Fútbol en si menor
Venció el Barça, perdió el Real Madrid y nos sentimos todos un poco huérfanos de buen juego, de futbolistas-estrella que no brillaron, de despliegues tácticos y de espectáculo
Venció el Barça, perdió el Real Madrid y nos sentimos todos un poco huérfanos de buen juego, de futbolistas-estrella que no brillaron, de despliegues tácticos y de espectáculo
Cada vez son menos los que cuando escuchan las palabra «clásico» la relacionan con las artes mayores y cada vez más los que la vinculan al fútbol. No acabo de escribir la frase que ya intuyo sombras que se acercan a mi yugular. Porque el deporte rey también es un arte pero visto lo visto en el Camp Nou el sábado podría responder un «sí», pero menor. Venció el Barça, perdió el Real Madrid y nos sentimos todos un poco huérfanos de buen juego, de futbolistas-estrella que no brillaron, de despliegues tácticos y de espectáculo. No quiero quedarme sólo con el estribillo de esta canción conocida de los árbitros, sus errores, los desplantes de los jugadores y las declaraciones repetidas. Prefiero coger la partitura y leerla desde el fondo, no desde la forma. Y me quedo un tanto –o un mucho– desangelada. Ancelotti nos dejó boquiabiertos con una puesta en escena que hizo desafinar al Madrid durante 60 minutos, dando la impresión de no saber qué hacer con Bale, de temer demasiado al rival y de querer llamar la atención forrando su libreta con un papel de colores incombinables. Cerraron filas para anular a Messi y se olvidaron de Neymar, que fue el mejor del Barça. Quisieron después tapar sus carencias con las excusas habituales pero la realidad es tozuda y aún no sabe nadie a qué juega este equipo. A Martino, en cambio, le funcionó bien la orquesta: aunque el solista no tuvo su noche, uno de los músicos, Alexis, vivió su minuto de gloria marcando un gol espectacular. Fue un solo de bellísima factura que hizo añicos la cristalería blanca. Pero más allá de los puntos y de las quejas, de este clásico no recordaremos la letra. Ni la música. Sólo el nombre.