Apariciones
Cada hecho importante que acontece en nuestra vida es consecuencia de un hecho anterior
Cada hecho importante que acontece en nuestra vida es consecuencia de un hecho anterior
“Desconfiar de las apariencias, fiarse de las apariciones”. No sé si lo leí o lo escuché. Hay ciertos principios que incorporamos a nuestro ideario sin saber muy bien de dónde salieron ni cuándo nos fueron definitivamente propios. Llegan, precisamente, por casualidad. Pero el azar sólo es generoso cuando le dejamos espacio y aceptamos que quizá tuviera razón el maestro Oogway en ‘Kunfu Panda’ al decir que los accidentes no existen.
Sin saberlo, vamos dibujando un mapa a medida que tomamos decisiones en la vida. Cada hecho importante es un punto sobre el papel, y la línea que los une es nuestra cartografía personal. Se suele considerar el desplazamiento como un trámite ineludible para llegar al destino, nuestro verdadero objetivo. Pero es en ese trayecto donde ocurren las cosas importantes, ya que uno en realidad nunca termina de llegar a ningún lugar, y el propio destino forma parte del viaje. Efectivamente, la vida es todo eso que ocurre mientras corremos para tachar notas de nuestra lista de cosas que hacer.
Hay quien convierte ese componente azaroso en motor de su existencia, y pone a trabajar a las casualidades para que le lleven a descubrir cosas importantes; escritores, científicos o empresarios, gente que tiene en común un modo flexible de mirar el mundo y una disposición fértil para los encuentros. Cada hecho importante que acontece en nuestra vida es consecuencia de un hecho anterior. Creemos que nuestro destino era este: estar con una determinada pareja, dedicarnos a una profesión, tener estos amigos y no otros… Pero todo es fruto, en cierta medida, del azar, una pequeña variación nos habría hecho tener otra vida. Las imágenes que componen el libro ‘Península’, de Eduardo Nave y Juan Millás, son fruto de ese recorrido aleatorio que genera hallazgos, donde el propio viaje es el destino.