¿El mundial del adiós?
Por mucho que Vicente del Bosque le ofrezca a Casillas su apoyo más incondicional, calentar banquillo no es el mejor pasaporte para la titularidad
Por mucho que Vicente del Bosque le ofrezca a Casillas su apoyo más incondicional, calentar banquillo no es el mejor pasaporte para la titularidad
Como la canción de Nino Bravo, «Un beso y un adiós». De aquella Sudáfrica mágica que lo encumbró a los altares del fútbol y de las revistas del corazón a la posible despedida de algo que ama desde que tiene uso de razón, el Real Madrid. De aquel ósculo en los labios de Sara Carbonero al banquillo blanco han pasado cuatro años y muchos episodios agridulces. Casillas lleva 9 meses sin jugar y hace unos días verbalizó su malestar sin utilizar más canal que el suyo propio. Si en tres meses la situación sigue siendo la misma, Iker se plantea el adiós. Pero a esto hay que añadir un ítem más: si no pinta la blanca doble en su equipo, ser el portero de la selección lo tiene muy difícil. Por mucho que Vicente del Bosque le ofrezca su apoyo más incondicional, calentar banquillo no es el mejor pasaporte para la titularidad. Y detrás, dándoles golpecitos en la espalda a ambos, está un Valdés en perfecto estado de revista y al que considero el mejor cancerbero del panorama español en estos momentos. Paradojas de la vida, Víctor también ha mandado su beso al público azulgrana y ya se ha despedido por activa y por pasiva del Barça, su Barça, el que le ha visto nacer, crecer y multiplicarse. Brasil puede ser –debería ser– su escaparate internacional definitivo a la par que sus últimos días como jugador de la liga española. Este Mundial que viene será también el de los que se van…