Las santas inocentes

La mejor vía para llegar a un alto cargo no es tener un buen CV y una formación admirable, es compartir cama con un señor que luego te deje colocada

Que a político se puede meter cualquiera es algo que ya nos dejó claro Schwarzenegger en su momento o Rajoy ahora, pero, de un tiempo a esta parte, hay un nuevo tipo de político: «la mujer de». Dicen que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer, pero, en algunos casos, ojalá la mujer nunca diese un paso adelante.

Ejemplos como Cristina Kirchner o Ana Botella nos deja claro que la mejor vía para llegar a un alto cargo no es tener un buen CV y una formación admirable, es compartir cama con un señor que luego te deje colocada. Lo mismo que con Pocholo, pero sin necesidad de irte al ginecólogo después. 

Lo de Ana Botella como alcaldesa de Madrid es tan deplorable, que está haciendo que echemos de menos a Gallardón. Los madrileños han pasado de tener obras a basura por las calles. Estos días parecía una exposición de la feria Arco. 

Doy gracias a que esta herencia de puestos de trabajo sólo se dé en la política. ¿Se imaginan al señor doctor dejando su consulta a manos de su mujer? La señora recetando para el resfriado caldo de pollo y un “sana sanita sana”. No quiero imaginarme a otra señora supliendo a su marido en el juzgado. «PROTESTO SEÑORÍA», «Pero… Si es usted la jueza», «Yo qué sé, es lo que dicen siempre en las películas».

Señoras como éstas nos lo ponen difícil al resto. A las que queremos trabajar sin necesidad de compartir cama con un hombre para ello. Aunque para todo hay su excepción: a veces, compartir cama es algo inherente al puesto laboral, como los de prostituta o actriz. 

Para rematar, un guiño a Aznar: ¡VÁYANSE, SEÑORAS DE, VÁYANSE!