Siria, vergüenza

Siria es el territorio de la vergüenza, y Estados Unidos mira impasible porque Obama no quiere ejercer de «policía del mundo»

El Premio Nobel preventivo de La Paz, Barack Hussein Obama, lo ha intentado todo para no intervenir en Siria. En la memoria política colectiva reciente americana, el escándalo no aclarado del ataque terrorista de Bengasi (Libia) y la apuesta por la Primavera Árabe en Egipto que ha terminado con un verano sangriento en El Cairo y explosionando en el corazón de la inteligencia estadounidense. Inteligencia ‘obamita’ que sí espía a sus conciudadanos llamadas telefónicas y correos electrónicos de forma secreta, pero que no sabe –aún– qué pasa en Siria. Siria es el territorio de la vergüenza, y Estados Unidos mira impasible porque Obama no quiere ejercer de «policía del mundo», no vaya a ser que el mundo piense que Estados Unidos es la única potencia mundial capaz de ayudar a los más débiles en los conflictos armados internacionales. Estados Unidos históricamente ha puesto el dinero, sí, pero también los muertos por la paz. Pero a Obama le pesa más la corona de laureles pacifista post-mandato que el presente de cuatro millones de niños sumidos en la tragedia de la muerte con sus padres gaseados con armamento químico. Los Estados Unidos de Barak Obama están pensando qué negociar con Rusia y con Irán con tal de no actuar. Obama, a diferencia de Clinton, cree que es mesiánico por color y cuna. Sólo hay un problema, los niños gaseados de Siria no.