La distancia justa
Uno tiene que encontrar su distancia con respecto a las cosas, al mundo. La distancia que le es propia y la que requiere cada situación, desde donde se puede ver, pensar y sentir con claridad
Uno tiene que encontrar su distancia con respecto a las cosas, al mundo. La distancia que le es propia y la que requiere cada situación, desde donde se puede ver, pensar y sentir con claridad
La NASA ha enviado unas fotos de Saturno en las que la tierra aparece diminuta y desamparada al fondo del cuadro. Nunca antes nos habían fotografiado desde tan lejos. Tampoco antes del renacimiento a nadie se le ocurrió pensar que nuestro planeta no fuera el centro del universo, alrededor del cual bascularía todo lo que osara existir. Copérnico lo enunció y Galileo lo demostró, asegurando además, que no estamos quietos, que el lugar que habitamos es un gran vehículo que orbita alrededor del sol. Ambos fueron perseguidos por herejes y Galileo murió insistiendo, pobre, en que “sin embargo, se mueve”.
Más adelante supimos que no sólo no éramos el centro de todo, sino que nuestra galaxia, la Vía Láctea, era una más de las cientos de miles de galaxias que existen en el universo. No somos nada.
Uno tiene que encontrar su distancia con respecto a las cosas, al mundo. La distancia que le es propia y la que requiere cada situación, desde donde se puede ver, pensar y sentir con claridad. El nacionalismo, cualquiera de ellos, es un buen ejemplo de distorsión por distancia engañosa. El nacionalista está tan cerca, tan metido en sí mismo, que cree realmente que es el centro del universo. Los políticos en general no ven más allá de su propia nariz. Es más, a veces no les funciona ni la nariz y tiene que venir alguien más alejado para advertirles de que no están siendo capaces de oler su propia basura; ni la real, ni la que se derrama en forma de palabras.
El tiempo es la distancia más atroz. Nos aleja irremisiblemente de lo que fuimos pero nos deja ver con claridad lo que aconteció. Y ya se sabe, el tiempo coloca a cada uno en su lugar. También el silencio produce distancia. Un silencio prudente que nos permite mantenernos en nuestro sitio, dar incluso un paso atrás, sin ser engullidos por el torbellino de los acontecimientos. Mirar las cosas con cierto extrañamiento es como descubrirlas por primera vez, y eso nos permite volver a entender, quizá ahora de un modo distinto, y encontrar la distancia justa.