Tiempo muerto en Siria

Dicen que en la guerra se saca lo peor de uno mismo, pero la contienda también deja sus tiempos muertos.

El régimen sirio ha comenzado a proporcionar información sobre su arsenal de armas químicas. Estados Unidos y Rusia, los artífices del acuerdo, pretenden aprovechar la coyuntura para impulsar una nueva conferencia de paz que siente a la mesa no sólo a los dos bandos enfrentados, sino también a los actores regionales que, de una u otra manera, tienen presencia o influencia en la escena siria. Insisten, como vienen haciendo desde hace dos años y medio, que no hay una solución militar a la crisis siria y que deben apostarse todas las cartas a la vía diplomática. De celebrarse finalmente no parece fácil que Ginebra II sea capaz de alcanzar un acuerdo que satisfaga al régimen y a la oposición sirias, ni que preserve los intereses estratégicos de Irán y Arabia Saudí, los dos gigantes de Oriente Medio que están librando su propia guerra a través de actores interpuestos en territorio sirio.

Dicen que en la guerra se saca lo peor de uno mismo, pero la contienda también deja sus tiempos muertos. Momentos para el esparcimiento en los que los combatientes tratan de evadirse de la rutina bélica y reconciliarse con la vida. Fumar un cigarrillo con lentas caladas, sober un café con cardamomo, bromear mientras se juega al billlar, tirarse a una piscina desde un improvosado trampolín, correr una carrera de coches por el fantasmagórico zoco de Alepo, lanzarse por sorpresa un cubo de agua o siestear en plena calle para tratar de huir de la canícula estival. Soñar que llegará el día en que la pesadilla termine y se recupere la normalidad poniedo punto y final a esta lucha fraticida. Lástima que al despertar, como diría Augusto Monterroso, el fúsil todavía siga allí para recordarnos que la guerra sigue y que los sueños tendrán que seguir esperando para hacerse realidad.