MyTO

Mi nombre es rojo: rojo sangre

Soy de un rojo violento. Llamo a la furia, al ataque, a justificar la venganza

Opinión
  • Periodista, licenciado en sociología y profesor universitario. Master en Periodismo por la Universidad de Columbia y posgrado del Instituto para el Desarrollo de Periodismo Internacional de Berlín (IIJB), reside en Barcelona, donde dirige el Master de Periodismo BCNY.

Soy de un rojo violento. Llamo a la furia, al ataque, a justificar la venganza

Salto a la vista, ¿no creen? Llamo la atención, despierto pasiones fuertes. En cuanto me ven en una foto, se nubla el entendimiento y salpican las emociones. Así, desparramada por las túnicas blancas y brillando al sol en el asfalto, soy horror, soy espanto, soy el fruto exacto de la violencia reciente. Soy la sangre de los muertos.

Pronto estaré seca. Pero ahora soy de un rojo violento. Llamo a la furia, al ataque, a justificar la venganza. O provoco la desesperación, el llanto, la impotencia. Soy irreversible: la sangre no puede volver a su vena. 

Hubo un tiempo en que no brillaba tanto. Hasta hace 50 años, el periodismo era en blanco y negro. Sí, había fotos de muertos, de masacres, de sangre derramada. Pero eran matices de grises. Y la televisión en blanco y negro y con locutores engolados, informaba, no chillaba. 

Cuando irrumpió el color, muchos diarios serios siguieron prefiriendo no usarlo, para no alarmar, para no ser tildados de «amarillistas». Pero no duró mucho. Recuerdo que en 1998, cuando los editores del ‘New York Times’ se rindieron a la modernidad y aceptaron las fotos en color en sus portadas, lo primero que comentaron sus lectores era que las mismas fotos de muertos ahora los hería, los aturdía. Ya lo sé: ante mí se abren los ojos al espanto y se cierran los puños. 

Mírenme. Estoy desparramado por las túnicas blancas y el asfalto hirviente. Son chiíes asesinados por suníes en Irak. Podría ser al revés, podría ser en otro país. Pero esta foto tiene que ser de ahora, porque hoy la violencia es vista al instante, y en toda la majestad digital del rojo embrutecedor. 

Ya lo saben. Me llamo rojo. Estoy en todas partes y ya no podrán quitarme de sus pesadillas.