Un viaje romántico
Se trataba de un viaje, como apunta Estrella de Diego en Travesías por la Incertidumbre, que concluía en la propia llegada».
Se trataba de un viaje, como apunta Estrella de Diego en Travesías por la Incertidumbre, que concluía en la propia llegada».
«SE BUSCAN HOMBRES para un viaje arriesgado. Salarios bajos, frío extremo, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, escasas posibilidades de regresar con vida, honor y reconocimiento en caso de éxito». Éste es el anuncio que Sir Ernest Shackleton colocó a principios de 1914 en la prensa británica para reclutar a la tripulación de su Expedición Imperial Transantártica, con la misión de atravesar a pié por primera vez el continente helado. Shackelton dio por concluida su fracasada misión tres años después, cuando tuvo que rescatar a sus hombres del abismo de hielo ártico en Isla Elefante, pero la hazaña es recordada como una historia épica de heroísmo y supervivencia. Un viaje romántico, muy distinto del que ha llevado a los 74 pasajeros del Akademik a quedar atrapados, 100 años después, en el mismo lugar.
Shackelton se convirtió en leyenda, pese a no haber logrado jamás ninguno de los objetivos de sus expediciones. En 1920, cansado de dar conferencias y animado casi sólo por el deseo de hielo, partió a su última expedición con el impreciso plan de circunnavegar el continente antártico para llegar a islas perdidas. «A veces pienso que no sirvo para otra cosa que no sea estar en regiones salvajes e inexploradas con otros hombres…», había escrito a su mujer en 1919. Se trataba de un viaje, como apunta Estrella de Diego en ‘Travesías por la Incertidumbre’, «que concluía en la propia llegada». Uno de esos viajes «que no exigen volver y narrar lo visto; viajes para los cuales no hace falta ni siquiera alcanzar la meta y poner bandera. En esas odiseas es suficiente con lanzarse al camino, con intentarlo, y resultan ser las más fabulosas, aunque cueste comprender por qué. Los viajes que nunca ocurrieron, o que ocurrieron a medias, son los más celebrados».
Un modo de viajar en las antípodas del actual, donde el camino es un engorroso trámite para llegar y colgar en el face lo que sea que hayamos ido a poseer, despreciando el fascinante ritual de entrar lentamente en un lugar para desaparecer en su interior sin contárselo a nadie. Shackelton murió cubierto solo por una manta en la noche fría, sentado frente a los parajes de hielo que enmudecían sus ojos.