia ha creado las diferencias actuales La caida del Imperio Otomano marco los Balcanes, El Imperio Austrohungaro que llegaba al mar Negro desencadeno sus terremotos particulares y el nacionalismo de las burguesias locales construyo sus naciones basadas en fronteras y en idiomas.

    Ahora asistimos a la ultima caida del imperio ruso, que aumento su extension territorial tras la II Guerra tomando territorios en Alemania (Prusia del ESte) y el Finlandia. Es una caida lenta porque todavía dispone de un ejercito dispuesto a morrir en las trincheras, pero su capacidad de generar riqueza es limitada y esta en manos peligrosas.

    Sin armas nucleares Rusia ya habria caido fruto de su propia ineficacia.
    Lo que estamos viendo es un continuo quiero y no puedo.

    En muchos aspectos recuerda a la España del 98.

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