Un malo de serie B
Lo cierto es que el personaje no tiene nada de chiste, dicen que el rollizo angelito echó a su tío y a sus colaboradores a una manada de perros hambrientos y se quedó a contemplar el banquete canino
Lo cierto es que el personaje no tiene nada de chiste, dicen que el rollizo angelito echó a su tío y a sus colaboradores a una manada de perros hambrientos y se quedó a contemplar el banquete canino
Y aquí tenemos a Kim Yong-un, amenazando con liarla parda hasta lo nuclear, quizá enfadado por la situación de Panrico, que hará que le sea más difícil conseguir la media docena de Donuts que parece desayunar. Lo cierto es que el personaje no tiene nada de chiste, dicen que el rollizo angelito echó a su tío y a sus colaboradores a una manada de perros hambrientos, y que se quedó durante una hora a contemplar el banquete canino. Pero te imaginas la escena y sigue pareciendo un terror de serie B, supongo que porque la ceremonia del miedo requiere una estricta liturgia, y hay que ser genial para eludirla sin hacer el ridículo. Ed Wood, por ejemplo, tiene el título de peor director de la historia del cine porque sus películas de terror arrancaban carcajadas -cosa que alguna vez le ha pasado al mismísimo Almodóvar, como Carlos Boyero se encarga cruelmente de señalar cada vez que tiene ocasión-. A la amenaza del coreano le sucede algo parecido, que puede resultar creíble y, sin embargo, no deja de ser irrisoria, porque es difícil sentir temor de la versión chinesca del Manolito de Mafalda, un tipo con cara de escudo del Barça y con un nombre que parece sacado de los chistes de Ángel Garó o de los Monty Phyton.
Hasta el comunismo patrio pierde capacidad coactiva cuando nos enteramos que organizan tours de apoyo a esa satrapía donde los soldados entran en las casas para comprobar si el retrato del querido líder está limpio y bien cuidado. Tal cual. Es un régimen tan infernal que no admite ni parodia, porque sus iniquidades parecerían excesivas incluso para los malos de una película de James Bond.