THE OBJECTIVE
Patricia F. de Lis

La ‘ira de la naturaleza’ es el cambio climático

el cambio climático va a aumentar los fenómenos extremos, lo que, a su vez, multiplicará las guerras, asaltos y revueltas por todo el planeta

Opinión
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La ‘ira de la naturaleza’ es el cambio climático

el cambio climático va a aumentar los fenómenos extremos, lo que, a su vez, multiplicará las guerras, asaltos y revueltas por todo el planeta

Los filipinos lo han bautizado como “Haiyan”. La ira de la naturaleza, claman los titulares. Para la ciencia, se llama, simplemente, cambio climático.

Llevamos décadas ignorándolo. Hay quien incluso aún se burla de ello. El crecimiento del consumo humano ha duplicado al de la población en las últimas dos décadas, lo que, a su vez, ha consumido los recursos del planeta por encima de sus propias posibilidades de regeneración. Eso significa que estamos agotando la Tierra en una loca carrera por consumir más y más recursos. Y la situación sigue empeorando.

Según un estudio reciente publicado en la revista ‘Science’, el cambio climático va a aumentar los fenómenos extremos, como tifones, huracanes y sequías, lo que, a su vez, multiplicará las guerras, asaltos y revueltas por todo el planeta. Por ejemplo, si la temperatura aumenta 0,6 grados en África, los conflictos crecerían un 14% en 2050.

Filipinas es el segundo país del mundo más vulnerable por el calentamiento global, con 22 tifones anuales de media. El delegado de este país en la cumbre del clima de la ONU ya advirtió hace un año, entre lágrimas, de lo que estaba sufriendo su país: “Señora Presidenta, hablo en nombre de 100 millones de filipinos. Hago una llamada urgente, no como negociador, no como líder de mi delegación, sino como filipino. Llamo a los líderes del mundo para que abran los ojos a la realidad. Por favor, no más retardos, no más excusas”.

La ciencia no duda. El 97,1% de los estudios sobre cambio climático culpa al ser humano de los efectos del calentamiento global, según explica un reciente estudio realizado por científicos estadounidenses, canadienses, británicos y australianos. Pero hoy, 10.000 muertos después de uno de los tifones más potentes de la historia, los escépticos del cambio climático seguirán acusando de este horrible suceso a la “ira de la naturaleza”, y seguirán negándose a limitar las emisiones de efecto invernadero que calientan los océanos, y a impedir la tala de bosques y selvas que actúan como sumideros naturales de CO2.

Hoy arranca también la nueva cumbre climático de la ONU. Habrá más retardos, más excusas. Y no volveremos a hablar del calentamiento global hasta el próximo “fenómeno natural” provocado por una humanidad ciega ante las consecuencias de sus propias acciones.

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