Putin el magnánimo
Las «Pussy Riot» podrán salir en libertad. Lo mismo ocurrirá con los 30 activistas de Greenpeace que fueron detenidos en setiembre.
Las «Pussy Riot» podrán salir en libertad. Lo mismo ocurrirá con los 30 activistas de Greenpeace que fueron detenidos en setiembre.
Supongo que cuando irrumpieron en la catedral de Cristo Salvador, el principal templo ortodoxo de Moscú, para manifestarse contra el régimen que gobierna Rusia, ninguna de las integrantes del colectivo punk «Pussy Riot» imaginaba el escándalo que terminaría armándose. Tres de ellas fueron detenidas por la policía, y luego de un juicio apresurado y lleno de vicios, dos fueron condenadas a purgar prisión por «gamberrismo» e «incitación al odio religioso». La medida despertó una oleada de solidaridad en todo el mundo, a la que se sumaron personalidades como Paul McCartney, Madonna o Sting.
Pero recién ahora las «Pussy Riot» podrán salir en libertad. Lo mismo ocurrirá con los 30 activistas de Greenpeace que fueron detenidos en setiembre, cuando intentaron ocupar una plataforma petrolera ártica, y con cerca de 12.000 personas, todas beneficiarias de una amnistía propuesta por el presidente ruso Vladimir Putin con motivo del 20 aniversario de la Constitución, y aprobada el miércoles por la Duma Estatal. Otro prisionero polémico, el magnate Mijáil Jodorkovski, fundador del imperio petrolero Yukos y encerrado desde 2003 por corrupción y robo −luego de confrontarse públicamente con Putin−, ha sido puesto en libertad por un indulto.
No faltan quienes detrás de estas medidas han visto la intención del presidente ruso de mejorar su imagen poco antes de albergar los Juegos Olímpicos de Invierno, que muchas organizaciones internacionales han llamado a sabotear. Lo cierto es que con estas excarcelaciones atestiguamos una más de las grandes y terribles paradojas de regímenes como el ruso, que primero persiguen y reprimen a sus opositores y críticos, y luego, salvándoles la vida o devolviéndoles la libertad que ellos mismo les quitaron, hasta pueden darse el lujo de alardear de magnánimos.