Gama de grises
Sin abrazarme al tremendismo marca de la casa culé, las sensaciones que desprende este equipo la última semana van más allá de esa falta de actitud de la que sus jugadores hablan
Sin abrazarme al tremendismo marca de la casa culé, las sensaciones que desprende este equipo la última semana van más allá de esa falta de actitud de la que sus jugadores hablan
Lo mejor de una foto en blanco y negro es su paleta de grises, y lo que te da de sí la imaginación para ponerle color a cada cosa. Después de dos derrotas consecutivas, ese Barça luminoso en resultados y algo opacado en el juego nos muestra ahora una imagen a la que estamos poco o nada acostumbrados. Dándole la razón a Gerardo Martino cuando habla de ese entorno que ya lo veía todo oscuro incluso ganando, se la quitó cuando habla del partido de ayer como «uno de los mejores de esta temporada». No sé si el técnico argentino se defiende atacando o, simplemente, no admite que a este Barça empieza a costar reconocerlo. Sin abrazarme al tremendismo marca de la casa culé, las sensaciones que desprende este equipo la última semana van más allá de esa falta de actitud de la que sus jugadores hablan. Porque si en Amsterdam se nos quedó la pantalla en negro, en el nuevo San Mamés sí hubo actitud, períodos de excelente juego, pero siguió faltando luz al fútbol azulgrana. Escucho a muchos señalando con el dedo –incluso alguno metiéndoselo en el ojo– al Tata Martino. Eso es lo fácil. O blanco o negro. O el entrenador o los árbitros. Lo de siempre. Pues no. Porque la gama de grises incluye las ausencias de Messi y Víctor Valdés, las escasas ocasiones de gol, la necesidad imperiosa de incorporar un central y la pérdida de fuelle que aún es más evidente cuando el Barça se enfrenta a un equipo tan superior físicamente como el Athlètic. «No hay que verlo todo tan negro», decía ayer Iniesta. Por supuesto que no. Pero no está de más conocer y reconocer en qué punto del Pantone se encuentra uno y empezar a aclarar lo que está oscuro.