Perros terapéuticos

En medio siglo se verá esta época de tanto consumo de carne con el mismo horror con el que hoy vemos la esclavitud

Los perros y los gatos siempre han tenido un lugar privilegiado en nuestra vida cotidiana. La tendencia es que esos privilegios aumenten. En los Estados Unidos, hace un par de décadas aparecieron las primeras peluquerías y hoteles para perros. Nos burlábamos, las veíamos como un exceso más de los norteamericanos, pero ahora es normal verlas en todas partes. Y si el mundo sigue a los Estados Unidos, los Estados Unidos sigue a California, por lo que hay que prestar atención a lo que está ocurriendo allá: algunas veterinarias en Los Ángeles y San Diego han comenzado a ofrecer un suerte de hospicio o asilo para perros y gatos –con tratamiento de eutanasia incluido–, para que estos animales tengan una muerte digna; el aeropuerto de San Francisco ha creado la Wag Brigade, que consiste en disponer de un equipo de perros para calmar a los viajeros.

Perros terapéuticos. Gatos en asilos. Las mascotas adquieren derechos, pero, ¿serán ellas siempre las excepciones a la regla? ¿Por qué ese trato no se traslada a las gallinas, a las vacas, a los cerdos? Dice la escritora Joyce Carol Oates que en medio siglo se verá esta época de tanto consumo de carne con el mismo horror con el que hoy vemos la esclavitud. Puede que suene un poco exagerado, pero, ¿por qué no? ¿No tienen derechos los animales? Hay movimientos que los defienden; son todavía minoritarios, pero tienden a crecer.

Por supuesto, es más fácil reconocer los derechos de los animales que cambiar nuestras costumbres. Con las mascotas lo hacemos porque son parte de nuestra cotidianidad y desarrollamos con ellas relaciones de afecto; el desafío consistirá en aceptar los derechos –a la vida, a la muerte digna— de todos los animales. ¿Será que aquí también habrá que esperar que el cambio ocurra primero en California?