THE OBJECTIVE
Raul Tola

Vivir pisando el acelerador

Desde que apareció como una flecha para terciar en la mayor rivalidad automovilística de todos los tiempos, el alemán Michael Schumacher fue sinónimo de velocidad.

Opinión
Comentarios

Desde que apareció como una flecha para terciar en la mayor rivalidad automovilística de todos los tiempos, el alemán Michael Schumacher fue sinónimo de velocidad.

Desde que apareció como una flecha para terciar en la mayor rivalidad automovilística de todos los tiempos −la que sostuvieron el francés Alain Prost y el brasileño Ayrton Senna en los años noventa− el alemán Michael Schumacher fue sinónimo de velocidad. No levantó el pie del acelerador luego de su primer retiro, y aunque fracasó en su intención de volver a la competición, siempre mantuvo una relación estrechísima con las emociones fuertes.

El seis veces campeón de Fórmula Uno decidió reemplazar la adrenalina de los monoplazas por el vértigo a cuerpo descubierto de las motos de carreras, hasta que sufrió un caída en el 2009, y debió retirarse con lesiones en el cuello y la espalda. Después alternó el paracaidismo con el esquí, al que se aficionó desde las pretemporadas en los Alpes Dolomitas, cuando corría por la escudería Ferrari.

Fue justamente esquiando el domingo pasado en la estación de Méribel en los Alpes franceses que Schumacher sufrió un terrible accidente, y su cabeza golpeó una piedra. Según los médicos que lo atendieron, esto le produjo lesiones «extremadamente graves». Hasta el día de hoy, una semana después −durante la que cumplió 45 años−, el piloto alemán permanece en coma, y aunque el riesgo de muerte parece descartado, su estado sigue siendo crítico.

Alain Prost adelantó la explicación más razonable para el estilo de vida de Schumacher, siempre al límite: «Todos los días intentas llenar el vacío que deja la Fórmula Uno. No hay nada que te dé tanta adrenalina». Superar con éxito el riesgo permanente, exponerse cada fin de semana y vivir para contarlo, como los toreros, los soldados o los campeones de la velocidad, debe crear una adicción que los demás no podemos imaginar. También debe despertar una temeridad casi suicida, la de quienes se sienten indestructibles, poco menos que inmortales. Vivir en su ley o morir de aburrimiento, he ahí la cuestión.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D