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Catalanes, ¿un corte de mangas?

Llegado el momento de votar, el sentido común impediría a la mayoría social catalana seguir a esos “bocachanclas” que juegan con el futuro del pueblo al que dicen amar

Opinión

Llegado el momento de votar, el sentido común impediría a la mayoría social catalana seguir a esos “bocachanclas” que juegan con el futuro del pueblo al que dicen amar

Dicen que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Esto a veces es cierto y, en el caso de Cataluña, algunos pensarán que es verdad. Yo en cambio pienso que los catalanes están padeciendo un castigo que no se merecen. Es verdad que si los “trogloditas” del gobierno autonómico y de la mayoría de la oposición están donde están es porque les han votado; como también es verdad que les han hecho a los ciudadanos un toco-mocho de la peor factura: les sacan hasta los higadillos vía impuestos, les recortan los servicios públicos y encima les tratan de distraer con un referéndum y una independencia imposibles. Apelar a las tripas es lo que suelen hacer los fascistas que tanto preocupan en Europa. Nosotros los tenemos en casa y se apellidan Mas, Junqueras, Rahola… Son muchos.
 
Apelan a la democracia para justificar lo injustificable y lo único que hacen es violarla como los peores violadores que ahora están saliendo a la calle con gran escándalo público. Así las cosas, si pudiéramos olvidarnos de la legalidad que impide celebrar su aquelarre, yo apostaría por permitir violentar la ley y dejarles que se estrellaran.
 
Estoy seguro de que, llegado el momento de votar, el sentido común impediría a la mayoría social catalana seguir a esos “bocachanclas” que juegan con el futuro del pueblo al que dicen amar. Tanto amor sienten que, de tanto usarlo, se les ha acabado. Lo usan con trampas. Por ejemplo, inventando una historia de Cataluña que es, sencillamente, un cuento malo. Estoy seguro de que los catalanes votarían que no. Que no quieren aventuras absurdas. Que quieren vivir tranquilos y realizar su proyecto personal. Pero yo les propongo una alternativa en ese escenario que no se va a producir, el del referéndum y en su defecto el que es más plausible, el de las elecciones tramposo-plebiscitarias: dejen las urnas vacías. No vayan. No les hagan el juego a los trileros. Mejor les dedican una “peineta” y les hacen un ERE extintivo. Y empiecen a construir su futuro con gente presentable y abandonando la pesadilla totalitaria.