La purga de Benito

Las purgas son un atroz método de selección del alto personal político en las satrapías totalitarias. Son el equivalente cruento de las elecciones en las democracias sin adjetivo.

Las purgas son un atroz método de selección del alto personal político en las satrapías totalitarias. Son el equivalente cruento de las elecciones en las democracias sin adjetivo. Donde no hay justicia, prevalece el ajusticiamiento. El líder endiosado suele resultar vengativo.

El orondo Kim de Corea del Norte ha descabalgado del poder a su tío y mentor Jang por “traidor, mujeriego y drogadicto”, entre otras lindezas. Hay que entender el oculto motivo de esa defenestración. El sátrapa esteatópigo sospecha (con razón) que puede ser depuesto por sus generales, en vista de la miseria material y moral en la que mantiene a su pueblo. Así pues, corta por lo sano y condena a su tío mediante un simulacro de tribunal. Nada nuevo en la Historia de la infamia.

Todo lo cual nos lleva a la esencia misma de la política. Consiste en diseñar un mecanismo para la sucesión pacífica en el poder. Se han propuesto mil fórmulas. La menos mala es el sistema de elecciones libres, regulares (o por lo menos legalmente previstas) con varios partidos políticos. La alternativa, ya la hemos visto, es la dictadura más o menos revolucionaria y las purgas. Lo malo de ese sistema es su radical inseguridad. Siempre puede haber la tentación de un nuevo “traidor”. Los totalitarismos se basan en la desconfianza.

El sistema de elecciones libres puede ser impuesto tras una guerra (caso del Japón).O mejor aún, es el resultado de un largo proceso histórico con un  lento avance en la conquista de la libertad. Esa vía más segura es la que caracteriza a los países europeos o a los influidos por ellos. En cambio, algunas satrapías orientales (China, Corea del Norte, Irán) carecen de esa tradición y se exponen a violentos estallidos. Sus consecuencia nos llegarán a todos.