MONArquía

Dicen que «la mona, aunque se vista de seda, mona se queda», y esta MONArquía que tenemos lo está demostrando.

Dicen que «la mona, aunque se vista de seda, mona se queda», y esta MONArquía que tenemos lo está demostrando.

De poco vale que salga el rey pidiendo unidad, apoyo a las familias en época de crisis, acordándose de las víctimas del terrorismo… De poco nos vale. De nada, de hecho. A los españoles nos valdría un rey que afrontase sus errores y los de su familia, que tuviese el valor de enfrentarse a una cámara y anunciase «el cese definitivo de su actividad real, la disolución de la corona y la devolución de las armas». A los elefantes les tranquilizaría mucho esto, y para tranquilidad de los otros animales, los borbones, no me refería a disolver con ácido sulfúrico, sino contractualmente.

Dicen que necesitamos la monarquía porque, si no la tuviésemos, habría que hacer una república. ¿Y cuál es el problema? No saldría tan caro, nos ahorraríamos robos y muchos problemas, ya que a los de la república sí podemos echarlos. Pero a las buenas, en las urnas, no a la manera de Franco.

Dicen que el rey es un gran embajador de nuestro país y ahora lo entiendo todo, pues viendo su currículum de caza, caídas y Corinas, no había otro sitio mejor donde situar Eurovegas que en España. Es la imagen que vende este señor de gran alcurnia que, si no fuera por el título, no diferenciaría de mi tío ‘el trompas’.

Y,para terminar, dicen que el rey es campechano y eso sí que no puedo negárselo, pues no es un señor de altos vuelos, ya que pasa más tiempo cerca del suelo que lejos de él. Tal vez, en la próxima caída, abra los ojos y vea, de verdad, lo que necesita su país. Mientras tanto, aquí estamos todos pagándolo. Por partida doble.