Argot de gestos y miradas
Dichosos sean los animales, porque ellos, como no hablan, se entienden
Dichosos sean los animales, porque ellos, como no hablan, se entienden
La verdad, no sé cómo vocalizan los chimpancés. Pero he dedicado unos cuantos minutos a escrutar la imagen de The Objective y, sin escuchar a estos simios, he tenido la impresión de que se entienden mejor que muchos de nosotros. Y he rescatado de mi memoria creo que a Larra, que escribió aquello de que dichosos sean los animales, porque ellos, como no hablan, se entienden.
Observo los rostros de estos chimpancés e intuyo que a ellos no les sucede como a tantos humanos, miserables, que acaban estropeando su biografía. Porque no tienen biografía. La vida es una invención, y en esta ventana de palabras por la que huimos quienes escribimos, reflejamos sentimientos. Observando a esta pareja, siento vida. Ellos, ajenos a lo mundano, se observan. El mayor, quizá la madre, o el padre, a la vez vigila. Percibo también afecto, cariño, hondura de existencia en dos seres peludos que se parecen a más de uno que conozco. Pero en mejor.
Sí. Hay similitudes. Y si comparamos, estoy seguro de que en mucho salen ganando. Tienen la suerte de no crearse necesidades absurdas que les amarguen la existencia. Organizan sus vidas en comunidad. Resuelven conflictos, propios y ajenos, a su modo animal, tan racional a veces. Su lenguaje corporal transmite más que muchas palabras. Y su selva a veces es más habitable que la nuestra.
La vocalización es lo de menos. Es sabido que todo gran escritor se hace su argot propio. Ellos tienen el suyo. De gestos. Y miradas. Y roces de piel. No es cierto que hablando se entienda la gente; lo que hace el personal casi siempre es tratar de lucirse, aunque pocos lo consigan. Y esta pareja de simios me da que se aplican aquello de que es mejor, no teniendo nada que decir, abstenerse de demostrarlo con palabras. Una mirada y un gesto pueden decirlo todo. Más que las similitudes que encuentran los expertos en la cosa, me quedo con las diferencias. Puede que, viniendo de ellos, hayamos estropeado la raza.