El candidato tolerado
Navalni es un luchador con coraje que encarna el sueño de muchos rusos de lograr un Estado de derecho al menos para sus nietos.
Navalni es un luchador con coraje que encarna el sueño de muchos rusos de lograr un Estado de derecho al menos para sus nietos.
Alexei Navalni no está preso. Aunque por lógica debiera estarlo. Como centenares de miles de rusos que han sido molestos al Kremlin en algún momento en estos pasados años. Navalni tiene hasta condena. Cinco años por robo. Que son fruto de la habitual acusación y el no menos habitual procedimiento judicial con que puede contar hoy en día todo político discrepante en Rusia. Y sin embargo, el implacable aparato de poder del presidente Vladimir Putin ha permitido a este abogado y conocido bloguero presentarse a las elecciones a la Alcaldía de Moscú que se celebran el domingo. Se enfrenta al actual alcalde Serguei Sobianin, un hombre de Putin, nombrado a la Alcaldía directamente por Putin. Y posible delfin de Putin en la presidencia de Rusia. Un hombre joven, práctico y duro. Abanderado contra los homosexuales, supuesto gran enemigo de la corrupción, gobierna una ciudad de 12 millones de habitantes. Pero su poder va mucho más allá. Ahora vuelve a elegirse al alcalde, como a los gobernadores. Y Sobianin necesita algo de legitimidad. Porque el régimen está firmemente asentado sobre un implacable aparato de poder que no permite desafío real alguno. Pero desde las protestas contra el fraude electoral en la elección del presidente, busca cierto lustre. Y el alcalde, que quiere ser el próximo presidente, cree necesitar el ganar unas elecciones que nadie ponga en duda. De ahí que Alexei Navalni no esté en Siberia cumpliendo una condena. Como lo están todos los que cayeron bajo el rodillo de una lucha anticorrupción que solo atropella a quienes no están lo suficientemente cerca del poder. Será interesante el resultado. Por poco fiable que sea. Porque Navalni es un luchador con coraje que encarna el sueño de muchos rusos de lograr un Estado de derecho al menos para sus nietos. Sus votos medirán la resignación.Y veremos si después de las elecciones Navalni no acaba perdido en una de las miles de cárceles de esta Gran Rusia que vuelve a ser una jaula. Y que se está cerrando.